Higinio Arteta, fundador del grupo Amesa Industrial

El pasado 8 de abril, en plena efervescencia de esta pandemia que nos tiene confinados, falleció a los 86 años, en su casa de Laukiz, nuestro amigo Higinio rodeado de su esposa y de sus cuatro hijos. Todos los que hemos tenido la suerte de conocerle y de contar con su amistad estamos de acuerdo en decir que era un hombre de los que dejan huella, un hombre especial.

No es fácil describirle con pocas palabras. Los calificativos que podamos utilizar se quedan, con toda seguridad, cortos. Higinio fue un emprendedor y a la vez empresario, constante y tenaz hasta límites insospechados, trabajador con ansias de aprender constantemente, típico ejemplo de hombre hecho a sí mismo, con una infancia y juventud difícil... muy habitual en nuestra tierra.

A la vez era muy amante de su mujer y de sus cuatro hijos, con fuertes creencias religiosas, amigo de sus amigos, entre los que se encontraban sus socios; ejemplo para sus colaboradores, cercano, nunca hablaba mal de nadie. Empatizaba rápidamente con todos y a nadie dejaba indiferente. También sabía disfrutar, solía decir con mucha frecuencia «la vida es breve y corta, disfrútala». Tenía una gran capacidad física, le gustaba mucho todo: la caza, el monte (su querido Gorbea), viajar... Hay innumerables anécdotas que reflejan su personalidad, su manera de ser y de vivir. Con ellas se podría escribir un largo relato.

Huérfano desde muy pequeño –de padre a los 4 años y de madre a los 11–, empezó a forjarse la vida desde el caserío de Bedia con gran esfuerzo e ilusión. Consciente de que sin esfuerzo, aprendizaje y trabajo no se consigue nada. A los 15 años empezó a trabajar como aprendiz en una empresa dedicada a los componentes eléctricos (actividad que le acompañó toda la vida), a la vez que estudiaba en la escuela de maestría de Amorebieta. Saltó después a otra empresa de la misma actividad, a Bilbao, a la vez que iniciaba sus estudios de lo que entonces era el Peritaje Industrial. Seguía viviendo en Bedia, con lo que el esfuerzo de trabajar y estudiar en Bilbao, en aquella época, necesariamente tenía que ser elevado.

En el tercer curso de carrera, recién cumplidos los 22 años, creó junto a un buen amigo de la juventud y arratiano como él (también ya fallecido y empresario muy reconocido) lo que sería el embrión de Eldu. Para ello alquilaron un local en el conocido edificio 'El Tigre' de Deusto. Poco después los dos amigos decidieron continuar cada uno de manera independiente e Higinio siguió creciendo promoviendo empresas, siempre con socios. Llegó a crear 45 sociedades y alcanzó los 800 empleados, como orgullosamente le gustaba contar. Lógicamente, también tuvo que enfrentarse y sortear las distintas crisis que en estos últimos 60 años hemos tenido. Pero siempre con mucha fuerza y un espíritu de superación. En la gestión del grupo familiar están desde hace bastantes años sus hijos, siendo Jon, su primogénito, el que lo lidera.

En estos difíciles momentos mandamos todo nuestro cariño a su esposa, Maribe; y a sus hijos Jon, Amaya, Yolanda y Leire. Siempre te tendremos, Higinio, en nuestro recuerdo. Goian Bego.