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manu alvarez
Viernes, 11 de enero 2019, 00:54
Hace ya tiempo que la Hacienda foral de Bizkaia se ha apuntado al análisis de datos, más o menos rebuscados, para perseguir la pista del fraude fiscal e intentar cazar a los contribuyentes poco rigurosos. Si hace ya algunos años reclamó a El Corte Inglés ... el listado de clientes que habían realizado compras pagadas con la tarjeta de crédito de esa empresa por un importe anual superior a 30.000 euros, y más recientemente investigó a 25.000 vizcaínos socios de ocho clubs privados del territorio, ahora le llega el turno a la factura de la luz y las propiedades inmobiliarias. El objetivo no es otro que detectar alquileres de inmuebles, permanentes o en formato vacacional, que sus propietarios no declaran al fisco y se sustancian en dinero 'negro'.
Es una plasmación práctica de la era del big data y del tratamiento informático de la información, aunque todo apunta a que, en este caso al menos, el trabajo no es del todo fino y la Hacienda de Bizkaia ha comenzado a disparar a bulto sin un análisis previo de detalle. La Administración foral -a diferencia de lo que ha sucedido con otras estrategias de investigación- no ha tenido que reclamar a las compañías eléctricas los datos, sino que se basa en una normativa vigente desde 2010 que obliga a los suministradores de electricidad a ponerlos, con todo lujo de detalles y de oficio, en manos de la Administración tributaria. A partir de ahí son los ordenadores los que hacen el trabajo de criba y el cruce de datos.
Y así, además de su domicilio familiar, ¿tiene usted algún otro inmueble, quizá una vivienda de vacaciones, en el que haya un consumo de electricidad relevante de forma periódica o puntual? Al margen de que el concepto 'relevante' sea de por sí difuso -también para Hacienda-, hágase a la idea de que en cualquier momento la Diputación foral de Bizkaia le va a colocar la etiqueta de sospechoso. Esto es lo que ha sucedido ya a un número no desvelado de contribuyentes, que han recibido en las últimas semanas un requerimiento de Hacienda.
La investigación no se centra únicamente en segundas viviendas ubicadas dentro del País Vasco -hipotéticamente vacías-, sino que abarca a cualquier propiedad inmobiliaria situada en el territorio nacional de un contribuyente vizcaíno. Y todo ello porque es de sobra conocido que en el ámbito del alquiler de viviendas, y especialmente en el que afecta a las vacacionales -más aún tras la proliferación de plataformas de internet dedicadas a este fin-, hay un importante foco de fraude fiscal. Incluso el factor 'consumo eléctrico' es uno de los elementos en los que se apoya Hacienda para perseguir tránsfugas fiscales. Esto es, personas que aseguran residir en otra comunidad autónoma -Madrid, por ejemplo, donde no hay Impuesto de Patrimonio-, aunque realmente no han abandonado su vivienda habitual en el País Vasco.
Pero como en el viejo chiste que apuntaba a la idea de que la presencia de una colilla en el suelo era la prueba evidente de que alguien había fumado, para Hacienda un consumo eléctrico en una vivienda que no es domicilio habitual es una señal inequívoca de alquiler. Al menos eso es lo que se desprende de sus actuaciones más recientes en esta materia. Y ello pese a que la casuística en estos casos es elevada: hijos que viven en una segunda vivienda aunque mantienen como domicilio habitual el de sus padres; personas que pasan mucho tiempo en sus viviendas de vacaciones porque ya están jubiladas o, incluso, inmuebles que por sus propias características tienen un consumo eléctrico 'relevante' aunque estén desocupados durante largos periodos de tiempo. Es el caso, por ejemplo, de muchas viviendas que tienen estancias o patios por debajo del nivel de la calle y de las conducciones generales de desagüe, y que requieren de bombas eléctricas automáticas para evacuar las aguas pluviales.
Y es que la aproximación al contribuyente en estos casos no ha sido precisamente amable por parte de Hacienda. Y ni siquiera prudente. Aunque el sentido común lleve a pensar que hay un orden para todas las cosas, la realidad es bien distinta. Así, parece lógico que se pregunte primero a los contribuyentes cuáles son las razones de que un inmueble aparentemente vacío o de uso vacacional tenga un consumo significativo de electricidad, para deducir más tarde si hay indicios de alquiler fraudulento y tomar medidas.
En uno de estos requerimientos a los que ha tenido acceso EL CORREO, ni siquiera se menciona el tema de la electricidad y, sin 'anestesia', se conmina al contribuyente a «declarar el rendimiento de capital inmobiliario del arrendamiento de inmuebles sitos fuera de Bizkaia». Se da por hecho. En este caso, fue a posteriori cuando los servicios de la Hacienda foral informaron al afectado -al exigir éste una aclaración al requerimiento- de que el consumo eléctrico de su vivienda de vacaciones les había inducido a sospechar la existencia de alquileres no declarados. ¿Hay colilla? Pues ha habido alquiler.
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