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La situación de la industria vasca es «muy delicada». El consejero encargado del ramo en el Ejecutivo autonómico, Mikel Jauregi, no se anduvo este viernes ... con paños calientes para describir la coyuntura de un tejido productivo netamente exportador sobre el que ya brotan los nubarrones. Las ventas de las empresas al extranjero registraron el año pasado su primera caída desde la pandemia. El panorama, lejos de mejorar, amenaza con deteriorarse tras la andanada arancelaria de Donald Trump, que ahondará aún más en la crisis de la automoción.
Aunque EE UU haya dejado en 'stand by' los aranceles «recíprocos» del 20%, el Ejecutivo autonómico sigue adelante con su escudo comercial, para el que ha movilizado 2.000 millones. La economía vasca entra así en una etapa de gran incertidumbre con las tasas que ya están en vigor: del 10% a todos los productos y del 25% al acero, el aluminio y la automoción. El lehendakari, Imanol Pradales, insistió ayer en la necesidad de «evitar el alarmismo» ante un escenario que exige dar pasos firmes y responder con «valentía, calma y unidad».
La semana pasada, en un análisis hecho a contrarreloj, el Ejecutivo estimó que la embestida arancelaria –ahora desinflada tras un arranque de semana negro en Wall Street– supondría un sobrecoste de 400 millones sobre los 2.000 que Euskadi exportó el año pasado a Estados Unidos. Sin embargo, la previsión es que su impacto indirecto sea mayor. Mucho mayor, especialmente, en la automoción, que actúa como palanca del tejido productivo vasco. El consejero de Industria, Mikel Jauregi, puso ayer por primera vez cifras al golpe que los derechos de aduana atestarán a la fabricación de vehículos: 1.200 millones sobre los 8.200 que el sector coloca en mercados internacionales.
La cuestión es que aunque solo el 1% de las exportaciones de automóviles y sus componentes se dirigen a EE UU, el impacto de los aranceles en terceros países provoca una onda expansiva que golpeará Euskadi. El sector del motor vasco vende una de cada tres piezas que produce a Alemania, que tiene en el mercado estadounidense a su principal socio. Este muro comercial profundizará en la crisis germana y, como consecuencia, impactará en la vasca.
Ante esta situación, a la que hay que sumar el riesgo de que China inunde de coches baratos el mercado europeo, Lakua apuesta por impulsar la fabricación de bienes «diferenciados» que resistan mejor «los cambios arancelarios». De ahí que el «escudo comercial» cuente con 500 millones destinados a bienes de valor añadido en I+D+i. Jauregi, en el pleno de control del Parlamento vasco, instó al resto de partidos a «unir fuerzas» para afrontar la situación. El diputado popular Álvaro Gotxi, quien le interpeló, le reprochó que Lakua todavía no haya acabado su plan industrial.
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