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Como país que importa el 99% del petróleo que consume, la espiral alcista que afecta al precio del crudo supone un serio inconveniente para España. Lo que, junto a los bajos tipos de interés, hasta hace poco era considerado uno de los vientos de cola ... que impulsaba el crecimiento económico del país, es ahora algo más que un molesto aire que sopla en contra. El aumento de los recursos que las empresas y los consumidores han de destinar a la compra de hidrocarburos tendrá efectos negativos en el consumo, la creación de empleo, la recaudación de tributos y, en términos absolutamente 'macros', en el objetivo del cumplimiento del déficit y el avance del Producto Interior Bruto (PIB).
Como nunca -y la economía no es una excepción- llueve a gusto de todos, hay quien sin embargo tiene motivos para brindar en este nuevo escenario: en Euskadi, casi un centenar de empresas vinculadas al sector del Oil&Gas (prospección, distribución, refino, componentes, etc.) que ven cómo el repunte en el precio del petróleo aumenta los márgenes de negocio de las petroleras, que a su vez se animan a invertir en nuevas instalaciones. Piezas clave en una cadena de suministro que vuelve a moverse tras un parón de más de dos años.
El precio del petróleo tocó fondo en enero de 2016, cuando el barril de Brent (el de referencia en Europa) cotizaba a 22 dólares el barril. Menos de una quinta parte de lo que llegó a marcar cuatro años antes: 124 dólares. Las empresas del sector entraron en barrena y se tuvieron que enfrentar a un escenario de subsistencia. Especialmente a las dedicadas al suministro de componentes. Todas ellas contemplaban angustiadas cómo las petroleras paraban en seco sus inversiones. Muchas de ellas, vinculadas al 'boom' del petróleo de esquisto en Estados Unidos, tuvieron que echar la persiana. A esos precios, les resultaba imposible rentabilizar la explotación de de este tipo de crudo, más difícil de extraer que el convencional.
Pero el petróleo, una materia prima sensible como ninguna otra a la inestabilidad geopolítica, hace meses que está envuelto en una espiral alcista. La culpa -o más bien, la última de ellas- la tiene el anuncio de Donald Trump de romper el pacto nuclear con Irán. Esta semana el barril de Brent ha superado la cota de los 80 dólares, lo que no sucedía desde noviembre de 2014. Y ahora los que miran con aprensión las tablas de cotización del crudo son los gobiernos. Empezando por el español. La escalada del petróleo tiene, tendrá, múltiples consecuencias para la marcha de la economía española, y todas ellas están contempladas en los cálculos del Ministerio de Economía.
En el Programa de Estabilidad presentado hace unas pocas semanas a las autoridades europeas, el Gobierno preveía un crecimiento del PIB para este año del 2,7%, y la creación de medio millón de empleos. Eso en un escenario con el barril de Brent en el entorno de los 66,7 dólares por barril. Pero si sube por encima de los 75 dólares, la economía española sólo avanzaría un 2%, Y el crecimiento del empleo se limitaría a 350.000 puestos de trabajo. El déficit público se elearía del 2,2% pactado con Bruselas al 2,6%. Y la deuda pública, uno de los grandes desequilibrios de la economía española, se incrementaría en 1,1 puntos. O lo que es lo mismo, 13.000 millones de euros.
España importa aproximadamente unos 450 millones de barriles al año. Con la cotización que prevén los analistas para este año -unos 70 dólares el barril, frente a los 50 promediados en 2017-, España tendrá que desembolsar 5.500 millones de euros más. Dinero del que no podrán disponer los consumidores españoles, y que irá a parar a los países productores.
Pero para las empresas ligadas al sector el actual panorama, claro está, representa una bocanada de oxígeno. Son aproximadamente un centenar de firmas posicionadas en alguno de los eslabones de la cadena de negocio del Oil&Gas. Empresas con una gran relevancia tanto desde el punto de vista de la transformación de los hidrocarburos como de la fabricación de componentes para la industria. Incluso en la prestación de servicios e ingeniería.
Dos de las más representativas son Tubacex y Tubos Reunidos. Para ellas, estos últimos años han sido un calvario. Especializadas en la fabricación de tubos de acero sin soldadura, el descenso en la cartera de pedidos y en los márgenes de beneficio les han obligado a replantear su estructura de producción e incluso, en el segundo de los casos, ha amenazado muy seriamente su viabilidad. Para capear el duro temporal, la compañía que pilota Guillermo Ulacia tuvo que redefinir su estructura productiva a través de la implementación del Plan de Creación de Valor Transforma 360º. Un proceso de ajuste que, según la empresa, ha permitido revertir en el primer trimestre de 2018 la «tendencia descendente de resultados» de la segunda mitad de 2017.
Tubos Reunidos se felicita porque la actividad de perforación de 'shale' en Estados Unidos -mercado al que está muy expuesta- «sigue creciendo de forma estable», apoyada por los niveles del precio del petróleo y gas, «manteniendo creciente la demanda de tubos en volúmenes y precios». La compañía alavesa aprecia «un contexto de dinamismo en el mercado», especialmente en el país norteamericano. Sin embargo, advierte, «las incertidumbres y el resultado de las negociaciones entre la Unión Europea y Estados Unidos acerca de la imposición de aranceles a la importación de acero, así como su impacto en otros mercados y principalmente el europeo, pueden afectar a nuestra tendencia».
En Tubacex -que ha declinado hacer comentarios para la realización de este reportaje- se felicitaban por los resultados obtenidos en el primer trimestre de este año, con un beneficio antes de impuestos de 2,9 millones de euros y, lo que es más importante, un aumento de las ventas del 28,3%. La empresa que dirige Jesús Esmorís dirige casi la mitad de las ventas a un sector, el de Oil&Gas, en el que advierte ciertos síntomas de mejora. De todas formas, para los próximos meses la compañía «no espera cambios significativos en el mercado, ya que los anuncios de incrementos de inversión tardarán un tiempo en traducirse en una mayor demanda».
Así pues, la prudencia se impone como norma en las empresas del sector a la hora de valorar el nuevo escenario. También lo hace Petronor. La compañía vasca, filial del grupo Repsol, es el principal contribuyente de la Hacienda vizcaína. El pasado año ingresó 745 millones de euros en las arcas de la Diputación foral del territorio en concepto de impuestos: especiales, IVA, Sociedades e IRPF de sus empleados. Luego si le va bien a Petronor, le irá bien a todo el mundo.
A la refinería de Muskiz el alza en el precio del petróleo le supone una revalorización de sus productos almacenados. Es decir, influye en el efecto patrimonial, que es la diferencia entre el precio al que se ha comprado el crudo que se guarda durante meses en los tanques de combustible, y su valor de mercado en el cierre del ejercicio. En 2016 por este concepto Petronor se anotó un beneficio de 50 millones de euros, pero el pasado año supuso una merma de unos 4 millones. En 2018, «y siempre que el precio mantenga los niveles hasta final de año», el efecto patrimonial volverá a ser positivo.
Se podría pensar que el alza en el precio del barril de Brent (la materia prima con la que trabaja Petronor) supone un aumento del margen de refino. «Pero, aunqeu resulte una paradoja, el precio del petróleo no incide directamente» en este sentido. «El margen depende de los diferenciales del Brent sobre los crudos procesados y los productos vendidos», explica el director financiero de la compañía, José Luis Arredondo. «A ello hay que añadir que una refinería es un gran consumidor de energía y, en la medida en que esta se encarece, los costes de transformación aumentan».
Ampo es una de las empresas vascas más expuestas a la industria del gas y el petróleo, que absorbe aproximadamente el 80% de sus ventas. La compañía guipuzcoana se presenta como «líder a nivel internacional en componentes de fundición de acero inoxidable y alta aleación, así como en válvulas de alto valor tecnológico». Jon Gorrotxategi, Sales&Business Development Director de Ampo, cree que la actual escalada del precio del crudo «nos afectará positivamente, ya que las grandes petroleras están afrontando nuevos proyectos ante el aumento de su capacidad de destinar recursos al CAPEX (inversiones en vienes de capital)». «En general», Gorrotxategi observa «un mayor dinamismo en el mercado, aunque preferimos ser cautelosos ante esta situación». «Debido a la fuerte crisis que ha sufrido el sector -apunta- creemos además que la industria del petróleo ha cambiado, por lo que tenemos que adaptarnos con agilidad a la nueva realidad del mismo y garantizar así el éxito en el futuro. Entramos en una nueva era donde la eficiencia será un factor para el sector».
Otras empresas ligadas al sector son Vicinay Cadenas -especializada en el anclaje de plataformas marinas y auténtico líder mundial en ese nicho de mercado-, Ulma Piping -produce bridas y accesorios forjados-, o el antiguo Grupo Guascor -integrado en Siemens Gamesa, y que fabrica motores de diésel y gas, así como repuestos para generación de energía. También pendientes de la evolución del petróleo están operadores de transporte y almacenamiento como EDP-Nortegas, Enagas Norte, y Bahía de Bizkaia Energía y Gas. Y compañías que ofrecen servicios relacionados con el gas y el petróleo y las actividades de ingeniería como Iberdrola, Sener, Giroa, Tamoin o Idom.
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