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La máquina de recaudar de las haciendas forales vascas está, por el momento, perfectamente engrasada. La recaudación ha vuelto a fluir en las arcas del fisco vasco y las diputaciones de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa afrontan un panorama optimista en torno a la posibilidad de ... cumplir sus presupuestos de ingresos. Incluso, de superar las previsiones. Así se evidencia de los resultados de recaudación cosechados hasta finales de agosto, con unas cifras que resultan contundentes. Las diputaciones forales han ingresado un total de 8.069 millones de euros en los ocho primeros meses del año. Una cifra que supone un 20,4% más que en el mismo periodo del pasado ejercicio y que se traduce en 1.646,7 millones de euros más que lo ingresado hasta finales de agosto en 2020.
Pero las haciendas se han apresurado a lanzar mensajes de prudencia, porque hay algunos elementos que impiden hacer una comparación rigurosa entre los ingresos de este año y los de 2020, cuando nos encontrábamos en momentos de alta intensidad de la pandemia y también de la crisis económica que desató el Covid. Así, existe una clara diferencia en fechas en la campaña del IRPF, cuyo cierre se prolongó el pasado año hasta septiembre para facilitar la presentación de las declaraciones, mientras que este año terminó en junio.
Así, los ingresos procedentes de este impuesto que soportan las personas -en realidad la cuota diferencial entre retenciones y devoluciones- ya están claros, mientras que en la contabilidad del pasado año aún estaba pendiente la recaudación fuerte del final de campaña. Hay un segundo factor que distorsiona la fotografía fija de los ingresos y es la transferencia extraordinaria que ha hecho el Estado a la Diputación de Bizkaia, por importe de 432 millones y dentro del capítulo dedicado al IVA. Esta cantidad corresponde a un viejo litigio entre ambas administraciones a propósito del IVA que se genera en la venta de hidrocarburos fuera de la comunidad autónoma vasca por parte de operadores que tienen sus depósitos fiscales en Bizkaia.
Pese a su carácter extraordinario, supone una importante inyección de dinero que llega en un momento muy delicado, cuando las administraciones públicas están obligadas a hacer un esfuerzo extraordinario en el gasto para paliar las consecuencias de la pandemia. Este ingreso, además, beneficia a los tres territorios y en último término al Gobierno vasco -que recibe el 70% de todas las cantidades que previamente recaudan las diputaciones-, ya que el IVA está sometido a un sistema de reparto interno en los tres territorios en función del peso que tiene cada uno en el consumo.
La recaudación hasta agosto siempre es un elemento crítico para la Administración pública. Y ello porque es la base sobre la que diputaciones y Gobierno vasco suelen establecer cada año sus estimaciones financieras. Tanto la previsión de cierre del año -lo que permite también modular el gasto y el endeudamiento en el último trimestre-, como de cara a la elaboración de los Presupuestos del ejercicio siguiente.
Pese a todo, sí que hay algunas señales puntuales que confirman la recuperación de la actividad económica. Es el caso de los impuestos especiales que gravan productos de consumo -hidrocarburos y alcohol, por ejemplo-, que experimentan aumentos de dos dígitos en muchos casos.
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