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Sergio Llamas
Viernes, 7 de julio 2023, 01:02
A sus 70 años y con ocho startups desarrolladas en Silicon Valley, Steve Blank habla de sí mismo como si estuviera retirado. En realidad ejerce ... de académico en la Universidad de Stanford y ha continuado publicando libros que le han convertido en un gurú para emprendedores. Creador del método 'Lean Startup', ayer ofreció en Bilbao la conferencia inaugural en la cita organizado por la aceleradora Bind 4.0, del Grupo SPRI.
- ¿El emprendimiento es una ciencia exacta?
- Eso es como preguntar si el arte es una ciencia exacta. Para nada. De hecho, hasta el siglo XXI no entendíamos ni siquiera que las startups eran diferentes de las compañías más grandes. Mi trabajo y el de otros ha consistido en buscar nuevos modelos para ellas, aunque estos tampoco garantizan el éxito.
- Entonces la suerte juega un papel importante.
- La suerte, el momento, el carisma, la pasión, la visión… todo eso que podría describir a un artista de rock, un novelista o un cineasta. El emprendimiento es un mundo de grandes éxitos, como ocurre con el cine. Llevamos muchos años haciendo películas, cientos cada año, pero solo una decena consiguen hacer realmente dinero. Desde luego, tener las herramientas correctas y la gente adecuada incrementa tus opciones de alcanzar el éxito.
- En su ponencia ha hablado del 'teatro de la innovación'. ¿Hay mucha ficción en este ámbito?
- No en el sentido de que se esté intentando engañar, pero sí en el de que resulta difícil explicar los conceptos porque son cosas nuevas. En el siglo pasado podías estar con un mismo producto durante veinte años. Ahora hay que reinventarse cada cinco. A todo el mundo le cuesta saber cómo mantenerse en el negocio. Empiezas con una incubadora, te asocias con una startup de fuera, adquieres otra compañía… Todas las empresas están intentando lidiar con esta disrupción.
- Estuvo en los orígenes de Silicon Valley. ¿Sigue siendo la capital de las grandes ideas?
- Es uno de los escenarios de esas grandes ideas. Una de las fases por las que pasan las startups es la de conseguir capital, y Silicon Valley es uno de los pocos lugares en los que puedes levantar muchos millones en una primera ronda. Probablemente solo habrá unos cinco en el mundo que den esas oportunidades. La buena noticia es que ahora, con internet, el emprendimiento está en todas partes, pero los grandes inversores siguen encajonados en estos pequeños lugares. Por eso hay más 'unicornios' en Silicon Valley, no porque allí seamos más inteligentes que el resto.
- Ha formado parte del desarrollo de ocho startups. ¿Qué errores cometió?
- El primer error fue enamorarme de mi producto y pensar que realmente ese era el negocio. El segundo pensar que los clientes existían para mí, cuando lo único importante es resolver sus problemas. Me creí mi propia importancia. Aparecí en la portada de la revista 'Wired' y pensaba que era un genio, porque lo decían allí. Noventa días después la compañía quebró totalmente y llamé a mi madre para contarle que había perdido 35 millones de dólares. Como era inmigrante, no dominaba el idioma y al principio creyó que yo no recordaba dónde los había metido. Luego le expliqué que los inversores me habían dado otros 12 millones para que creara mi próxima startup.
- Salió bien.
- La cuestión es que no existe la innovación fallida, porque siempre se traduce en experiencia. En Silicon Valley no tratan el fallo como algo permanente. De hecho, con la siguiente empresa pude devolverles mil millones de dólares.
- ¿Hay demasiadas startups?
- Por supuesto. Y el sistema siempre va a estar saturado, porque funciona como un embudo. Los inversores meten dinero en varias empresas, porque no saben cuál va a ser la buena. Para alguien de fuera puede parecer un caos, con todo el mundo haciendo lo mismo, pero el mercado funciona y solo sobreviven los más eficientes. O los que tienen mejor marketing.
- Se le atribuye la creación del método 'Lean Startup', que pone al cliente en el centro. ¿Qué ha supuesto este método?
- En el siglo XX una persona tenía una idea, creaba unas diapositivas y con ellas se iba a buscar una inversión. Si tenía apoyos la construía en base a esa 'biblia' que ya no se podía cambiar. No había 'feedback'. Ahora se trabaja pieza a pieza. No es necesario construir todo el producto a la vez. El principal cambio es la posibilidad de pivotar cuando aprendes cosas nuevas sobre las necesidades de los clientes, lo que te evita el fracaso en la primera etapa, aunque nunca hay como tal una fórmula de éxito.
- Las jornadas Bind 4.0 buscan impulsar la colaboración entre startups y grandes empresas. ¿Qué se aportan unas a otras?
- Las grandes compañías tienen algo que las startups necesitan desesperadamente: dinero. Y las empresas necesitan las nuevas ideas y servicios que ofrecen las startups. Unir el problema y las soluciones potenciales permite acelerar el proceso.
- ¿Qué éxito reciente es el que más le ha sorprendido?
- El de la Inteligencia Artificial. El año pasado la Inteligencia Artificial realizó unos avances muy interesantes con Dall-e, para generar imágenes a partir de texto; Copilot, que ayuda a programar; y AlphaFold, que ha encontrado cuatro millones de estructuras de proteínas cuando en los 75 años anteriores los científicos dieron con 10.000. No me sorprendería que consiguiera un Premio Nobel.
- Ahora está el Chat GPT...
- Se construyó como chat pero está recibiendo tecnologías emergentes creadas a partir de la plataforma. Es el inicio de algo que transformará todos los campos y que resulta terrorífico y emocionante. Me produce la misma sensación que tenía a los 19 años, cuando estaba a punto de saltar de un avión. Así debería de sentirse todo el mundo.
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