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Un estudio elaborado por el 'Financial Times' sitúa a Euskadi entre las diez regiones europeas del sur de Europa con más atractivo para la inversión extranjera. Para elaborar esta clasificación, la prestigiosa revista analizaba una serie de parámetros, como el potencial económico, las infraestructuras, ... el mercado laboral o la logística de 489 áreas geográficas del continente. El informe se completaba con la opinión de un tribunal de expertos encargado de evaluar la estrategia de atracción de inversiones de 146 ciudades y regiones europeas.
Euskadi tiene una notable capacidad para seducir al inversor foráneo. O, por lo menos, ha sido capaz de potenciarla en los últimos años. Según la Spri (la agencia vasca de desarrollo empresarial) la inversión extranjera directa se ha más que duplicado en el periodo comprendido entre 2012 y 2016: 6.565 millones de euros, frente a los 2.980 captados entre 2006 y 2011. Pero los últimos datos, conocidos esta misma semana, decían que solo el pasado año Euskadi recibió 2.616 millones de euros de inversión productiva (con contempla las realizadas por entidades de tenencia de valores extranjeros), lo que representa un aumento interanual del 70,8%. En la actualidad las empresas con capital extranjero radicadas en Euskadi contribuyen al PIB de la comunidad autónoma en un 13%, y suponen casi el 10% del empleo total.
Esa entrada de capital foráneo puede adoptar diversas formas. Una de ellas, y que según la SPRI concentra el mayor volumen de proyectos, es la inversión en empresas extranjeras ya establecidas en territorio vasco. «Supone el 90% de las inversiones. Por eso es muy importante el 'aftercare', es decir, ir a las compañías que ya están aquí y preguntarles cómo les va, qué necesitan… Darles cariño. Se trata de afianzar la inversión extranjera porque, muy a menudo, las plantas que hay aquí no compiten con otros fabricantes, sino con otras plantas de la misma multinacional que están en otros lugares», aseguraba recientemente a este periódico Iñaki Tellechea, director de Promoción Empresarial de la Spri.
El caso más evidente es el de Mercedes Daimler, que en los últimos años ha ampliado sus planes de producción en la planta de Vitoria, la principal industria que hoy día tiene Euskadi. O el de GKN Driveline, multinacional inglesa de la automoción que cuenta con una planta en Zumaia que emplea a 400 trabajadores. Recientemente se supo que la fábrica guipuzcoana recibirá una inyección de 10 millones de euros para su mejora y ampliación.
En otras ocasiones, esa inversión extranjera directa se concreta en nuevos proyectos de creación y riqueza, denominados 'greenfield'. En esta casuística se engloban casos como el de Viralgen, que instalará en Gipuzkoa la primera infraestructura en Europa para el desarrollo de vectores virales utilizados en terapia génica. La inversión rondará los 10 millones de euros para un centro de producción que se instalará en San Sebastián y que creará medio centenar de empleos «de alta cualificación».
A veces el capital foráneo también puede ayudar a reflotar empresas vascas que se encuentran en apuros. Es el caso del grupo italiano Lucart, que adquirió a principios de este año el grupo CEL por algo más de ocho millones de euros. La empresa papelera, que llevaba meses en concurso de acreedores, se ha salvado así de su disolución. Una de las plantas del grupo, la de Aranguren (Zalla) volvió a funcionar el pasado mes de febrero tras un largo periodo de inactividad.
¿Qué es lo que buscan las empresa extranjeras en Euskadi? ¿Por qué lo consideran un lugar atractivo donde llevar a cabo sus inversiones productivas? «Sobre todo un entorno industrial en el que puedan encontrar proveedores de los más altos estándares de calidad, tecnología e innovación», resumen fuentes de la Spri. «Todo ello, en un entorno competitivo en el que desarrollar el negocio, sin buscar exclusivamente bajos costes, sino alta productividad, generación de valor añadido y calidad», añaden en la agencia de desarrollo empresarial.
El hecho de disponer de «una gran cantidad de empresas de subcontratación industrial especializada también supone un atractivo para los inversores, ya que tienen la posibilidad de proveer las necesidades de futuras compañías inversoras», destacan en la Cámara de Comercio de Gipuzkoa, que destaca el posicionamiento del territorio en cuatro «ejes estratégicos»: ciberseguridad industrial, innovación en la atención al envejecimiento y dependencia, cambio climático y transición energética, e infraestructuras para la movilidad sostenible.
Pero también hay ocasiones en las que el dinero extranjero llega para hacerse con el control de compañías que llegan a un punto óptimo de maduración en sus sectores productivos. «En el momento en que algunas empresas han tenido que dar el salto de pequeñas grandes compañías a empresas globales, se han vendido a otras extranjeras, y eso puede ser un problema», reflexiona Joaquín Arriola, profesor de Economía Aplicada en la facultad de Economía y Empresa de la UPV/EHU. Es el caso de ITP, comprada en su totalidad por Rolls Royce, que hasta ese momento era dueña de la mitad de la compañía. O el más reciente de Gamesa, absorbida por la multinacional alemana Siemens, en una operación que Arriola no duda en calificar como «desastrosa».
Otro hándicap al que se enfrenta Euskadi a la hora de captar inversión extranjera es su pequeña dimensión, tanto geográfica como poblacional. «Tenemos una población muy reducida, y esto en algunos casos, en los que se busca un gran mercado cercano, o mayor visibilidad en grandes capitales, resulta una debilidad», admiten en la Spri. «Las administraciones públicas vascas deben entender que el espacio productivo de la industria, y la empresa en general, no se puede limitar a las fronteras d la comunidad autónoma. Hay que hacer una gestión de los espacios y recursos que amplíe el espacio vital del proceso de acumulación de capital», sostiene Arriola. «Es decir, habría que llegar a un acuerdo con Burgos, Cantabria, Navarra y La Rioja en materia de infraestructuras, de proyectos conjuntos, presentación del territorio a posibles inversores extranjeros… Mientras tanto, habrá unas limitaciones objetivas de tamaño para atraer inversión foránea», sentencia el profesor de la UPV/EHU.
Tampoco juega a favor de Euskadi «los altos costes unitarios de producción, como los que representan la energía, el suelo, o los costes laborales», en opinión de la Spri. «Por tanto, no somos atractivos para aquellas empresas que sólo busquen bajos costes», añaden. Y la carga impositiva que soportan las compañías, con un impuesto de Sociedades más elevado que en el resto del Estado. Un problema en vías de resolverse a través de las reformas del gravamen que ya están llevando a cabo las diputaciones forales. «Pero la inversión industrial no se implanta en ningún sitio con criterios de ventajas fiscales, salvo operaciones muy puntuales. Lo fundamental es la fiabilidad, que no es sólo ser capaz de responder a un pedido: esa cultura industrial que impregna al conjunto de la sociedad, que no es incompatible con la existencia de organizaciones sindicales fuertes y salarios relativamente altos, siempre y cuando haya también una productividad elevada. En todos esos elementos sí que es atractiva Euskadi», señala Joaquín Arriola.
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