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Uno de los mayores retos para la economía en España es la recuperación de la competitividad respecto a Europa. Y Euskadi, aunque lidere la media nacional como señalaba un informe de la OCDE esta misma semana, no escapa a este desafío, lastrada, entre otras cosas, ... por elementos como el absentismo laboral.
Precisamente, el análisis encargado por el Ministerio de Trabajo a la entidad económica internacional señala que la inversión de las empresas es la mejor fórmula para recuperar competitividad. Aumentar la digitalización y mejorar la eficiencia energética son dos de las claves para asegurar ganancias y crecimientos futuros, señala el informe del organismo con sede en París. Y el sector privado vasco presenta datos preocupantes en uno de los mejores termómetros para medir la inversión empresarial: el crédito, que es la herramienta a la que más se recurre para financiar las mejoras en las compañías. Según los datos del Banco de España, el País Vasco presenta un saldo total de préstamos a empresas y familias de 57.656 millones de euros. Es la cifra más baja desde junio de 2005.
Así es como le ha cogido a la economía vasca el cambio de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) anunciado el pasado jueves. La rebaja de los tipos de interés al 4,25% puso fin a dos años de subidas continuadas para hacer frente a la inflación. El regulador comunitario presidido por Christine Lagarde no adoptaba una decisión de este tipo desde 2016, cuando dejó los tipos a cero para favorecer la recuperación de la crisis financiera. Entonces, el saldo de los créditos en Euskadi era de 64.566 millones, un 10,7% más que actualmente.
Esta reducción de tipos, por lo tanto, podría tener un efecto incentivador para la inversión privada y «estimular el crédito» cuando es más necesario. Así lo señala el director del departamento de Estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga. El doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto recuerda que hasta ahora el crecimiento se ha apoyado en la inversión pública, entre otras cosas, por las subvenciones europeas. «Pero aun así -recuerda- estamos hablando de un pequeño cambio en las tasas. No es más que el comienzo de un nuevo camino y, según avance, veremos las consecuencias». Para que se aprecien realmente los tipos deben disminuir dos puntos.
Desde Confebask, su responsable de Economía, Pablo Martín, no duda en señalar que el anuncio del BCE de esta semana «es muy positivo» y lo es, en primer lugar, «porque es un síntoma de que la subida de precios se empieza a controlar, lo que es muy bueno para la economía, el consumo y el crecimiento». «Además -reconoce-, ayuda a recuperar la inversión, que es un elemento clave para las empresas».
Pero Martín advierte de que más allá del precio del dinero el «principal condicionante de la inversión es la certidumbre de rentabilidad». En Euskadi ha habido grandes periodos de crecimiento e inversión como los primeros años tras la entrada en la UE, recuerda el economista, «y entonces los intereses estaban en el 10% pero había certezas». Por eso es importante un «horizonte de crecimiento económico que garantice la rentabilidad a las empresas para afrontar la transformación digital y de sostenibilidad». Para ello, el representante de la patronal reclama también «más seguridad jurídica y estabilidad política».
En estos dos últimos años la subida del precio del dinero se ha dejado notar en los gastos financieros, aquellos que corresponden al importe que las compañías deben pagar para devolver los préstamos a los bancos. Así, en el pasado 2023, las 14 empresas vascas que cotizan en Bolsa aumentaron estos gastos en un 25%, 532 millones más, hasta alcanzar los 2.694.
Haciendo 'zoom' sobre empresas más pequeñas y exceptuando el impacto del gigante eléctrico internacional, Iberdrola, el dinero a pagar créditos se disparó un 50%, hasta los 507 millones. En porcentaje, el mayor crecimiento correspondió a Tubos Reunidos, un 130% hasta 36,5. La compañía afronta un proceso de reestructuración para el que recibió 116 millones de la Sepi. Los grandes fabricantes como Gestamp y Cie Automotive también han acusado este fenómeno. La empresa presidida por Francisco J. Riberas elevó este capítulo de gasto un 83%, hasta los 276 millones y, en el caso de Cie, los costes subieron casi un 130%, hasta 86,4 millones.
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