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Que las empresas se muevan es un fenómeno natural. Que se vayan más de las que llegan es un problema relativamente liviano, si es coyuntural, y que pasa a ser serio si se convierte en estructural. Es precisamente lo que le sucede a Euskadi, que ... en ese 'saldo migratorio' lleva las de perder. El movimiento de sedes sociales de empresas no es el gran dato, pero sí un indicador de tendencias. Y las cifras de los últimos nueve años no dejan lugar a dudas: se han ido del País Vasco más empresas de las que han llegado de otras comunidades autónomas. En ese periodo, casi una década, el saldo es negativo en 421 sociedades, según recoge el Registro Mercantil.
Si el movimiento de compañías es sólo un dato, basta observar otros que circulan de forma paralela para darse cuenta de que Euskadi tiene un problema no suficientemente reconocido. ¿Cuánto pesa la economía vasca en el conjunto de la riqueza que se genera en España? Lo cierto es que cada día menos. Si en el año 2000 Euskadi generaba el 6,3% del valor de los productos y servicios españoles, en 2020 -última cifra disponible sobre economía regional del Instituto Nacional de Estadística- esa tasa ha descendido ya al 5,93%. No es una bajada puntual, sino el resultado de una tendencia sostenida en las dos últimas décadas.
migración
José Galíndez, presidente del Círculo de Empresarios Vascos, cree que esos datos no son únicamente el reflejo de un problema centrado en las empresas, sino de una crisis que aqueja al conjunto de la sociedad y que se manifiesta en otros frentes. El demográfico, por ejemplo. «En el año 2000 -apunta- había 40.000 estudiantes universitarios en el País Vasco. En la actualidad hay 16.000 y en 2040, porque ya han nacido los que irán a la Universidad en esos momentos, habrá tan sólo 6.000». Y es que la pérdida de peso económico del País Vasco tiene también un reflejo en términos de población. En 2000 Euskadi albergaba al 5,14% de la población española, mientras que en la actualidad esa tasa ha descendido hasta el 4,62%.
Andrés Sendagorta, presidente de Sener y de AEFAME, la asociación que agrupa a las empresas familiares del País Vasco, cree que el deterioro es «una realidad tozuda» y su solución «exige un claro liderazgo por parte de las autoridades. Me atrevería a decir que es una responsabilidad que debe asumir el lehendakari en persona». En ese contexto, apunta que «cuidar a la familia y a las empresas familiares es clave», porque son este tipo de sociedades las que representan los valores que favorecen el crecimiento económico de un territorio: «Arraigo, prioridad en la creación de valor y empleo en el entorno frente a la especulación a corto plazo, y mayor porcentaje de beneficios destinados a la inversión. Ese es el retrato robot de la empresa familiar», sostiene.
Las cifras de 2021 pueden generar algún que otro escalofrío. El saldo fue negativo, y entre las que llegaron y las que se fueron, Euskadi cerró el año con 39 empresas menos. Hubo dos deslocalizaciones significativas: una compañía dedicada a la tecnología informática y otra, la sede de una filial de distribución comercia. Están entre las diez migraciones más importantes registradas el pasado año en España entre comunidades autónomas y contribuyen, además, a un saldo económico deprimente: las empresas que se fueron facturaban 1.338 millones de euros anuales y las que llegaron, tan sólo 62 millones.
Guillermo Dorronsoro, profesor de la Universidad de Deusto, cree que una pieza fundamental para buscar soluciones es reforzar «el sector financiero», porque atrae centros de decisión. Por cierto, algo que el País Vasco y en especial Bizkaia tuvo hace algunas décadas y que se ha perdido fruto de varios factores. Entre ellos, la presión de la banda terrorista ETA jugó un papel decisivo, aunque también los responsables públicos han remado a la contra con decisiones como penalizar las Sicavs o mantener el Impuesto de Patrimonio, a sabiendas de que genera fuga de profesionales con rentas elevadas. «Si en Soria la preocupación es la España vaciada, en el País Vasco debería ser la pérdida de empresas», opina Dorronsoro, que no es muy optimista en relación al papel que pueden jugar los responsables institucionales. «En general -apunta- todos los políticos, de todos los partidos, creen que una parte de su trabajo es vender lo bien que va el territorio, aunque no sea cierto. Incluso, cuando llevas la contraria pasas a estar catalogado de enemigo público».
Madrid es, con gran diferencia, el principal destino de las empresas que deciden abandonar el País Vasco para ubicar su sede social en otra comunidad autónoma. Allí se fueron el pasado año 163 compañías -Euskadi sólo consiguió arrebatar 89 de las que abandonaron la comunidad madrileña-, con un saldo económico no menos desfavorable. Las que se fueron facturaban 867 millones de euros y que las que llegaron, 37 millones. Un mal negocio se mire por donde se mire. Esa capacidad de atracción de Madrid es general, afecta a todas las autonomías en España y se refleja en sus datos macroeconómicos. Un total de 1.493 sociedades mercantiles abandonaron esa comunidad el pasado año, pero fueron capaces de atraer 2.085.
También un análisis de largo plazo permite valorar los efectos de ese fenómeno centrípeto. Frente a la pérdida de peso del PIB vasco, Madrid engorda sin cesar. En 2000 la generación de riqueza de esa comunidad suponía el 17,67%, mientras que en la actualidad se sitúa en el 19,3%. Y en población pasa algo parecido. De tener el 13,2% de la población española ha pasado al 14,27%.
Para Eduardo Aréchaga, secretario general de Confebask, «hay un claro proceso de 'deforestación' empresarial en Euskadi y debemos darnos cuenta de que reponer una empresa perdida es algo que cuesta mucho. Aún mantenemos una potencia industrial y hemos mejorado el PIB per cápita gracias a una mejora sustancial de la productividad por persona ocupada. Pero eso tiene ya un recorrido muy corto». En su opinión, determinadas actitudes sindicales no ayudan a atraer o retener nuevas inversiones. «Alardear, como algunos sindicatos, de que el País Vasco concentra el 42% de las jornadas de huelga en España, no es precisamente una buena carta de presentación para quienes están estudiando invertir», advierte en referencia a ELA.
«No es un tema que tenga una solución sencilla», agrega José Galíndez. «Es de largo plazo, pero hay que tomar medidas. De lo contrario nos podemos encontrar con que el País Vasco se convierte en un lugar de jubilados y de funcionarios».
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