Trabajador en una acería, uno de los sectores industriales que más energía consume. Reuters

La eterna lucha de la industria por reducir la factura energética

Pese a los grandes avances de las últimas décadas, a las empresas vascas del sector aún les queda camino que recorrer en su ineludible objetivo de ahorrar una energía que les resulta más cara que a competidores de otros países

Jueves, 28 de septiembre 2017

La industria vasca veía ya muy cerca la posibilidad de reducir su factura energética mediante el abaratamiento de los peajes que ha de pagar por estar conectada a las líneas de alta tensión eléctrica. En 2018, y merced a un acuerdo entre PNV y PP, ... se iba a poner fin a lo que desde Euskadi se considera una discriminación histórica respecto a otras zonas de España, donde el acceso a las redes les sale más barato a las empresas. Pero el Govern de Catalunya, apoyado por el Síndic de Greuges (defensor del pueblo), considera que esta reforma de los peajes eléctricos puede suponer «una ayuda de estado encubierta», por lo que ha solicitado a la Comisión Europea que abra una investigación al respecto. El caso tiene su miga, porque la industria vasca podría llegar a ahorrarse hasta 100 millones al año en su factura de la luz, según estimaciones de Confebask. Una cantidad nada despreciable si se tiene en cuenta que las empresas vascas del sector pagaron en 2015 casi 860 millones por el suministro eléctrico.

Publicidad

Sea cual sea el final de este contencioso en torno a los peajes de acceso a la red, lo cierto es que a la industria vasca no le queda más remedio que insistir en la eterna lucha por reducir unos costes energéticos que han lastrado enormemente su competitividad en los años de crisis. Sobre todo desde la reforma eléctrica puesta en marcha por el gobierno del Partido Popular a partir de 2012, que implicó un enorme aumento de los costes fijos del suministro eléctrico.

Hay mucha estadística alrededor del sobrecoste que las empresas vascas -como el conjunto de las españolas- se ven obligadas a pagar por la energía que consumen en sus procesos productivos, fundamentalmente en lo que se refiere a la electricidad. El viceconsejero de Industria del Gobierno Vasco, Javier Zarraonaindia, afirmaba recientemente que el precio del kilovatio a la hora (Kw/h) es en Euskadi un 22% superior a la media de la Unión Europea, un 33% respecto a Francia, y un 27% más caro que el que paga la industria alemana. Eduardo Aréchaga, director general de Confebask, alertaba que para algunos subsectores industriales de consumo intensivo (como la siderurgia-fundición o el papel y cartón), la energía podría llegar a suponer hasta un 40% de sus costes totales. ArcelorMittal, el gigante mundial del acero, denunciaba que la factura energética de sus compañías en España resultaba un 38% más cara que la de sus competidores alemanes.

El pasado año, el Instituto Vasco de Competitividad (Orkestra) elaboraba un profuso informe sobre los costes energéticos de la industria vasca. Entre sus muchas conclusiones, destacaba el hecho de que durante el periodo 2000-2015 los costes energéticos de la industria vasca han crecido, como media, un 19% más que los precios de los productos fabricados por las empresas afectadas. En otros países del entorno ese diferencial es significativamente menor: un 9% en Francia, y un 3% en Alemania. El desequilibrio resulta especialmente sangrante para subsectores industriales como el de los tubos, en los que Euskadi ocupa una posición de liderazgo internacional con dos colosos como Tubacex o Tubos Reunidos. Para ellos, la factura del gas natural o la electricidad ha crecido un 30% más que el precio de los tubos que producen. En el caso de la siderurgia el diferencial fue del 23%, y del 21% en el caso de las cementeras. El impacto fue menor para subsectores como el químico o el de caucho, con un 12%.

El camino de la eficiencia energética

La industria vasca se queja, pues, de que paga la energía a precio de sangre de unicornio. Así que no le queda más remedio que reducir esa factura por otros medios. ¿Cómo? Pues principalmente, a través de una mejora de la eficiencia energética. «Nuestras empresas han hecho los deberes en ese sentido», afirman desde la patronal vasca. Los mayores avances se lograron en la década de los 90, cuando muchas empresas cambiaron el fuelóleo o el gasoil por el gas natural, que por aquel entonces empezaba a extender su red de suministro.

Publicidad

«En los años previos a la crisis muchas empresas empezaron a modernizar sus equipos: sustituyeron equipos viejos, mejoraron el aprovechamiento de calores residuales. Y en los últimos años se ha producido mucho cambio de iluminación, temas de control y regulación de equipos, y sistemas de gestión», detallan fuentes del Ente Vasco de la Energía (EVE), que lleva muchos años monitorizando las acciones de las empresas del territorio en lo que se refiere a eficiencia energética.

En el organismo creen que la industria vasca «está haciendo bien sus deberes», y destacan que el 60% del ahorro en eficiencia energética respecto a los objetivos marcados en la Estrategia Energética de Euskadi 2030 (3E2030) lo ha conseguido sólo el sector industrial. Un logro destacable, teniendo en cuenta que la industria representa entre el 42% y el 45% de la energía que se consume en Euskadi. Cifras estas últimas, en cualquier caso, muy superiores a la media de la Unión Europea, donde el 26% de la energía final es absorbida por el sector industrial. En Euskadi los subsectores con un mayor consumo son la siderurgia y la fundición (con un 35% del total), el papel-cartón (17%) y el de máquinas y transformados metálicos (10%).

Publicidad

¿Y qué tipo de energía consumen las industrias vascas? Pues la fuente más utilizada es el gas natural, que representa el 47% del total, por un 36% de la electricidad. De todas formas, casi todas las industrias combinan el consumo de ambas fuentes de energía, que son las que acaparan la práctica totalidad del mix energético. A gran distancia se sitúa la energía producida por renovables (7%), los derivados del petróleo (7%) y el carbón, que hoy día tiene un papel residual en los procesos productivos (2%).

Caída del consumo durante la crisis

La reciente crisis económica motivó un brusco descenso del consumo energético en el sector industrial vasco, que entre los años 2008 y 2014 se desplomó un 23%. Una caída que sin embargo guardaba una relación directa con el descenso de la producción industrial, del 20% en el mismo periodo. Por tanto, «la intensidad energética en términos de consumo por unidad de PIB disminuyó en 3%», según se refleja en el documento de 3E2030, donde se concluye que «las posibles mejoras en eficiencia energética se han visto reflejadas sólo parcialmente en el indicador de intensidad energética, debido a que los descensos en la producción industrial implican mayores consumos por unidad de producción». Es decir, que se gastaba más energía para producir menos.

Publicidad

Un estudio realizado por el EVE hace ya siete años indicaba que el potencial de ahorro energético en la industria vasco «puede estar en el rango del 5%-23% de su consumo, en función de cuál sea el subsector». Desde entonces se han realizado importantes avances, pero según se señala en la Estrategia Energética de Euskadi, «aún queda margen de mejora. Por ejemplo, en la eficiencia de hornos y calderas, la reducción de consumos eléctricos (a través de variadores de velocidad, motores eléctricos más eficientes, desconexión de transformadores, etc.) y, en general, mejoras en la configuración y en el control de los sistemas».

Porque la esperanza en una bajada de los precios pasan, en el caso de la electricidad, básicamente por la eliminación de la tarifa de los costes que no son estrictamente los del sistema: incentivos a renovables, pago por el sobrecoste de llevar la electricidad a las islas, la amortización del déficit de tarifa, etc. Elementos que son los que más contribuyen a engordar el recibo de la luz -y no solo para las empresas, también para las familias-.

Publicidad

En lo que respecta al gas -la fuente de energía más consumida en sectores como el vídrio y el de la pasta papelera, papel y cartón-, España -y por extensión toda Europa meridional- cuenta con la desventaja de no tener un mercado organizado como los que existen en países de Centroeuropa. «Permiten tener un volumen de mercado, liquidez y transparencia de precios. Y es una ventaja respecto a nuestro caso, donde el precio está ligado en gran medida al del crudo», explica uno de los mayores expertos en energía de Euskadi. «La esperanza puede estar en el desarrollo del mercado ibérico de gas, en la medida que permitiría a las empresas tener una referencia de precios a corto plazo, así como más información. Pero es algo que va muy lento», añade.

Freno en la cogeneración

También hay recorrido en cuanto a cogeneración, que representa un modo muy eficiente de generar electricidad y calor conjuntamente para procesos industriales. La política energética vasca ha impulsado la instalación de alrededor de 420 megavatios (Mw) de potencia en 48 plantas de cogeneración industriales, sobre todo en sectores como el papelero, el de refino o el de alimentación. Aún hay oportunidades de crecimiento en este nicho de generación eléctrica, «pero los recortes y la incertidumbre sobre los desarrollos normativos siguen socavando a la cogeneración y afectando a su industria asociada».

Noticia Patrocinada

En cuanto al uso de las energías renovables en la industria, está básicamente circunscrito a los sectores papelero y maderero, donde se emplea como una manera de valorizar subproductos como las cortezas o virutas de madera para producir vapor empleado posteriormente en los procesos industriales, así como en la producción eléctrica a través de la cogeneración.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad