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Lo primero que puede hacer cualquiera para mitigar el efecto en el bolsillo del encarecimiento de la energía es más que evidente: reducir el consumo. Pero esa medida voluntaria se convierte en obligatoria cuando lo que peligra es el propio suministro. Por eso, ante la ... posibilidad de un corte del gas ruso, esta semana la Comisión Europea ha exigido a los países de la UE que reduzcan en un 15% su consumo de este combustible hasta marzo, una exigencia que puede afectar a la industria.
En Euskadi las empresas llevan ya mucho tiempo apostando por medidas de eficiencia energética que reducen la factura. No obstante, Amaia Ferro, responsable de Desarrollo Empresarial del grupo Mondragon, reconoce que la coyuntura actual es un acicate para avanzar en su implementación: «Acelera los cambios que ya estaban en marcha en materia de eficiencia energética, porque es evidente que hay que ir más allá de subir la temperatura en la oficina».
Mondragon está reformando su sede central para introducir sistemas inteligentes e incrementar su eficiencia energética, y Eroski también ha comenzado a implementar los parámetros de sostenibilidad más estrictos en sus supermercados. El de Lakua-Arriaga, en Vitoria, se ha convertido en buque insignia de esta transformación, que apuesta por refrigerantes naturales y sistemas de iluminación LED inteligentes y autorregulados.
En todo caso, la medida estrella para adelgazar la factura energética es el autoabastecimiento. «Nuestro objetivo es que una tercera parte del consumo energético del grupo proceda de generación propia, otra de contratos a largo plazo (PPA), y la última sea la que adquirimos en el mercado», explica Ferro. «Para el primer tercio hay varios proyectos: por ejemplo, Caja Laboral calienta las instalaciones con calefacciones de biomasa alimentadas con astillas de madera y con sistemas de geotermia», cuenta Ferro.
Por su parte, Orkli aprovecha la energía residual de los nuevos compresores para satisfacer una parte de su demanda térmica y, además, enviar los excedentes al polideportivo de Majori. Es un modelo de cooperación público-privada que Mondragon está incentivando. «Las comunidades energéticas ganan peso, y las empresas pueden ser actores activos de las mismas», añade Ferro, señalando como ejemplo el proyecto Ekiola, surgido de la colaboración del grupo cooperativo, Krean y el Ente Vasco de la Energía (EVE).
Pero, sin duda, las placas fotovoltaicas son la fuente más popular de generación eléctrica. Empresas como Cauchopren han decidido forrar con ellas la cubierta de sus instalaciones. «En nuestro caso, es más por sostenibilidad que por ahorro, ya que tenemos un contrato PPA hasta 2024. Con el cambio climático hay que pensar más seriamente en lo que tenemos y en lo que vamos a dejar a las generaciones futuras», argumenta Patxi Gojenola, gerente de la empresa irundarra.
Cauchopren invertirá 86.500 euros en esta instalación de 128 KW, que generará 7,117 Mwh al año y que espera tener amortizada en 7,7 años. «El ahorro energético puede rondar entre el 15% y el 17%», calcula Gojenola, que prevé la continuidad de la tendencia al alza en el precio de la energía.
Para dejar de sufrir esos vaivenes, Vidrala es una de las empresas de consumo energético intensivo que más apuestan por el autoabastecimiento: ha implantado generadores eólicos en Reino Unido, sistemas de recuperación térmica en Italia, y pronto conectará su gigantesca planta fotovoltaica en la planta de Caudete, en Albacete. «Reduce el gasto en electricidad, porque generará el 100% de la que usamos en los momentos de mayor intensidad, y, a la vez, reducirá en 9.000 toneladas las emisiones anuales de CO2», explica Gorka Echebarria, director de Sostenibilidad de la empresa para la península ibérica.
«También estamos electrificando nuestros hornos -que utilizan gas-, lo cual nos permitirá aprovechar más la energía que generemos», añade Echebarria. Para la fábrica de Llodio, que cuenta con el certificado de gestión energética ISO 50.001, Vidrala está planteando diferentes posibilidades de generación eléctrica.
Desde la tecnológica Smartpm, perteneciente al grupo Egile, inciden en otro elemento adicional de la estrategia para reducir el consumo energético: la automatización industrial. «A través de 'software' podemos incrementar la eficiencia y la productividad de los procesos, lo cual redunda en un coste energético unitario inferior», explica el consejero delegado, José M. Castellanos. «Lo principal es saber dónde se gasta energía, porque muchas empresas no tienen mapeado su consumo al detalle. Luego, mediante una planificación inteligente se logra utilizar solo los recursos que son necesarios en cada momento. Y el análisis de los datos permite tomar decisiones como reducir la potencia contratada o determinar el horario de ciertos procesos especialmente electrointensivos», añade.
Castellanos asegura que estos sistemas tienen un período de amortización muy inferior, que oscila entre los 8 y los 18 meses, pero incide en que «son un complemento a otras iniciativas».
La principal apuesta de las empresas pasa por generar parte o toda la energía que utilizan, un proceso para el que, además de paneles fotovoltaicos, algunas compañías implantan sistemas eólicos, de geotermia e incluso de biomasa.
El Ente Vasco de la Energía considera los avances en eficiencia energética como la mejor fórmula para disminuir el consumo con inversiones moderadas. Gracias a ellos, Euskadi ha reducido en un 50% su intensidad energética en las últimas cuatro décadas
El uso racional de los recursos existentes y la optimización de los procesos industriales a través de algoritmos puede ser «un extra» poco costoso para reducir el consumo energético por unidad y, sobre todo, incrementar la productividad de las fábricas.
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