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La reducción de la jornada legal máxima hasta las 37,5 horas a partir del 1 de enero de 2025 sitúa a España entre los países europeos mejor posicionados en esta materia. De hecho, solo le supera Francia, donde está limitada a 35 horas, mientras ... que en Bélgica el tope son 38. Sin embargo, estos dos países establecieron reducciones en las cotizaciones sociales para poner los recortes en marcha y compensar en cierta manera a las empresas, algo que en España no se contempla.
Así por ejemplo, el Gobierno galo aprobó en sendas leyes de 1998 y 2000 reducir de 39 a 35 horas la jornada laboral estándar sin recorte salarial, pero con alguna medida compensatoria y se dio un periodo transitorio de dos años. A cambio, las empresas recibieron incentivos económicos y la reducción se fue implantando mediante convenios colectivos entre empresarios y sindicatos, pasando además a ser computadas las horas de forma anual, otro guiño a los empresarios. Es decir, se permitía mantener las jornadas de 39 horas pero luego se acumulaban las horas de más y se compensaba a los trabajadores con mañanas libres o días completos.
En el lado contrario se ha situado recientemente Grecia, que ha dado un paso atrás. Así, desde este próximo lunes entra en vigor una nueva ley que permite a muchas empresas pedir a sus empleados que trabajen un día más, seis a la semana (y con una remuneración mayor), lo que supone elevar de 40 a 48 horas la jornada máxima permitida a sectores concretos. Además, los trabajadores podrán ampliar su jornada diaria desde las 8 horas actuales hasta 13 horas. Ambas medidas siempre de forma voluntaria para el trabajador y con el objetivo de paliar la falta de mano de obra.
También hay otro grupo de países que no tienen un máximo de horas de trabajo establecido, como Dinamarca, Alemania, los Países Bajos y Suiza (tampoco Reino Unido), por lo que pueden trabajar jornadas semanales de hasta 48 horas, que es el límite que opera en la legislación europea. Cabe destacar, no obstante, que es precisamente en estos países en los que no hay límites en los que se trabaja en realidad menos horas y su productividad también es mayor.
Y mientras España será tras Francia el país con una jornada legal más corta, se mantendrá como el país más restrictivo de Europa en cuanto al uso de horas extras. El Gobierno -al menos por el momento- se mantiene firme y no accede a la petición de la CEOE de elevar el límite máximo anual de 80 horas por trabajador, como sí hizo Francia, que lo situó en 220 horas. En contrapartida, España tiene otra anomalía respecto a Europa: es de los pocos estados que no obtiene ningún rédito por estas horas extras y no se pagan con un recargo salarial ni con un tiempo de descanso mayor.
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