La vicepresidenta económica, Nadia Calviño. EP

España busca un sillón en el mundo para afrontar la crisis

La candidatura de Nadia Calviño a presidir el Eurogrupo resarciría la ausencia de altos cargos internacionales durante casi una década

Domingo, 28 de junio 2020

El runrún ha condicionado históricamente los movimientos entre bambalinas para auparse hasta alguno de los grandes puestos representativos de las instituciones mundiales, en general, y de la Unión Europea, en particular. Tras meses de especulaciones y deseos personales más o menos velados, España ha presentado ... la candidatura de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, para que presida el Eurogrupo (el cónclave de los responsables de finanzas de los países del euro).

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La ministra tendrá que retener los votos que tiene seguros -el último espaldarazo, poco baladí, le ha llegado desde Alemania, con la validación de Angela Merkel- y buscar los de quienes dudan entre ella y los dos candidatos irlandés, el conservador Paschal Donohoe; y el luxemburgués, el liberal Pierre Gramegna (1958).

La candidata o candidato deberá ser elegido por mayoría simple (diez votos) y según avancen los contactos y decantándose las simpatías el proceso avanzará con las renuncias voluntarias de los que no conciten los apoyos necesarios. El que más adhesiones sume se quedará como único candidato en el tramo final para ser elegido por unanimidad.

Liderar el órgano supone al menos condicionar las políticas que siguen enfrentando norte y sur

El día 9 llegará la decisión. Hasta entonces todo sigue en el aire. Como en las otras ocasiones en las que España ha intentado buscar su hueco de representatividad y protagonismo más allá de nuestras fronteras. Una fumata blanca acabaría con una década ominosa en la que, además de sufrir las consecuencias de dos crisis, España había perdido buena parte de su influencia internacional.

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Si Calviño lo consigue ascender a la cumbre del Eurogrupo será, además, la primera mujer al frente del organismo paneuropeo. Así lo recordó ayer mismo canciller alemana Angela Merkel -una de las principales valedoras de la candidatura de la ministra española- al apuntar que «siempre me alegro de que las mujeres ocupen posiciones de liderazgo político. Todavía no ha habido ninguna mujer a la cabeza del Eurogrupo. Pero la decisión no la tomo yo, sino el Eurogrupo».

El consuelo del BCE

El que fuera también vicepresidente económico, Luis de Guindos, sabe lo que es ver frustradas sus opciones para ese mismo cargo. En 2015 retiró su candidatura a presidir el Eurogrupo a la vista del claro triunfo del holandés Jeroen Dijsselbloem. El responsable de la política económica en el Gobierno de Mariano Rajoy lo había intentado desde las largas noches de 2012 en las que negociaba en Bruselas los términos del rescate financiero, las políticas de los hombres de negro y las exigencias de la troika.

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Desde la anterior recesión, la cuarta potencia europea y miembro del G-20 está relegada de altos cargos

Forjó amistades, pero no lo consiguió. Fue tres años después, en 2018, cuando accedió a la vicepresidencia del BCE, el primer amago de España para ocupar un lugar en el mundo tras casi diez años sin levantar la mano. La cuarta potencia europea y una de las grandes del G-20 no ha tenido un solo representante de alto nivel desde la anterior crisis.

La salida de José Manuel González-Páramo como miembro del directorio del Eurobanco en 2012 puso el punto y final a una sucesión de mandatos como los de Javier Solana al frente de la política exterior de la UE (1999-2009); Rodrigo Rato en el FMI (2004-2007); o Josep Borrell en el Parlamento Europeo (2004-2007). Amén del reparto de comisarios comunitarios entre PP y PSOE.

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Con la crisis de deuda iniciada en 2010, de la que fue una de las grandes protagonistas, España quedó relegada por todos sus socios. Ahora, con otra grave recesión en ciernes en la que el país no ha sido el origen -aunque sí otro gran afectado-, Nadia Calviño insiste en liderar un Eurogrupo desde el que puede, al menos condicionar, las acciones de los países del euro, donde la lucha norte-sur sigue tan vigente como hace una década.

El baile de sillones no responde a cuestiones estrictamente objetivas sino a un juego de equilibrios y contrapesos. En ciernes también estaría la candidatura de la ministra de Exteriores, Arancha González-Laya, para presidir la OMC.

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