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Iratxe Bernal
Sábado, 23 de septiembre 2023, 00:33
Los departamentos de recursos humanos saben que para captar a los mejores el dinero no siempre lo es todo y que seguramente tendrán que utilizar el llamado salario emocional para reforzar su oferta. Deberán tirar de alicientes -desde servicios de guardería o comedor a seguros médicos o formación- que no se incluyen en la retribución, pero que pueden llevar a los trabajadores a rechazar propuestas económicamente más suculentas. Una circunstancia nada desdeñable cuando no se puede competir por salario o se requieren perfiles profesionales tan difíciles de encontrar como de fidelizar. Y uno de los alicientes que cada vez despierta más interés es la sostenibilidad. «Hay trabajadores a los que les gusta estar en empresas que comparten sus valores, así que, si la firma tiene programas que los difunden y métricas que lo demuestran, puede lograr un punto a favor en las preferencias de alguien a quien quieran contratar», explica Nerea Mendinueta, socia fundadora de The Good Goal, una 'startup' dedicada a facilitar la incorporación de hábitos medioambientalmente responsables en las compañías.
Firma que, a través de una plataforma digital y técnicas de gamificación, ayuda a las empresas a implantar la sostenibilidad.
Su idea de partida era en realidad crear una 'app' de uso particular, que sirviera a cualquier persona para medir el impacto positivo para el medio ambiente que podía lograr planteándose pequeños cambios y que se picara consigo misma para ir haciendo sus hábitos cada vez más sostenibles. «Sin embargo, con el tiempo vimos que nuestra propuesta tenía más sentido en las empresas. Podía servir para que identificaran las necesidades de la organización en una transición hacia la sostenibilidad que la emergencia climática y la Agenda 2030 van a imponer exigiendo cambios complejos tanto en el modelo de negocio como en los procesos. Esos cambios serán más llevaderos si ya existe una sensibilización previa en todas las personas de la organización», explica Mendinueta.
Dicho de otra manera, resistirse a lo que dentro de poco será una obligación es peor estrategia que labrarse una buena reputación, y esa posibilidad de aportar valor a la empresa es lo que llevó el año pasado a Mendinueta y su socia, Nadia de la Fuente, a modificar su proyecto inicial y ofrecer sus servicios a clientes corporativos a través de una plataforma digital.
Lo que no cambiaron de aquel primer planteamiento es que «los agentes del cambio tienen que ser las personas con sus acciones particulares» y la herramienta que emplea para lograr que se enganchen: la gamificación. The Good Goal convierte la implantación de esos comportamientos responsables en retos o competiciones que motivan a los empleados, ya sea individualmente o por equipos, a seguir mejorando poco a poco. Así, si el desafío consiste, por ejemplo, en rebajar sus emisiones de dióxido de carbono en un porcentaje determinado, el sistema dirá cada día cuánto CO2 han ahorrado a la atmósfera por el hecho de desplazarse al trabajo andando o por apagar el ordenador durante el almuerzo. «Los retos pueden ser puntuales, como la participación en un programa de voluntariado, o sostenidos en el tiempo, como alcanzar las cero emisiones. Hay ocasiones en que la empresa ya tiene definido un objetivo, pero en cualquier caso nosotros les asesoramos para asegurarnos de que estamos planteando algo realizable», matiza.
Los datos que miden el cumplimiento de los retos -a los que la plataforma da acceso en tiempo real a través de un panel de control- se convierten en puntos, y los puntos en rankings y pequeñas victorias que pueden tener recompensas más allá de la mera satisfacción personal. «Lo ideal es lograr que el trabajador se lleve esos buenos hábitos a casa, que los integre totalmente en su vida también fuera del trabajo, pero lo cierto es que los incentivos funcionan muy bien. Las empresas que optan por ellos pueden ofrecer lo que quieran, pero obviamente les pedimos que sean coherentes con el propósito final de la herramienta, desde un patinete eléctrico a una estancia en un eco hotel pasando por una cena en un restaurante vegano o incluso un día libre», señala Mendinueta.
La empresa, que espera facturar este año 50.000 euros y tiene abierta una ronda de financiación de 200.000, trabaja actualmente en la automatización de la configuración de los retos «para que las empresas puedan implementarlos en dos clicks». «Eso nos daría escalabilidad, aunque también queremos introducir inteligencia artificial y nos estamos planteando otras líneas de negocio como la formación 'online' en sostenibilidad», explica su cofundadora. The Good Goal estará presente los días 17 y 18 de octubre en B-Venture, el evento de 'startups' organizado por EL CORREO que este año celebra su octava edición con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao, así como con la colaboración de BStartup de Banco Sabadell, BBVA Spark, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank y la Universidad de Deusto.
La información que The Good Goal cuantifica sobre la implantación de hábitos medioambientalmente más responsables dentro de la organización puede ser empleada por la empresa para realizar memorias de sostenibilidad. De ahí que el equipo de la 'startup' haya tenido que establecer controles que eviten a algunas compañías la tentación de utilizar su herramienta como un instrumento para blanquear su imagen. «Creemos que el riesgo es pequeño porque son los trabajadores los que, de manera individual, aportan esa información. De todas formas, es cierto que el hecho de que tengamos controles sobre la veracidad de los datos es una de las cosas que más valoran los propios empleados», aclara Nerea Mendinueta.
Ese control se ejercer solicitando pruebas periodicas, como que se adjunten fotografías que respalden una información. «Cuando un empleado ha demostrado ir cumpliendo con los retos se le nombra 'usuario verificado' y, a partir de ahí, se le siguen pidiendo pruebas, pero ya sólo de un modo aleatorio. No se trata tampoco de ser la policía de la sostenibilidad, generaría rechazo», señala su cofundadora.
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