Quien a buen panel solar se arrima...

¿Y cómo es posible que paneles solares y plantas puedan convivir? ¿Cómo lograr que un panel fotovoltaico -y su eterna sombra- pasen de impedir cualquier cultivo a favorecerlo? Pues manipulando esa sombra para que en todo momento se ajuste a las necesidades de las plantas con las que comparte terreno. Podríamos decir que el panel, además de cumplir con su labor y generar energía a un coste fijo, hace las veces de un muy sofisticado toldo que, por cierto, también protege contra la lluvia y el granizo.

La primera tecnología que lo permite es la que ya emplean los paneles fotovoltaicos para seguir el sol. El ángulo con el que los rayos llegan a la superficie de la placa influye en la cantidad de energía generada, por lo que los paneles cuentan con unos sistemas de ejes que los permiten moverse de este a oeste y de norte a sur, siguiendo el sol desde que sale hasta que se pone para intentar que en todo momento -y estación del año- ese ángulo sea el más óptimo. «Nosotros utilizamos esa misma tecnología para ajustar los movimientos de la placa a las necesidades de luz -y sombra- de las plantas. De hecho, los paneles que empleamos son idénticos a las que hay en cualquier parque solar. La diferencia es su uso. O mejor dicho, su uso principal, que aquí no es obtener energía, sino mejorar las condiciones de los cultivos», explica Imanol Olaskoaga, uno de los socios de la 'startup'.

El algoritmo que determina en cada momento qué mapa de sombreado han de configurar los paneles solares se nutre de los datos generados por un grupo de sensores que, para cubrir las posibles variaciones en el terreno dentro de una misma plantación, se colocan por triplicado en cada hectárea. «Monitorizamos indicadores que nos permiten calcular la cantidad de carbono que ha absorbido la planta -como lo que ha crecido o la cantidad de hojas que ha echado-, la humedad de la propia planta y de la tierra o incluso, a través de captores de radiación, la temperatura de las hojas en cada momento», detalla Olaskoaga.

A esos sensores hay que sumar los que van colgados de las placas y miden la radiación incidente, la temperatura y la humedad ambientales. Finalmente, a partir del momento en que aparecen las bayas, el algoritmo también incorpora las posibles recomendaciones surgidas tras las muestras tomadas por los enólogos. Para acelerar estas validaciones del mapa de sombreado, Powerfultree trabaja en la tecnología que le permitirá crear gemelos digitales de cada cultivo. Esto haría posible almacenar datos de todas las plantaciones monitorizadas y, a partir de su análisis, generar predicciones con las que anticipar decisiones. «El problema es que para generar muchos datos hacen falta muchas cosechas, así que para contar con dos cosechas al año y duplicar la generación de información vamos a implementar datos de los dos hemisferios», subraya Olaskoaga.

Otro de los objetivos de la firma alavesa es la fabricación de sus propios sensores de radiación fotosintéticamente activa (PAR) -los que permiten conocer cuándo las plantas aprovechan mejor la luz- para abaratar unos dispositivos que hoy cuestan 40.000 euros por unidad.

En la actualidad la firma se halla en el proceso de licitación de dos proyectos con Repsol -de vides en España y cafetales en Brasil- y otro de olivares, que espera puedan estar ya en marcha en dos años. Para entonces, Powerfultree espera facturar 1,7 millones y contar con cinco patentes europeas, sumar los frutales a los cultivos con los que trabaja y haber ampliado su plantilla con la contratación de ingenieros agronónomos y energéticos y especialistas en gestión de datos. Para lograr estos objetivos necesita una inversión de 450.000 euros, por lo que acudirá los días 18 y 19 de octubre a B-Venture, el evento de 'startups' organizado por EL CORREO con el patrocinio del Departamento de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno vasco, la agencia de desarrollo SPRI, la Diputación foral de Bizkaia y el Ayuntamiento de Bilbao. Así como la colaboración de BStartup de Banco Sabadell, BBK, Laboral Kutxa, CaixaBank, BBVA y la Universidad de Deusto.