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Se le nota que hace un esfuerzo considerable para dibujar una imagen con toques de optimismo que probablemente proceden de haber reflexionado sobre lo que ... es bueno que salga de su boca, más allá de lo que piensa de verdad o de lo que le dice su instinto para escudriñar en el futuro. A un empresario se le supone un olfato especial para adivinar por dónde van a ir las cosas, porque esa es precisamente la magia de los negocios. Eduardo Zubiaurre, el presidente de la organización empresarial vasca Confebask, cree que lo peor ha pasado, que el camino está lleno de incertidumbres y dificultades, pero que se ha superado la fase más crítica de la crisis generada por el virus que condiciona en estos momentos nuestras vidas.
– Hace algunos meses, ustedes propusieron una subida de impuestos. Luego lo retiraron. Fue polémico.
– Aquella propuesta se hizo en un momento concreto muy distinto al que estamos en estos momentos. Apenas habían pasado unas semanas desde la declaración del estado de alarma y creíamos que en ese momento la Administración tenía que hacer un enorme esfuerzo de gasto para resistir y generar una recuperación más rápida. Pero todo eso ya es pasado y estamos en un momento distinto.
– No le comprendo del todo. El esfuerzo de gasto público va a seguir siendo brutal.
– De acuerdo, pero ahora hay un esquema de financiación de la Unión Europea que no teníamos entonces y no parece que vaya a haber problemas para endeudarse. Era algo que en aquellos momentos no conocíamos y una herramienta que no teníamos. Tenemos una fiscalidad equivalente a la europea y aumentar la presión puede provocar un mayor daño a la economía.
– La presión fiscal, los impuestos ingresados por unidad de PIB, es inferior.
– Pero eso no es debido a los tipos de gravamen en IRPF o Sociedades. Más bien está ligado a los tipos reducidos del IVA en muchos productos y también a que somos un país con renta per cápita inferior. En los impuestos progresivos eso hace que la recaudación sea menor en términos relativos. También tenemos algo más de economía sumergida.
– ¿Cuál es la estrategia de las empresas en estos momentos?
– Resistir. Es todo un reto, pero es lo que hay que hacer a la espera de que comience la fase real de recuperación. En realidad ya estamos en recuperación y el propio Banco de España habla de crecimientos entre el 4% y el 7% para el año que viene. Y hay que estar preparados para ese momento.
– ¿De verdad que la recuperación ha comenzado?
– Sinceramente creo que lo peor de la crisis ha pasado, pese a que aún vamos a tener muchas incertidumbres y ser conscientes de que la recuperación va a ser lenta. Por eso creo que la figura de los ERTE hay que estirarla todo lo que sea necesario, porque es la mejor forma de resistir en la actual situación.
– Está candente el debate sobre cómo realizar los ajustes en las empresas. ¿Salarios o empleo?
– Una empresa en dificultades, con caída de actividad y sin un horizonte cercano de normalización, tiene que tomar medidas. Sin dudarlo. No es la única vía, pero una de las opciones es rebajar los costes laborales. Y en este terreno es evidente que es preferible una reducción de salarios que la traumática medida de los despidos.
– ¿Cree que los sindicatos van a aceptarlo?
– Ellos sabrán. Pero fíjese, creo que más trascendente que la postura de los sindicatos va a ser la que adopte la plantilla de cada empresa.
– Acláreme un poco más esa idea, por favor.
– Sí, creo que esa alternativa por una rebaja generalizada de salarios para eludir los despidos va a depender de lo que siente de verdad la plantilla de cada empresa. Va a depender de la solidaridad de las plantillas. Si se plantea una reducción del 10%, la clave está en el 90% restante. Si deciden ser solidarios optarán por tocar los salarios. Si el despido deja tranquilo al 90%, pues…
– En los casos en los que ya se ha anunciado un ajuste, los sindicatos argumentan que esas empresas, en el pasado, ganaron mucho dinero.
– Y buena parte de ese beneficio se ha quedado en la propia empresa en forma de inversiones o en la Administración en forma de impuestos. Y el dividendo, si es a lo que se refiere, es el fruto de haber asumido riesgos.
– ¿Hay margen para subidas salariales en 2021?
– Va a depender de la situación concreta de cada empresa porque muchas, la inmensa mayoría, están en una situación complicada. Hay que darse cuenta de que desde marzo hemos perdido en Euskadi 2.000 empresas. Una cifra que representa todas las que se habían creado desde que comenzó la recuperación tras la crisis de 2008. En apenas unos meses… Y en relación a los salarios, también hay que darse cuenta de que estamos en un momento de inflación baja, de ahí que no creo que esto vaya a ser un problema.
– Habla usted de ver empresa por empresa la cuestión salarial. Sin embargo, la reforma de la reforma laboral apunta precisamente en sentido contrario al eliminar la prevalencia de los convenios de empresa sobre los sectoriales.
– Sería una reforma desafortunada. Todo lo que sea acercar la negociación a la empresa es favorable. Es necesario un marco, un esquema general que se puede establecer en convenios sectoriales. Hay que esperar también a ver lo que dice Bruselas, la Comisión Europea, en relación con esa reforma.
– A la vista está que ustedes han fracasado en convencer a algunos partidos políticos. Entre ellos al PNV, por cierto.
– Siempre tratamos de exponer nuestras ideas a todos y luego… cada uno hace lo que cree más conveniente.
– Y en la Administración pública, ¿qué cree que debe hacerse con los salarios de los funcionarios?
– La congelación de salarios de los funcionarios sería lo razonable. Si tenemos en cuenta que no es precisamente el lugar donde haya más riesgos en el empleo y también que para todo no va a dar…
– La ministra de Industria, Reyes Maroto, se ha comprometido a aprobar un plan de ayudas al sector del automóvil. ¿Confía en ello?
– El compromiso esta ahí y hay que darle un tiempo y un margen de confianza. Pero para eso se necesitan unos Presupuestos, entre otras cosas.
– En julio, usted reclamó al Gobierno vasco más avales. La financiación ¿va a seguir siendo un punto débil de las empresas?
– Seguro. Hemos pasado el primer impacto, pero ahora llega una fase de debilidad que no sabemos cuánto va a durar. Quizá hace unos meses pensábamos que sería un periodo corto. Ahora no. Y dentro de algunos meses llegarán vencimientos de créditos que habrá que renegociar. El lehendakari, Iñigo Urkullu, ya ha anunciado que el Gobierno vasco va a ampliar la línea de avales hasta 1.500 millones y me parece una decisión acertada.
– Cuando usted lo pidió, el consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, no parecía muy dispuesto a concederlo. ¿Le parece un poco 'tacaño' con los empresarios el consejero Azpiazu?
– No. Cada uno tiene su responsabilidad y debe mirar por los intereses de lo que está administrando. A nosotros lógicamente nos parecía prioritario y a él quizá no tanto, nada más. Pero como ya le he dicho se han comprometido a ampliar los avales.
No sé si está mal visto o no, pero lo cierto es que todo el mundo lo necesita. Y no sólo para comer, también para que se puedan construir y mantener hospitales y escuelas. La verdad es que necesitaríamos tener muchos Amancios Ortega…
– ¿A qué se refiere exactamente con esa referencia al empresario gallego?
– Pues a que la riqueza se genera a partir de empresas que invierten, que arriesgan, a gente que trabaja y mucho para conseguir todo eso. Sí, dinero, pero también hospitales y escuelas con los impuestos que se generan en esa actividad. Una sociedad en la que no se invierte, gana poco y se empobrece. Por el contrario, una sociedad con mucho dinamismo empresarial, con inversión y con asunción de riesgos, es próspera. Y, por cierto, la empresa es empresario pero también trabajadores, porque la desarrollan entre todos.
– ¿Cree que está mal visto el empresario en el País Vasco?
– La verdad es que lo que nos dicen las encuestas no es eso. El empresario aparece como una figura bien valorada. Otra cosa es que determinados líderes políticos o sindicales se dediquen a criticar la función del empresario. Además, en el País Vasco tenemos los mimbres necesarios, la capacitación técnica para hacerlo bien, y no se debería desaprovechar.
– Y de vocaciones, ¿cómo andamos? Algunos analistas consideran que en estos momentos hay una cierta crisis de iniciativas empresariales en Euskadi.
– No sé si estamos en una crisis de ese tipo, pero lo cierto es que sobrados no estamos. Hay que tener en cuenta que vivimos en una sociedad cada vez más envejecida y en la que parece que está calando un cierto rechazo a asumir riesgos. Hay que trabajar en eso.
– Algunos empresarios vascos están domiciliando sus nuevas empresas en Madrid. Por ejemplo, porque aquí no se reconocen ventajas fiscales a una socimi.
– Es cierto, y eso debe hacer reflexionar a los responsables públicos. Es un toque de atención porque si hablamos de crear un entorno adecuado para las inversiones y suceden esas cosas…. Es la señal de que no lo tenemos, de que otros nos ganan.
– ¿Por qué cree que sucede?
– Quizá porque estamos muy condicionados por criterios ideológicos en algunas cosas. Pero si no creamos un entorno adecuado saldrá perjudicada nuestra economía. Esperemos que los que tienen que aprobar las leyes tomen decisiones adecuadas.
– ¿Ha visto los últimos anuncios en los autobuses de Bizkaia?
– Ummm.. ¿A qué se refiere?
– Publicidad de Madrid para atraer inversiones.
– Curioso. Bueno, cada uno utiliza las bazas que tiene para intentar conseguir sus objetivos. Ya hemos advertido muchas veces que el Impuesto sobre el Patrimonio no tiene sentido, perjudica a la economía vasca, además de ser un castigo a quienes más aportan.
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