«Estábamos con el agua al cuello y hemos comenzado a respirar»

- Los resultados el pasado año fueron muy positivos tras una larga travesía del desierto. ¿Mantienen el tono optimista?

- En la facturación sí, seguimos en la misma línea. Otra cosa es la entrada de nuevos pedidos, donde ahora apreciamos un pequeño parón. Pero es un efecto que se produce a menudo en función del acopio o desestocaje. Las últimas noticias sobre la crisis bancaria han introducido algo de incertidumbre, pero creo que es algo que va a superarse en unos pocos meses. Los datos fundamentales del mercado siguen siendo buenos y vemos recuperación en el sudeste asiático.

- La cotización en Bolsa está en máximos desde hace casi seis años. ¿Tiene aún recorrido al alza?

- Lo creo así. Nuestro primer semestre de este año tiene una tendencia similar a la de la recta final de 2022. Pero los mercados son cambiantes y volátiles.

- La empresa que usted preside fue rescatada por el Estado. ¿Se puede decir que está salvada?

- Tiene una tendencia adecuada. Si somos capaces de seguir con la dinámica de resultados que tenemos desde el segundo semestre del pasado año y se confirman las previsiones del mercado podremos hacer frente a las inversiones y a los compromisos con los acreedores. Digamos que estábamos con el agua al cuello y ahora hemos comenzado a respirar.

- De no haberse producido el rescate de la Sepi, ¿la empresa hubiese quebrado?

- Con toda seguridad lo hubiésemos pasado muy mal. Esa ayuda nos ha dado un oxígeno que nos ha permitido llegar hasta el momento en que el mercado se ha recuperado. A partir de ahí ya hemos podido generar caja.

- El compromiso es devolver esa ayuda…

- En julio de 2028, aunque se puede anticipar.

- ¿Le preocupa el mantenimiento de los altos costes de la energía?

- Los de la energía ya no tanto, porque firmamos un acuerdo hasta 2026 con Iberdrola que nos da estabilidad en los costes de electricidad. En gas tenemos también acuerdos periódicos con Naturgy, aunque hay dudas sobre lo que puede pasar el próximo invierno cuando ya no haya suministro de Rusia. Otra cosa son los costes de la chatarra y otros componentes. Hay que tener en cuenta que Rusia y Ucrania son los principales suministradores de chatarra de Europa.

- ¿Teme que un cambio político en Estados Unidos vuelva a complicarles la exportación a ese país que, de momento, representa la mitad de sus ventas? Me refiero a una vuelta a las restricciones impuestas por Trump.

- La Administración Biden llegó a un acuerdo con Europa para cambiarlo por un sistema de cuotas, que está en renegociación y vence a finales de este año, pero además se ha producido un importante aumento de precios en Estados Unidos porque hay mucha demanda. Nunca se sabe lo que puede pasar, aunque en unos meses vamos a tener más claridad.

- Ustedes han hecho una inversión para concentrar la producción de acería en Amurrio. Sus antecesores no lo pudieron ejecutar por la contestación que despertaba en la plantilla de Trapagaran. ¿La clave ha sido que no haya despidos?

- Sin duda. No hemos planteado ningún ERE. Hemos trasladado personas o recolocado, pero mediante un acuerdo con los sindicatos. Esa inversión nos va a permitir además fabricar una gama más amplia de productos, también en Trapaga.

- Hay un asunto que siempre sobrevuela. Me refiero a la propuesta de abordar una fusión de buena parte de las empresas dedicadas al acero en el País Vasco…

- Si tuviese sentido comercial me parecería bien, pero no sé que tenemos que ver con empresas como Olarra o Sidenor. Y desde un punto de vista industrial, si la propuesta es concentrar la producción de acería, creo que tendría un elevado coste social y generaría muchos despidos.

- ¿Con Tubacex tendría sentido comercial?

- Mire, ya le he dicho que hasta hace poco estábamos con el agua al cuello, así que no hemos tenido tiempo de pensar en otras cosas. Y creo que en los próximos dos o tres años debemos dedicarnos a fortalecer nuestra posición en el mercado.