Los dos buques insignias de la automoción en Euskadi, Mercedes y Michelin, se enfrentan la próxima semana a unas elecciones sindicales cruciales a las que están convocados más de 8.000 trabajadores, el 5% de la población activa en Álava. La cita llega con un ... sector golpeado por la crisis económica, con turnos en 'blanco' por los problemas de suministro globales y la caída de la demanda y con recortes significativos en la producción (11.000 furgonetas menos en el caso de la primera y más de medio millón de neumáticos a la baja en el de la segunda).
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Un contexto de incertidumbre que «requiere paz social», defienden desde la cúpula de ambas empresas. Aunque los puntos de partida son distintos. Mientras en Michelin los últimos cuatro años han sido «de calma», en Mercedes se ha vivido uno de los periodos más convulsos, con cisma sindical a punto de cronificar. Tal es la fractura, que ha habido que esperar a la campaña, y con un hecho muy concreto (el despido de una trabajadora de oficinas), para que se visibilizara cierta unidad.
Pero hasta ahí. Sus cerca de cinco mil trabajadores votarán el día 24 y la madrugada del viernes 25. Pendientes del resultado estarán 30.000 empleados indirectos y 600 proveedores. La cita en la mayor empresa de Euskadi, que aporta un 5% a su PIB y un 30% al de Álava, ha de seguirse sin perder de vista, al menos, cuatro claves. Dos en el plano empresarial y otras tantas en el laboral.
Por orden. La primera es la inversión de 1.200 millones de euros que la matriz alemana realizará para el desarrollo de las furgonetas 'full electric' sobre la plataforma VAN.EA. Viabilidad hasta (al menos) 2035 que se ha confirmado sólo de puertas para adentro con la adjudicación de la citada plataforma desde Stuttgart. Sin publicidad para no herir sensibilidades en otras factorías europeas de la marca, con su propia agitación sindical. El relevo que se producirá (salvo sorpresas) en la dirección con la salida del veterano Emilio Titos, es la otra variable empresarial.
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Las claves laborales: la herida abierta por el convenio y la pugna entre dos grandes centrales con onda expansiva fuera de la planta. En la última etapa la mayoría la han conformado UGT, CC OO, Ekintza y PIM, con 17 de los 31 representantes frente a los 14 de ELA (que presidía el comité), LAB y ESK. Este último bloque, el nacionalista, paró la factoría durante nueve jornadas entre junio y julio y pidió rechazar en referéndum un acuerdo marco con vigencia hasta 2026 que la mayoría sindical sí suscribió con la empresa. El pacto laboral salió adelante, pero por apenas 660 votos de diferencia. Así que la cita de esta semana es otro plebiscito entre frentes.
Y luego está la batalla por el poder de UGT (Iñaki Andrés al frente) y ELA (Igor Guevara). Ambos tienen hoy siete representantes. Y mantienen una pugna que incluso llegó a los tribunales cuando los nacionalistas arrebataron el control del comité a UGT hace más de seis años con el apoyo de CC OO. En campaña ha echado el resto. Pepe Álvarez ha respaldado personalmente a los suyos en Vitoria. Es su último bastión y ELA lo ambiciona para consolidar su liderazgo en Euskadi.
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Más tranquilas se presentan las cosas en Michelin. Al menos en lo tocante al clima social porque la coyuntura externa, primero con la pandemia, luego con la guerra y ahora con una recesión a las puertas, no acompañan. En la factoría de la Avenida del Cantábrico, los 3.300 trabajadores de la plantilla votarán los días 21, 22 y 24 por la mañana. Elegirán a un comité con 27 representantes que los últimos 4 años ha estado liderado por CC OO, con 8 delegados. El resto de sillas lo ocupaban UGT (5), CGT (4), CSIF (3), ELA (3), LAB (2) y ESK (2). No ha sido un periodo fácil, aunque, al contrario de lo ocurrido en Mercedes, el clima interno ha transcurrido con «mucha calma», reconocen fuentes sindicales.
El comité ahora saliente se conformó en 2018 después de una etapa convulsa. Un periodo innegablemente parecido al que se ha vivido en Mercedes. En esta factoría también hubo movilizaciones y paros convocados por la entonces mayoría nacionalista. CGT, ELA, LAB y ESK no alcanzaron un acuerdo por un convenio colectivo, que finalmente sí firmaron el resto. Aquel pacto minoritario contrasta con el siguiente que introdujo medidas de conciliación o un protocolo de teletrabajo que no existía.
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4.836son las personas que trabajan en Mercedes Benz-Vitoria.
3.300empleados conforman la plantilla de Michelin-Vitoria.
Un convenio votado y otro por pactar
En esta etapa también se ha firmado un acuerdo de flexibilidad en el sistema de trabajo que «nos está permitiendo enfrentar la caída del volumen de pedidos derivada de la crisis generada por la guerra de Ucrania», han resaltado reiteradamente los portavoces del comité y de la propia empresa. El mecanismo, que contempla la desactivación de turnos en los distintos talleres en función de las necesidades de la producción, posibilita que «aunque haya menos trabajo no haya que reducir la plantilla ni siquiera entre los eventuales», dicen las mismas fuentes.
Todo indica que la situación económica mundial seguirá siendo complicada a corto medio plazo, algo con lo que tendrá que lidiar el comité que salga de estas próximas elecciones. En la mente de todas la centrales sindicales está la negociación de un nuevo convenio en el que la equiparación de los salarios al IPC «es algo irrenunciable y por lo que vamos a tener que luchar mucho».
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