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Dos grandes reformas socioeconómicas van a marcar el rumbo de España en las próximas décadas: la del mercado laboral y la de las pensiones. Ambas afectan sobre todo a trabajadores y empresas, y ambas polarizan a la sociedad. Ayer, en un foro sobre fondos europeos ... organizado por EL CORREO y BBVA, los representantes de los empresariados vasco y cántabro dejaron claro su rechazo a los términos en los que se están planteando los debates para acometer las reformas.
«Sólo se dice lo que la gente quiere oír. Parece que la empresa tiene que ser la pagadora de todo, la que vaya a resolver el problema del sistema de las pensiones», sentenció Carolina Pérez Toledo, presidenta de la asociación de empresarios vizcaínos Cebek. En su opinión, «las empresas están muy ahogadas y la recuperación económica pende de un hilo».
En líneas similares se manifestó su homólogo en Cantabria. «La reforma laboral se tendrá que hacer, pero pensando en cómo traccionar la economía, en impulsar la inversión y en reducir la brecha existente en determinados sectores con respecto al sudeste asiático y a Estados Unidos», enfatizó Enrique Conde, presidente de CEOE-Cepyme Cantabria.
«El mundo empresarial no está cómodo con que se sumen constantemente costes a las empresas, incluyendo la energía, los impuestos medioambientales y la mano de obra, y que se venda como algo ideológico», añadió Conde durante el debate que moderó Manu Alvarez, corresponsal económico de este periódico.
Eduardo Junkera, presidente de Adegi, cargó contra los términos en los que se está planteando la reforma de las pensiones: «Únicamente se ponen parches a un sistema en el que habría que meterle mano a los problemas subyacentes. No puede ser que las pensiones acaparen cada vez un mayor porcentaje de los Presupuestos Generales del Estado. No podemos pagarlas con deuda», señaló.
Menos consenso hubo en las medidas que se deben tomar para corregir los problemas existentes. Pérez Toledo propuso mirar a Italia, que «está dando aire a las empresas para que puedan crear empleo y riqueza», mientras Conde exigió a los políticos «que sean responsables y coherentes con el mercado en el que estamos viviendo», en la confianza de que así se creará empleo de calidad y «transformaremos la economía para no quedarnos atrás».
La clave, apostilló Junkera, está en lograr un complicado equilibrio entre lo que necesitan las empresas y lo que demandan las personas, «porque los ciudadanos buscan una seguridad que la precariedad laboral no les da y las empresas requieren flexibilidad para adaptarse a las circunstancias que viven cada día, para poder sobrevivir y ser el sustento de las familias».
Pascal Gómez, presidente de SEA Empresas Alavesas, cerró el acto con una solución contundente: «Siempre utilizamos la misma fórmula: apretar más a los que cotizamos para que coticemos más. Y esa no es la mejor fórmula», señaló. «Este país se soluciona de dos maneras. Con 150.000 empresas nuevas que aporten millón y medio de cotizantes y atajando la economía sumergida. Solo con eso se acaba el problema de las pensiones. Es así de sencillo».
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