Es un mundo que mueve en España unos 20.000 millones de euros al año y que, como casi todo, ha entrado en fase de revisión al desatarse la pandemia del Covid-19. Los gastos de viaje de las empresas han experimentado un auténtico hundimiento ... desde mediados de marzo, fruto de la paralización de actividades, del confinamiento, de las restricciones a la movilidad que aún persisten y también de la lenta recuperación a la que asistimos. Según los cálculos de urgencia que ha hecho el sector de las agencias de viaje, las empresas españolas han gastado en el primer semestre del año un 60% menos en el desplazamiento de sus empleados.
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Una parte es ahorro, cuando el viaje ha podido ser sustituido por una opción alternativa -videoconferencia, conversaciones telefónicas o relación epistolar a través del email-, pero otra refleja también el hundimiento de la economía y es fruto de la menor actividad. El descenso de los gastos de las empresas en el desplazamiento de sus empleados es brutal. Un portavoz de la compañía Innology -propietarios de la aplicación Tickelia, utilizada por muchas empresas para gestionar los desplazamientos de su plantilla- señala que «si tomamos como referencia las cifras de enero y febrero, durante el confinamiento los gastos reportados se redujeron en un 84%. En el principio de la desescalada el retroceso fue del 53% y en julio hemos notado un ligero repunte, pero el ahorro aún se sitúa en un 36%».
Ha habido además, añaden desde esta compañía, un trasvase de gastos y también una evolución en las costumbres. Así, los asociados al teletrabajo -conexiones a internet, gastos de teléfono e incluso material de oficina- han ganado mucho peso en detrimento de los kilometrajes, las comidas y por supuesto los billetes de avión. Y, observan, «ha habido un incremento notable en la solicitud de tarjetas Visa para el pago para evitar efectivo o la gestión de anticipo y dinero de caja».
Todo apunta a que la movilidad en las empresas va a mantenerse al ralentí. El grupo Repsol, con 25.000 empleados por el mundo, por ejemplo, ha establecido muchas reducciones a los desplazamientos de sus trabajadores. «No es una cuestión ligada al ahorro de dinero -aseguran fuentes de la compañía-, sino a la salud de las personas, que es la prioridad en estos momentos». Es un razonamiento bastante generalizado.
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Javier Ormazabal, presidente de Velatia, uno de los grupos industriales más importantes del País Vasco, admite que «estos últimos meses, y así lo seguiremos haciendo durante los próximos, hemos potenciado la utilización de la videoconferencia ya que desde febrero no tenemos autorizado ningún viaje por motivos de trabajo fuera de cada lugar de origen. Incluso en las reuniones dentro de una misma localidad, priorizamos realizarlas por ese canal. Se trata de garantizar la seguridad de nuestro equipo y favorecer una mejor gestión del tiempo de trabajo».
Hasta ahora ha habido razones de fuerza mayor para restringir los viajes. Pero, ¿qué sucederá en el futuro, incluso cuando desaparezca la amenaza del virus? Ha comenzado a cobrar fuerza la idea de que las empresas van a mirar con lupa -o al menos con una lupa de mayor aumento que la actual- los viajes, para permitir sólo aquellos que se consideren 'esenciales'. Un término poco definido, de bordes difusos, pero que se traducirá en menos gasto.
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«El viaje de Bilbao a Madrid en avión, con una carpeta en la mano, ida y vuelta rápida para tener una reunión de una hora, está muerto. No se justifica», asegura el directivo de una importante compañía vasca. Las empresas han aprendido que son capaces de hacer muchas cosas por videoconferencia que antes resolvían viajando, aunque suponga un quebradero de cabeza mantener al mismo tiempo una reunión desde alguna localidad de Euskadi con alguien que está en Sidney y otra persona en Chicago. Ahí, apunta el consejero delegado de una firma vasca cotizada, «hay que seguir las enseñanzas de Emilio Botín. Se convoca de acuerdo con tu horario. El resto que se fastidie».
Marcel Forns, director general de Gebta -la patronal española de agencias especializadas en viajes de empresa-, cree que no van a cambiar tantas cosas. «Habrá una racionalización, pero no un corte radical de los viajes. En el mundo de los negocios la confianza es un elemento fundamental y eso necesita cercanía, mirarse a los ojos». Esta asociación realizó hace algún tiempo un estudio -cuyos datos coinciden con otro internacional que hizo la firma Oxford Economics- para concluir que por cada euro que se gasta en viajes hay un retorno de 10 euros en las ventas de exportación. «Desde la crisis de 2008 ya se había recortado mucho en los viajes que no eran esenciales», remacha Forns.
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La misma tesis defiende Sergio Gómez, director comercial de Viajes Eroski, quien estima que «con la composición empresarial que hay en el País Vasco, con una industria que se ha tenido que volcar en la exportación para superar la anterior crisis económica, es impensable una caída drástica del gasto en viajes. La relación personal en el mundo profesional y de los negocios es algo insustituible», concluye.
Probablemente hará falta que pasen algunos años para ver lo que queda de este furor por la videoconferencia que tenemos ahora y lo que habrá de vuelta a las viejas costumbres. Si hay que fiarse de los estudios de las compañías aéreas y de los fabricantes de aviones, la recuperación de los viajes -de trabajo y turismo, todo a la vez- no se producirá antes del año 2024.
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«Para las empresas exportadoras los viajes van a ser insustituibles, también en el futuro»
«Desde febrero no hemos autorizado ningún viaje de trabajo. Es una cuestión de seguridad»
«Habrá racionalización del gasto, pero para generar confianza se necesita cercanía física»
Una de las actividades en las que todo el mundo coincide que la videoconferencia ha llegado para quedarse es en las reuniones de los consejos de administración de las grandes empresas. La fórmula, hasta ahora aplicada por muy pocas firmas, se ha extendido a los reglamentos de las compañías y reducirá los encuentros presenciales, afirman los expertos. Una cuestión que no es marginal, ya que en las grandes compañías cotizadas, con muchos consejeros de procedencia internacional, los gastos de desplazamiento suelen ser cuantiosos.
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