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Jorge Murcia
Martes, 13 de junio 2023, 00:50
Casi nadie, durante lo peor de la pandemia, pensaba que la economía fuera a mostrar la fortaleza que hoy en día presenta. Buena parte de ello lo tiene la política expansiva del Banco Central Europeo y el dinero con el que Bruselas ha engrasado la maquinaria económica del continente. Pero la era de la financiación gratis se ha acabado y la subida de tipos de interés, que parece no tener fin, pondrá a prueba las costuras de millones de empresas en todo el continente.
Pese a este escenario de «incertidumbre» -un concepto que parece haber llegado para quedarse definitivamente- las empresas vascas «siguen teniendo ganas de invertir». En el tejido empresarial del territorio se observa un «optimismo moderado», según Arantxa Tapia.
La consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco fue una de las personas que ayer participaron en el Foro PwC-El Correo celebrado en la Torre BAT de Bilbao, y que tuvo como objeto de debate los 'Desafíos y oportunidades de la empresa en el nuevo contexto económico'.
La mesa redonda -moderada por el corresponsal económico de EL CORREO, Manu Álvarez- contó además con la participación de Francisco Riberas, presidente ejecutivo de Gestamp, y de Gonzalo Sánchez, presidente de PwC España.
Ese optimismo, al que según Tapia es mejor no dar demasiada rienda suelta, tiene sus matices, los que apunta Francisco Riberas en el caso del sector que él más conoce, el automovilístico. Reconoce que a corto plazo «estamos mejor de lo que esperábamos», porque todavía «hay bastante demanda (de vehículos) retenida».
Sin embargo, advierte de que en otras partes del mundo, como Estados Unidos o China, «empieza a caer». Por tanto, espera que «esto empeore en algún momento, porque la coyuntura económica y el aumento de tipos de interés influye».
Es, según Gonzalo Sánchez, un momento de transición. «Ha habido una inyección de dinero brutal -el de la política monetaria expansiva-, pero eso se está empezando a cortar. Y las políticas monetarias tardan un tiempo en trasladarse a la economía real», advierte.
Un escenario que preocupa en Gestamp, pese a que ahora «tenemos más proyectos en cartera que nunca». Los nubarrones que se empiezan a vislumbrar a lo lejos, pero la multinacional con sede en Abadiño no tiene otra opción que acometer ingentes inversiones a medio y largo plazo: aquellas consustanciales a la transición entre el vehículo de combustión y el eléctrico.
Europa marca bien claro dos fechas para el mundo de la automoción: 2035, cuando no se podrán comercializar automóviles de combustión, y 2050, momento en el que ya no circularán por las carreteras del continente. Riberas se pregunta si este último objetivo se va a cumplir, «porque yo hasta ahora sí veo obligaciones para el sector, pero no que eso se traduzca en obligaciones para que todo el mundo cambie sus coches antiguos».
Gonzalo Sánchez cree que «todo está alineado» hacia el cumplimiento de esos objetivos, «y es muy difícil parar esa dinámica». Arantxa Tapia coincide con esta apreciación, pero critica que el plan de descarbonización no sea «integral» y ponga más el foco en el transporte público.
Desde un punto de vista político, la apuestas del tejido productivo «las tenemos perfectamente definidas», asegura la consejera del Gobierno vasco. Con una visión «a largo plazo», es imprescindible «aprovechar todo lo relacionado con la digitalización, la descarbonización y el vehículo eléctrico».
El debate abordó entonces la necesidad de aprovechar los fondos europeos Next Generation para, en primer lugar, potenciar la «autonomía estratégica» de Europa ante una excesiva dependencia, en diferentes aspectos, de otros países.
Francisco Riberas cree que Europa entendió en su momento, «quizá de manera un poco inocente» que la globalización no tenía riesgos. Esa concepción, «aunque a lo mejor un poco tarde», está cambiando. Pero, «¿están sirviendo los fondos Netx Generation para hacerlo? Lo estamos viendo poco, y debería ser una oportunidad». A comienzos de la pandemia Europa, con Alemania a la cabeza, apostó por relocalizar ciertas producciones, «pero en el último año ese souflé está bajando».
Gonzalo Sánchez, de PwC, coincide que la pandemia y después la guerra llevaron a Europa a reflexionar respecto a su dependencia de los países asiáticos en temas de producción, y de Rusia en el energético. «Pero China tiene todas las materias primas, y es difícil. Los fondos europeos tienen esa intención de romper dependencia. Y si se produce, será a largo plazo», concluye.
Esa reconfiguración geográfica en la producción de ciertos componentes críticos para la industria ha de contar con «una seguridad regulatoria», que sólo servirá en todo caso, «para acompañar a las inversiones privadas».
Riberas, sin embargo, sí echa en falta más apoyo de la administración en Europa respecto a otros países como Estados Unidos o Canadá que, a fuerza de subvenciones, han conseguido atraer la instalación de fábricas de baterías. «Aquí siempre queremos tener mucho cuidado con las empresas, que si son malas… y a veces perdemos posición competitiva», sostiene.
Lo que está claro, apunta Gonzalo Sánchez, «es que las regiones, los países, compiten entre ellos. Y las empresas son inteligentes e invierten donde es más rentable».
Otro factor que resta competitividad, en este caso a las empresas españolas, es que el dinero de los fondos europeos podría haber sido mucho mejor gestionado. Sobre todo en los PERTE (Proyecto Estratégico de Recuperación y Transformación Económica) y en los planes empresariales de mayor dimensión, por cuestiones burocráticas. «Ahora tenemos otra oportunidad, con la famosa adenda de 80.000 millones de euros» anunciada por Pedro Sánchez, avisa el presidente de PwC España.
Arantxa Tapia propone fijarse en cómo lo han hecho otros países, por ejemplo Italia, «que ha renovado absolutamente todo su parque de maquinaria, lo que por otra parte nos ha venido muy bien, porque somos proveedores». Y todo ello con un «sencillo» mecanismo de uso de los fondos. Además, recuerda, en España el dinero de los PERTE «cuesta mucho que llegue, especialmente a las pymes».
Además de la gestión de los dineros europeos, las empresas se enfrentan a otros desafíos más estructurales y quizá de mayor calado. Por ejemplo, su pequeño tamaño. Riberas cree que «cualquier empresario con ganas quiere crecer», aunque hay que saber en qué momento y en qué sector se hace.
Tapia sostiene que es un problema que compete única y exclusivamente al sector privado. «Nosotros estamos para ayudar», aclara. Y subraya que, «no siempre una empresa de 3.000 empleados es mejor en determinado nicho que una de 150».
Otro motivo de desvelo es la acuciante falta de mano de obra en determinados sectores y la incapacidad para atraer -y retener- talento. El presidente de Gestamp dice no entender «el mercado de trabajo», con cifras de paro «monstruosas» y falta de trabajadores en ciertas actividades empresariales. «Y no hablamos sólo en altos niveles, también en la parte de abajo».
PwC, una de las 'big four' de la consultoría mundial, no tiene problemas de contratación en España, porque se nutre sobre todo de universitarios, «pero nos cuesta retenerlos, porque muchas empresas tiran de trabajadores de compañías como la nuestra».
Tapia, por su parte, cree que las empresas se fijan demasiado en los titulados universitarios y muchas veces obvian a los de grados superiores de FP a la hora de cubrir una plaza.
Todo el mundo se enfrenta a grandes retos globales como «la descarbonización, la economía circular, la transformación digital, la demografía o la atracción de talento, la productividad, el desarrollo de infraestructuras pendientes en nuestro país y un largo etcétera». Sin embargo, solo se podrán abordar con éxito «si aterrizamos los grandes objetivos en estrategias y planes de acción regionales, y lo abordamos juntos». El responsable de PwC en Euskadi apeló a la «colaboración y cooperación público-privada» para impulsar un tejido empresarial en el que la sostenibilidad tiene mayor protagonismo. «Las sociedades y empresas que apuesten por una estrategia sostenible tendrán mayores posibilidades de éxito a largo plazo», recalcó.
«De oportunidades algo sabemos, pero de desafíos, los que trabajamos en medios nos podemos considerar expertos», aseguraba Iñigo Barrenechea en la presentación del foro. El director general de EL CORREO recordó todos los cambios que han afectado -y siguen haciéndolo- a las empresas periodísticas: las páginas web, los 'smartphones', las redes sociales y, por último, la inteligencia artificial. Todo aderezado con «crisis de materiales, el entorno inflacionista y la dificultad de encontrar talento». Aun así, asegura que el futuro del periódico, y por extensión, el de todos los medios, «no depende de la tecnología», sino de «la credibilidad y de la ética de nuestro trabajo. Como siempre ha sido, con más ruido alrededor pero más importante que nunca».
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