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El suministro eléctrico del Gobierno vasco para 2019 y quizá también en 2020 estará en manos de tres empresas comercializadoras, dos de las cuales, Syder y Nexus, apenas tienen actividad en el País Vasco y ni siquiera disponen de oficinas en la comunidad autónoma. ... El tercer adjudicatario, que se hará con la mitad del suministro contratado, es Gas Natural, que sí tiene una presencia más destacada en Euskadi, con una cuota de mercado cercana al 3,7%. Así al menos se desprende de la propuesta de adjudicación del concurso convocado para adquirir la electricidad que consumirán un total de 854 edificios dependientes de la Administración vasca -oficinas del Gobierno, centros educativos, comisarías de la Ertzaintza, centros de salud, etc.- durante un año y prorrogable para un segundo ejercicio. El presupuesto asignado por el Gobierno vasco a esta compra alcanza una cifra de 58,8 millones de euros y la previsión es que el contrato se formalice en los primeros días de diciembre.
La licitación impulsada por el Ejecutivo vasco ha supuesto dejar al margen de este contrato a las principales compañías del sector y en especial a las dos que tienen su sede social en el País Vasco, como es el caso de Iberdrola y EDP. Paradójicamente, las empresas que más aportan con sus impuestos a las arcas de la Hacienda vasca -que es la que servirá para abonar esta factura-, son las que han quedado marginadas en la adjudicación.
El Gobierno vasco tan sólo condicionaba el suministro a la certificación de que el 100% de la procedencia de la electricidad corresponderá a fuentes renovables, una opción que está de moda no sólo en las licitaciones públicas sino cada vez más en los contratos que negocian algunas grandes empresas. Sin embargo, en los criterios de valoración de las ofertas, la Administración vasca había optado por la opción más radical. Esto es, la totalidad de los puntos que se adjudican a cada una de las propuestas está ligada al precio, mediante una simple fórmula matemática. El Departamento de Gobernanza Pública y Autogobierno, responsable de este proceso, eludió introducir otros elementos de valoración -habituales en las licitaciones incluso de electricidad que realizan otros entes públicos, como es el caso de los ayuntamientos-, como la calidad del servicio, la presencia de profesionales de esas empresas en Euskadi para facilitar asesoramiento o la existencia de oficinas comerciales en este territorio. El Gobierno vasco sólo quiere precio bajo, venga de donde venga.
58,8 millones de euros es la valoración total que ha hecho el Gobierno vasco para contratar el suministro de sus edificios en los próximos dos años
Syder La mesa de contratación propone que le adjudiquen dos lotes, valorados en un total de 16,5 millones. Es una microempresa, con sede en Zaragoza, que tan sólo tenía seis empleados a finales de 2017 y una facturación anual de 18,1 millones de euros en ese ejercicio
Nexus Es una comercializadora pequeña, que tiene su cuartel general en Barcelona. En el País Vasco participa como socio al 50% de una distribuidora local junto a Ner Group, Noski, aunque no utilizó esta sociedad en la licitación y se presentó en solitario
Gas Natural Es la distribuidora del grupo Naturgy -la antigua Gas Natural-Fenosa- y controlará prácticamente la mitad del suministro al Gobierno vasco. Esta empresa es, de las tres adjudicatarias, la que tiene más actividad en Euskadi, con una cuota de mercado del 3,7%.
La licitación se había dividido en seis lotes separados. Dos por cada territorio y segmentados en alta y baja potencia. Se da la circunstancia de que la empresa ganadora de dos de estos seis lotes, Syder Comercializadora, es una pequeña firma de Zaragoza, sin oficinas ni empleados en Euskadi. Más aún, según los últimos datos disponibles y depositados en el Registro Mercantil, su facturación total en 2017 ascendió a tan sólo 18,1 millones de euros y su beneficio neto fue de 46.663 euros. Quizá lo más sorprendente de esta empresa es que en esa misma declaración de actividad de 2017 reconocía tener tan sólo seis empleados en España. Ahora accederá a un contrato valorado por el Ejecutivo vasco en 16,5 millones de euros para esos dos lotes.
La propia empresa, en un escrito de aclaración que presentó al Gobierno después de que su oferta se calificara inicialmente como «desproporcionada» -por baja-, admite que este contrato es para ellos una especie de campaña de marketing. «La repercusión que para ella supone tener de cliente al Gobierno vasco -señala la propuesta de adjudicación realizada por los técnicos del Ejecutivo de Vitoria- tiene un gran valor empresarial y de imagen, sirviendo de aval para la obtención de nueva clientela y puede justificar plenamente su oferta».
Lo cierto es que esta estrategia de buscar únicamente el precio más bajo, incluso fuera de la comunidad autónoma, es perfectamente legal. Pese a ello, esta opción genera un notable malestar en un buen número de empresas vascas, que compiten en el mismo mercado con salarios de sus plantillas más altos que los que abonan sus competidores en otras comunidades autónomas. Por si fuera poco, responsables de la Administración vasca han animado a los empresarios vascos en los últimos meses a afrontar un aumento de los salarios e incluso a asumir incrementos significativos de costes laborales, mediante la constitución de planes de pensiones para sus plantillas. Unas recomendaciones que casan mal con la política de compras que despliega el gabinete de Iñigo Urkullu y que se aplica también en otros concursos y no sólo en el del suministro eléctrico.
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