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Empezar a trabajar muy lejos de casa

Bases. Cada año, el programa de becas Global Training envía a 75 jóvenes vascos a empresas líderes internacionales por 1.500 euros al mes

Sábado, 7 de agosto 2021, 23:53

Andrea Deibe | Un año en Amberes

«He crecido mucho personal y profesionalmente»

Andrea Deibe, de 25 años, tiene un par de ofertas ahora que ha vuelto. Borja Agudo

Andrea Deibe siempre había querido vivir un tiempo en el extranjero y el año pasado le llegó la oportunidad de la mano de las becas ... Global Training. Este programa del Gobierno vasco está dirigido a jóvenes menores de 31 años con titulación universitaria o Formación Profesional y está gestionado por siete entidades colaboradoras. «Encontré la oferta que más se ajustaba a lo que buscaba a través de la Fundación Novia Salcedo, en el instituto tecnológico y de investigación Vito, que se encuentra en la provincia de Amberes, en Flandes», explica.

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El centro se mostró interesado en el perfil de la joven, que cuenta con un título de máster en Química Sintética e Industrial. Y, antes de darse cuenta, llegó el momento de hacer la maleta. «El viaje fue una odisea. Volé desde Santander y, una vez allí, tuve que recorrer un tercio del país en tren, viendo cómo se alejaba la civilización».

Las instalaciones de Vito están situadas en el lugar que antes ocupaba una empresa nuclear, en un bosque y rodeada de militares. La compañía cuenta también con casas-dormitorio y en una de ellas se instaló Andrea. «Había un ambiente muy internacional. Conocí a gente de todo el mundo: de Indonesia, Líbano, China, Estados Unidos, Latinoamérica...». Un encuentro de culturas que «enriqueció mucho la experiencia, en la que he crecido personal y profesionalmente».

«He trabajado con el jefe técnico del instituto Vito en tres proyectos diferentes»

Cima laboral

En esos doce meses tuvo tiempo de visitar Brujas, Bruselas y otras zonas de Bélgica, y las primeras señales de que la pandemia del Covid iba a ser un problema mundial le llegaron en Berlín, el 8 de marzo. «Recibimos mensajes de casa diciendo que los iban a confinar y no nos lo creíamos». Aunque a ellos no los recluyeron en casa, Andrea asegura que fueron meses «muy tristes», con todo cerrado y poca gente en la calle. «Tuvimos que cancelar un viaje que teníamos a Noruega y Dinamarca, pero lo más duro fue no poder volver a Euskadi a visitar a la familia y a los amigos», reconoce.

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Ya de vuelta, se queda con todo lo aprendido en esta experiencia. «Ha sido increíble. En el trabajo me he sentido muy valorada y arropada. He trabajado en tres proyectos diferentes junto al jefe técnico del centro. Me da miedo haber llegado a mi cima profesional con 25 años». Desde entonces le han salido un par de ofertas de empleo y ahora quiere combinar el trabajo con un máster en Ilustración Científica de la UPV/EHU.

Aitor Pujana | Seis meses en Uruguay

«Una vez pones el pie fuera, te haces más global»

Aitor Pujana cree que la experiencia le abrirá puertas para entrar en empresas punteras. Borja Agudo

El año pasado Aitor Pujana cambió las salinas de Añana, donde trabaja desde hace seis años, por Uruguay. «Estudié Antropología Social y tenía interés en ir a Latinoamérica, donde este campo tiene un mayor recorrido y se valora más». Solicitó plaza en el Museo de Arte Precolombino e Indígena (MAPI) de Montevideo y, tras recibir unos cursos de formación, cruzó el charco junto a otros ocho jóvenes.

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Una vez salvadas las dificultades iniciales, el vitoriano de 28 años se adaptó muy rápido a la vida en Uruguay, un país donde «la sociedad es diferente y tiene prioridades distintas». También conoció a gente de otras partes del mundo, con los que todavía mantiene el contacto. «Una vez pones un pie en el extranjero, te haces más global».

Conserva además en la memoria viajes por toda la costa uruguaya, conocida por sus extensas playas. Un paraíso. También hizo otras dos escapadas a Buenos Aires y a Santiago de Chile.

En su trabajo en el MAPI se sintió muy reconocido, ya que «allí tienen más sensibilidad por la antropología social», reconoce. El clima laboral era muy bueno y el director del museo saludaba a todos los empleados con dos besos al entrar. Antes de la pandemia, claro. «Son detalles que te rompen todos los esquemas y te hacen ver que hay una mayor horizontalidad, lo cual se agradece».

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«Me sentí muy reconocido en lo laboral. Allí tienen más sensibilidad»

experiencia

El virus les obligó a teletrabajar dos meses, un tiempo en el que tuvieron que reinventarse. Lo lograron desarrollando una propuesta virtual para el museo. «Hicimos cosas muy punteras como talleres online con niños sobre arte rupestre e indígena. El personal del museo estaba muy predispuesto a todo tipo de ideas». La casa donde residían era «alucinante» y muy grande, lo que les permitió estar cómodos durante la pandemia.

Todo ello hace que guarde un muy buen recuerdo de su estancia. «Recomiendo al 100% este programa de becas. Es toda una experiencia: te da la oportunidad de conocer países curiosos y es la vía más fácil para trabajar en empresas punteras». Algo que se agradece en un momento en el que la entrada al mercado laboral se complica para muchos jóvenes: «Por mucha experiencia que tengas, si no te dejan demostrar que sirves, no entras». De hecho, lo que más le atrajo de estas becas fue que buscaran a jóvenes con su perfil académico, «algo no muy habitual». Ahora sigue en Añana y como su trabajo es de temporada, continúa buscando otro que aún no le ha salido.

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