Estamos viviendo una de las crisis más graves de nuestra historia reciente que afecta, en mayor o menor medida, a la práctica totalidad del planeta. Todos tenemos en nuestro círculo cercano algún familiar, amigo o compañero de trabajo afectado por la enfermedad y el número ... de fallecidos es desolador. El coste económico está todavía por manifestarse en toda su crudeza, pero no cabe duda de que dejará una profunda huella en la sociedad.

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Todas las crisis, grandes o pequeñas, globales o locales, deben servir para aprender de los errores pasados y para mejorar en el futuro. La crisis del coronavirus no es, en este sentido, con la salvedad de la rapidez y dureza del impacto en un espacio de tiempo muy corto, apenas tres meses, diferente de cualquier otra crisis anterior.

Las crisis son momentos de cambio y el cambio debe ser a mejor. Son un motor de transformaciones sociales, económicas o industriales, que ya estaban empezando a producirse y cuya implantación se acelera por la necesidad de hacer frente a la crisis.

El teletrabajo, el ocio en casa, el consumo mediante el comercio electrónico… eran tendencias que ya estaban avanzando con fuerza en la sociedad y las circunstancias actuales no han hecho sino acelerar su implantación. El confinamiento obligatorio ha llevado a sectores enteros de la sociedad a variar sus hábitos de consumo. Una vez superemos la crisis es posible que volvamos a algunos de los viejos hábitos, pero es seguro que no habrá vuelta atrás en muchos de los casos.

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En el mundo empresarial, las compañías tenemos que adaptarnos a la nueva situación y seguir trabajando para mantener y relanzar la actividad económica una vez superada la emergencia sanitaria, en un nuevo escenario donde los usos y las necesidades de las personas se habrán transformado.

En esta nueva situación, las empresas tenemos que continuar contribuyendo al desarrollo sostenible de nuestro entorno generando beneficios ambientales, económicos y sociales. La reactivación económica no se hará de cualquier manera porque la crisis ha confirmado que el compromiso con el medio ambiente y el entorno son claves para el futuro.

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Junto a estos cambios que se vislumbran en el horizonte no podemos perder de vista un elemento que está en el centro mismo de la actividad industrial y que nunca cambia, sea en situaciones de crisis como de bonanza, Estoy hablando del esfuerzo, que es siempre importante, pero que hoy más que nunca es imprescindible: para superar esta crisis todos tenemos que poner el máximo esfuerzo posible de nuestra parte.

La industria vasca tiene todos los elementos para llevar a cabo con éxito el reto de una reconstrucción económica sostenible tras la pandemia. Somos un motor de crecimiento y transformación, punteros en innovación y desarrollo, con grandes casos de éxito e internacionalización en las últimas décadas. Además, tenemos experiencia contrastada en adaptarnos, crecer, aprovechar oportunidades y, al mismo tiempo, cuidar de nuestro entorno. Una vez más demostraremos nuestra capacidad de superación ante la adversidad.

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