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Hace semana y media asistí a la presentación que hizo el gobernador del Banco de España sobre los retos del sector bancario español y no le niego que salí un poco asustada y un tanto sorprendida por los mensajes que transmitió.
Fue una lección ... magistral, ordenada y muy bien estructurada que seguro refleja tanto el perfil técnico del nuevo y joven gobernador que tenemos al frente de este organismo como un nuevo estilo más directo y transparente en esta institución. Es de agradecer, máxime cuando todavía asistimos a episodios donde se pone en tela de juicio la actuación del supervisor respecto a nuestro vapuleado sistema financiero. Así que el futuro parece prometedor. En cualquier caso, no debemos olvidar que el Banco de España ha perdido la gran mayoría de sus competencias –en particular el establecimiento de la política monetaria y la supervisión bancaria- a favor del Banco Central Europeo, pero sigue teniendo una repercusión importante cuando intervienen sus máximos mandatarios en diferentes foros.
Le he dicho que me asusté porque el panorama que pintó para nuestros bancos no es muy halagüeño. Por resumir y sin entrar en mucho tecnicismo, comentó que el sector debe reforzar aún más su capital, incrementar su rentabilidad sin bajar la guardia en su riesgo, seguir limpiando 'desaguisados' del pasado de sus balances vendiendo activos improductivos y aprovechar las nuevas tecnologías en un entorno competitivo diferente.
Mi sorpresa es que no habló de cambios cualitativos/culturales, ni aprovechó la oportunidad para transmitir la baza que tienen nuestras entidades financieras de afrontar la competencia de las Fintech y también de las Big Tech de una manera decidida. Y sobre todo, obvió la necesidad que tiene la banca de transformar mentalidades en sus estructuras. La cultura bancaria hay que cambiarla y adaptarla a un nuevo terreno de juego.
En un país dónde, con datos de 2017, menos del 10% de la población entre 16 y 72 años utiliza internet para realizar al menos una actividad financiera, hay mucho margen de desarrollo y oportunidad. Datos que comparan por ejemplo con Reino Unido, donde estamos hablando de más del 40% . La tecnología es una herramienta, costosa pero que ayuda a mejorar la oferta y el servicio al cliente. Y así hay que enfocarla. Por supuesto que no es un fin en sí misma. Sólo si es usada con criterio posibilitará ventajas a los clientes y mejoras de eficiencia a las entidades.
Soy consciente de que el sector bancario en España está estigmatizado por ciertas actuaciones del pasado reciente y cualquier recién llegado carece de 'pecado', y por eso provoca un efecto ilusionante. El sector bancario tiene un problema reputacional que debemos reconquistar todos los profesionales del sector, entre los que me incluyo, con transparencia y buena praxis, pero también con el apoyo de nuestro supervisor que conoce de primera mano el esfuerzo que se está realizando en el día a día.
Necesitamos contar con un sector financiero sólido y saneado en términos cuantitativos; es una condición necesaria, pero no suficiente. La capacidad de adaptación de las personas y el aprovechamiento que estas hagan de esas mejoras tecnológicas definirán el sector en el futuro.
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