El consejero delegado de la Sareb, Leopoldo Puig, reconoció abiertamente el mes pasado en la presentación de los resultados de la entidad lo que era un secreto a voces: que no podrán hacer frente a toda la deuda que vence en 2027 y que, por ... lo tanto, quedarán unos 15.000 millones pendientes de pago y de refinanciación. El que popularmente es conocido como 'banco malo' porque aglutinó los activos menos válidos de las antiguas cajas de ahorro con el respaldo del Estado, no puede vender los inmuebles con la celeridad suficiente para cumplir los plazos. El caso es que la participación que tienen Kutxabank y Laboral Kutxa en la entidad les obligaría a afrontar una refinanciación de ese montante en función de sus acciones, un 2,53% y un 0,59% respectivamente. Cifras que hacen unos importes de 379 y 88,5 millones para las entidades vascas. La última palabra, eso sí, la tendrá el Gobierno que es el que cuenta la mayor participación en el 'banco malo', un 50,14%. El ejercicio 2027 es el año fijado para completar la devolución de los 50.000 millones que recibió la Sareb del Banco Central Europeo (BCE) y que respalda el Ejecutivo a través del Frob. El plan era ir pagando el importe con la venta de los suelos y pisos. Pero estos no valían lo que se calculó en un primer momento y, además, ha habido que rebajarlos más para tratar de acelerar su colocación. Así, el patrimonio de la entidad presenta un deterioro de 14.616 millones y todavía quedan por devolver 29.413.
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En la Sareb participan varios bancos, además de las entidades vascas. El Gobierno obligó a entrar con 2.600 millones a once entidades en el momento de su creación, en 2012. Entre esos accionistas destacan Santander (22,21%), CaixaBank (12,24%), Sabadell (6,61%) e Ibercaja (1,43%). De los grandes, solo BBVA logró esquivar la operación asumiendo en solitario la gestión de su cartera inmobiliaria. El grueso fue asumido por el Estado con un 45% que elevó en 2022 a ese 50,14% nacionalizando la entidad.
Es un movimiento que el sector interpreta como la antesala de una refinanciación que afrontará el Ejecutivo en solitario exonerando a las entidades financieras de esa deuda. Los bancos saldarían así cualquier compromiso con la Sareb, eso sí, tras perder sus aportaciones iniciales. En el caso de Kutxabank, 100 millones, y en el de Laboral Kutxa, 30. Se trata de cantidades que las entidades financieras ya habían provisionado en sus balances y cuya pérdida a día de hoy ya está descontada y quedaría sin repercusión.
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