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La fábrica más grande de Euskadi, la planta de Mercedes en Vitoria que emplea a 5.000 personas, cerrará este año con una producción de vehículos que apenas superará las 120.000 unidades. Es menos aún que en 2020, cuando el covid paralizó la producción ... durante semanas. Si la industria representa el 24% del PIB de Euskadi y Alemania, el principal destino de las exportaciones vascas, acumula cinco trimestres consecutivos sin apenas crecimiento, parece complicado prever un cierre de año positivo. «No parece que vaya a ir bien, no se ve mejora», reconoce a EL CORREO el responsable del departamento de estudios de Laboral Kutxa, Joseba Madariaga.
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El consumo da síntomas de haber llegado a su techo. El IVA que gestionan las haciendas forales se redujo hasta septiembre en la recaudación 100 millones, un 3,1% menos. Pero el empleo sigue aportando unos muy buenos datos con un paro al 7% y más de un millón de personas cotizando a la Seguridad Social, un techo histórico, aunque el crecimiento es más lento y lo hace cuatro veces más en el sector público. Es un conjunto de elementos que lleva a los analistas no tanto a hablar de una crisis, pero sí de un periodo muy plano para la economía vasca que aventuran un mal cierre de 2024. Así lo señala el responsable de Economía de Confebask, Pablo Martín, al recordar que la primera mitad del año mantuvo «vigor», pero «ahora entramos en una fase más lánguida».
Mientras dura esta situación, pequeñas compañías con menos músculo financiero empiezan a registrar problemas. Así lo señala el socio de BSK Legal & Fiscal, Ramón Solórzano: «Mucho tiempo después de no tener encima de la mesa expedientes preconcursales, empezamos a analizar con cierta frecuencia reestructuraciones de deuda». Solórzano explica que aparecen en sectores industriales, principalmente muy ligados a la automoción.
No son síntomas graves. De hecho, fuentes financieras señalan que no han aparecido problemas de mora en la devolución de créditos por parte de las empresas. Pero sí reconocen que se nota en las decisiones de inversión que algunas empresas enfrían. Una evidencia de que muchas deciden reestructurarse para una retirada a 'los cuarteles de invierno'.
Este parón de la industria es el que ha penalizado a Euskadi en su evolución económica. Lleva creciendo por debajo del conjunto de España durante 14 trimestres consecutivos. Así, este año cerrará, según el Gobierno vasco, con un crecimiento de su PIB del 1,9%, frente a un entorno del 3% previsto para España. Pero, como señalan los analistas, no se deben perder de vista dos hechos: uno es que la economía vasca durante el covid se resintió mucho menos que la del conjunto del país, un 14% menos gracias precisamente a la industria. En segundo lugar, y como recuerda el profesor de la Universidad de Deusto, Joseba Madariaga, «el empleo industrial no solo tiene salarios más altos, sino que es más resistente». En el sector servicios, recuerda, la destrucción de puestos de trabajo es casi instantánea.
Pero a diferencia de las previsiones del Ejecutivo autonómico, que ven una evolución del PIB vasco mucho más sólida en 2025 con un avance del 2,1%, Madariaga señala que «no hay prospecciones positivas». Alemania, insiste, presenta un PMI -indicador económico que mide los pedidos de las empresas- por debajo del 42,5 tras bajadas continuadas en los últimos cinco meses. Según este medidor, por debajo de 50 puntos una economía está en zona de contracción.
El analista de Deusto señala que el país germano está acusando «el cambio de modelo energético con un aumento de costes que han impactado en la competitividad y se han unido al daño infligido por China con el vehículo eléctrico». «La inversión pública -sentencia- también cae», con lo que no prevé una reacción rápida de la industria teutona.
son los millones en los que se ha reducido la recaudación por IVA en Euskadi hasta el mes de septiembre.
El 55% del PIB de la zona euro podría entrar en ajuste fiscal en 2025 de acuerdo a las nuevas reglas de Bruselas
es el porcentaje que han caído las exportaciones vascas a Alemania y que le han descabalgado de la primera posición.
Con un paro del 7% el mercado laboral sigue resistiendo con fuerza, aunque más apoyado en el sector público
Coincide en la descripción de los síntomas el analista de la patronal vasca, Pablo Martín, al señalar que las compras germanas a Euskadi ya no lideran las exportaciones vascas. Han caído un 17,6% y Francia le ha quitado ese liderazgo. Aunque la economía gala tampoco goza de su mejor momento. Con un déficit del 6% y una deuda del 112% del PIB está en parámetros de sufrir el ajuste fiscal que fija Bruselas con las nuevas reglas financieras.
Por todo ello, como recuerda Martín, la producción industrial vasca hasta septiembre de este año presenta una ligera caída del 2%, principalmente por el impacto de la automoción y los bienes de equipo, que sufren una crisis en Europa que ha llevado a Volkswagen a plantear el cierre de tres plantas en su propio país.
Aun así, destaca el economista, la industria vasca está demostrando «una gran competitividad y un comportamiento mucho mejor que las de Europa». Un fenómeno en el que pesa la diversificación geográfica y la operación en otros mercados como EE UU, Latinoamérica o India.
Lo que preocupa es la debilidad que pueda acusar el sector público, un motor del consumo y de los servicios que han ayudado también de forma importante en Euskadi. De hecho, el turismo, con un impacto superior a los 5.000 millones está representando ya un 6% del PIB vasco. Son sectores que, como reconoce Madariaga, «han servido de refugio».
Pero los Presupuestos del Gobierno vasco reproducen el comportamiento plano de la economía. Aun llegando al techo histórico en el proyecto de Cuentas para 2025, los 15.728 millones crecen con un 12% menos de fuerza que hace tres años. Y eso a pesar de aumentar un 53% el recurso a la deuda con 1.285 millones para reforzar los ingresos.
La recaudación prevé un crecimiento para el 2025 que avanza un 3,7% hasta los 19.718 millones, la mitad de intenso que el crecimiento de hace solo dos años. Son datos que se acumulan al enfriamiento del IVA y que comienzan a evidenciar en el gasto público y en el consumo síntomas de agotamiento, de haber tocado techo.
Es un cuadro que hace que en determinados ámbitos como el de las bodegas pequeñas y medianas estén apareciendo problemas de ahogo financiero, tal y como señala el socio de BSK, Ramón Solórzano.
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