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Una batería para el coche eléctrico que aumenta su autonomía un 50% -pasaría de los 500 km a los 750-, pero ahorrando costes en un 30% y sin depender de la tecnología china. Es lo que trabaja para ofrecer la gigafactoría vasca Basquevolt con su ... tecnología de celdas en estado sólido. Un proyecto que no puede escapar tampoco a la crisis por la que atraviesa la implementación del coche eléctrico. La crisis industrial en Europa, la competencia de los fabricantes chinos, la falta de desarrollo de la red de carga y las dudas sobre las ayudas han terminado por lastrar el avance de los vehículos conectados.
Se trata de una realidad que ha acabado por romper los planes de Basquevolt. La compañía auspiciada por el Gobierno vasco ha puesto ya en funcionamiento la línea de prototipado, pero la planta piloto que tenía previsto levantar en el parque tecnológico de Álava este año tendrá que esperar. Así lo han confirmado fuentes de la empresa que dirige Francisco Carranza.
Los planes fijaban levantar en 2025, frente a las actuales instalaciones de Basquevolt, una pequeña fábrica que produjera las primeras celdas de batería de modo industrial. Una infraestructura con un 1 GW de potencia y que completase el desarrollo de primera fase del proyecto con una inversión total de 200 millones.
Para su ejecución era necesario concluir una ampliación de capital sobre las aportaciones iniciales de los socios fundadores. El Gobierno vasco mantiene su posición de control con algo más de un 20% en Basquevolt. Participan también Iberdrola, Enagas, CIE Automotive y el Ejecutivo central a través del CDTI.
Esas primeras aportaciones han permitido dar el primer paso adecuando las instalaciones en el edificio del parque tecnológico de Álava, donde se alberga el túnel del viento, y formar una plantilla de un centenar de personas. En ese espacio se puso en marcha el año pasado la línea de prototipado para alumbrar las primeras celdas de 20 amperios.
Pero el salto previsto para la planta piloto -valorada en 100 millones- no ha contado con los recursos necesarios. Los 30 millones de los fondos europeos recibidos no son suficientes y el equipo dirigido por el consejero delegado de la empresa, Francisco Carranza, sigue trabajando en esa línea. Una tarea en la que el frenazo general de la industria se ha dejado notar. Los planes eran incorporar al proyecto a un gran fabricante de la automoción con el que trabajar en el desarrollo de las celdas de automoción. Su entrada a la empresa es una de las claves para la financiación.
El hecho de que los plazos se alarguen no significa que no haya avances. Fuentes de la empresa confirman que hay tres constructores que están trabajando con las baterías cerámicas vascas. Se ubican en la automoción y en otro sector en el que la electrificación centra muchas miradas, la aeronáutica. Los pequeños aviones eléctricos y aerotaxis se han convertido en un campo importante de inversión de I+D.
Lo que sí está claro es que 2027 no podrá ser el primer año en el que haya coches circulando por las carreteras con una batería 'made in Euskadi'. Como en el resto del sector, los tiempos se alargan.
El proyecto completo de Basquevolt prevé una fábrica con una potencia cercana a los 10 GW, una inversión total superior a los 600 millones y crear 700 empleos. La clave es la celda en estado sólido -frente al líquido de la tecnología actual- y que supone la piedra angular que soporta las ventajas competitivas de la gigafactoría vasca.
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