Consulta lo que Euskadi compra y vende en el mundo, país a país

Félix Montero

Lunes, 24 de marzo 2025, 00:42 | Actualizado 13:34h.

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Las exportaciones vascas registraron el año pasado su primera caída desde la pandemia. En un contexto marcado por la crisis de la automoción, las ventas de las empresas vascas al exterior se redujeron un 5,1%. Desde 32.721 millones hasta 30.967. Lejos de mejorar, este enero se ha registrado la misma tendencia negativa, que ahora amenaza con agravarse tras la guerra arancelaria emprendida por Donald Trump. En un escenario de incertidumbre total, pues todavía se desconoce el alcance de las medidas del presidente estadounidense, empresas e instituciones buscan nuevos mercados y estrategias para protegerse de estas barreras comerciales.

La cuestión es que la economía vasca, netamente exportadora, es totalmente dependiente de sus principales socios comerciales, Alemania y Francia. Y cuando estos se gripan, Euskadi estornuda. La depresión alemana y la ralentización gala han golpeado sobre la línea de flotación de unas exportaciones vascas que tienen como sustento la automoción y la alta tecnología.

La situación que más preocupa a las empresas y las autoridades vascas es la depresión de una economía alemana. Las ventas a este país el año pasado se redujeron un 13% -frente al 0,4% de Francia-, lo que se tradujo en 668 millones de euros menos. La crisis que arrastra el sector de la automoción -provocada por la competencia china y la lenta transición hacia el coche energético- está detrás de estas cifras. El automotor supone la mitad de las exportaciones hacia el país germano, y dentro del sector destaca un nombre propio: Mercedes. La mayor industria vasca, con 5.000 trabajadores, es la planta del gigante automovilístico alemán en Vitoria, que destina el 40% de sus furgonetas a su tierra natal.

Aunque la depresión alemana es clave, al proceder de un socio estratégico, curiosamente no es la mayor. Las ventas de las empresas vascas a Estados Unidos -cuarto mercado de la economía de Euskadi- cayeron en 746 millones de euros (un 27%). Se trata de una reducción condicionada por la caída de las exportaciones de combustibles en un 68% -provocada por el impacto en la volatilidad del precio del petróleo- y los productos de fundición del acero, que se redujeron un 43 como consecuencia del precio de una energía que imposibilita competir con China.

Esta reducción de las ventas de las empresas vascas a Estados Unidos se dio antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. La guerra arancelaria emprendida por el líder republicano amenaza con provocar un desajuste en las cadenas de suministro globales. El presidente estadounidense puso en marcha la semana pasada aranceles del 25% al acero y el aluminio, lo que obligó a algunas empresas como Tubos Reunidos a adelantar el envío de su 'stock' en enero, pues no debían abonar este recargo extra.

El próximo 2 de abril, Trump ha anunciado su intención de imponer aranceles recíprocos a todos los productos que entren en el mercado estadounidense. Aunque es una incógnita en qué se traducirá esta amenaza -en el caso de que la cumpla, Bruselas ha advertido de que su respuesta será contundente-, su objetivo es gravar a los bienes europeos con el mismo porcentaje que sufren los americanos cuando entran en la UE.

¿Y cuáles serían los sectores más afectados por esta normativa? Pues el producto que más exporta Euskadi a Estados Unidos es el petróleo. Otros bienes ligados con los hidrocarburos o los combustibles, como los aceites destilados de los alquitranes de hulla y el biodiesel también ocupan posiciones destacadas entre las exportaciones vascas. En cambio, el segundo producto más vendido son las partes para construir turborreactores y turbopropulsores. Destacan también los ligados a la energía eléctrica, a la máquina herramienta y la industria petrolífera.

Sin embargo, todavía no está claro cómo afectará a Euskadi y el conjunto de España esta normativa. Trump ha expresado en más de una declaración que su intención es gravar a aquellos países con un superávit comercial con Estados Unidos. Es decir, aquellos que exportan más que importa. Sin embargo, la situación en el conjunto de España es exactamente la contraria: el país compra a EE UU más de lo que vende. La situación en Euskadi, en cambio, es exactamente la contraria. La economía vasca es netamente exportadora, tanto a Estados Unidos como al resto del mundo.

Este déficit comercial que sufre el conjunto de España ha derivado en que la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España haya remitido una carta a Donald Trump con el objetivo de subrayar la importancia de mantener un clima comercial equilibrado entre España y Estados Unidos ante la posible imposición de nuevos aranceles a determinados productos de origen europeo. La misiva, firmada por el presidente de AmChamSpain, Jaime Malet, destaca la singularidad de la relación económico-comercial entre ambos países, al recordar que, a diferencia de muchos otros Estados miembros de la Unión Europea, Estados Unidos mantiene un superávit comercial con España, en vez de un déficit.

En los que respecta a las importaciones, el año pasado registraron una leve subida en las importaciones de Euskadi del 0,9% (243 millones más que el año anterior hasta los 27.039), con un crecimiento destacable en los productos energéticos que el País Vasco hizo traer un 4% más. De esta forma el saldo comercial vasco cierra en positivo, con una diferencia de 3.927 millones a favor de las exportaciones. Sin embargo, la tendencia no es favorable. Esta diferencia se redujo en una tercera parte respecto al 2023, cuando llegó a los 5.848.

Los datos de la banza comercial muestran cómo en los últimos cuatro años ha aumentado la depende de Euskadi hacia China. Las compras al gigante asiático han crecido un 55% desde el final de la pandemia. Las empresas del País Vasco adquirieron productos en China en 2024 por valor de 1.808 millones. Son más que las importaciones realizadas a Estados Unidos (1.551 millones) y prácticamente las mismas que a Francia.

Los costes son una de las claves de la entrada de los productos chinos. Y es que las fuertes subvenciones que el Gobierno ha dado a sus industrias les ha permitido desembarcar con precios muy competitivos en elementos como las placas fotovoltaicas o componentes de automoción.