Hacia una competitividad sostenible
Los líderes ante la crisis ·
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Los líderes ante la crisis ·
Nadie imaginaba hace 2 meses que el mundo entraría en shock: más de un tercio del planeta confinado, Zoom en todas partes (crece un 1.270% durante el Covid), con disminuciones superiores al 70% en el tráfico mundial y la polución en mínimos históricos.
Hemos ... visto cómo elementos cotidianos se han convertido en artículos de lujo: una mascarilla, unos guantes o un paseo son valorados más que nunca. Cuando esta pesadilla termine, no deberíamos olvidar lo que este parón forzoso nos ha ayudado a ver: la importancia de las pequeñas cosas.
La pandemia ha puesto de manifiesto varias carencias y, cuando esto haya pasado, deberemos seguir trabajando en una estrategia fundamentada en lo estructural, en el largo plazo, que permita responder a cualquier reto del presente. Es esencial para nuestro país reforzar un ecosistema con estrategias favorables a la retención de empresas, a la atracción de nuevas empresas, grandes y pequeñas, que genere un tejido empresarial más diversificado, más numeroso, con un modelo de colaboración público-privada ejemplar. Que nos permita, por ejemplo, mediante la RSC empresarial y en colaboración con la Administración, cubrir gaps de actividad que a priori pueden no ser atractivas en términos de rentabilidad, buscando el autoabastecimiento y tratando de dar respuesta a necesidades sin depender de proveedores externos.
En un mundo globalizado, tenemos que mirarnos en el espejo del norte de Europa y apostar por modelos empresariales donde pequeños y grandes desarrollan su actividad buscando no solo la rentabilidad en el corto plazo, sino maximizar el valor social aportado a sus grupos de interés en el largo.
En este contexto, toca reconocer a la casi totalidad de empresas de este país, pequeñas y grandes, su aportación de valor a nuestro territorio: creando empleo de calidad, operando con responsabilidad medioambiental y social, generando riqueza en toda la cadena de valor y tributando en las haciendas locales y beneficiando a la sociedad en su conjunto. Nuestras empresas operan en un entorno globalizado agresivo, donde la apuesta por la digitalización y la I+D+i constituyen la base para ser altamente competitivos.
Aunque parezca utópico, la importancia de los aspectos cualitativos del desempeño empresarial va en aumento. Los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobernanza) tienen un papel fundamental en la competitividad, pero también y, cada vez más, en las decisiones que tomamos los consumidores e inversores. Los estudios ponen de manifiesto que las empresas que no basan toda su praxis únicamente en precio son las que en el futuro van a resultar ganadoras. Y BBK es un claro ejemplo de este nuevo paradigma de empresa competitiva.
Debemos establecer mecanismos para ofrecer al inversor y al consumidor información de valor que les ayude a conocer cómo se producen los bienes y servicios de una empresa y qué aportan a su entorno. Poner a su disposición instrumentos que incrementen la transparencia y posibiliten una toma de decisiones informada, coherente y responsable (establecer un sistema de rating social, incorporar un etiquetado con parámetros ASG).
Necesitamos un cambio de mentalidad en la sociedad. EL Covid-19 ha puesto en jaque nuestras vidas. Estamos a tiempo de dotar de coherencia a nuestras decisiones y no permitir que el virus de la lowcostización contamine el tejido empresarial y comprometa nuestro estado del bienestar.
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