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Hoy en día está plenamente aceptado que la reducción de las emisiones de CO2 es imprescindible para la sostenibilidad del planeta y que las energías renovables son fundamentales para lograrlo. Los objetivos de descarbonización son cada vez más ambiciosos y alcanzables, entre otras cosas, porque hemos conseguido que producir energía con el viento y el sol sea más barato que hacerlo con combustibles fósiles. Hay por lo tanto, motivos para ser optimistas, aunque tengamos por delante una serie de retos, sobre todo en el sector eólico.
Los más destacados, y que ya han tenido efectos significativos en 2021, son el fuerte incremento de los precios de las materias primas, sobre todo el acero, y del transporte de componentes. Estos elementos, que están presionando los márgenes de los fabricantes de aerogeneradores, seguirán presentes en 2022. En todo caso, seguimos aplicando medidas ya puestas en marcha para mitigar su impacto, lo que nos permitirá alcanzar un nivel de rentabilidad que facilite la inversión en las nuevas tecnologías necesarias para avanzar en la transición energética.
Para España 2022 será un año especialmente importante por lo respecta a las energías renovables. La llegada de los fondos europeos permitirá avanzar en áreas claves para el futuro del sector eólico, como el hidrógeno verde, el almacenamiento, la eólica marina, la digitalización o el reciclaje. Este impulso económico, apoyado por un sector privado sólido, con grandes empresas multinacionales, como Siemens Gamesa, puede ser clave para que España consolide su liderazgo tecnológico en un sector fundamental para el futuro de la economía global como el eólico.
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