En 2001, los españoles consumían radiocasetes; en 2016, sin embargo, predominaron los servicios en línea de video y música; y, en 2021, las suscripciones a periódicos online. La continua evolución de la sociedad y los amplios, y rápidos, cambios tecnológicos que han irrumpido en estas ... últimas dos décadas, han hecho variar, de manera significativa, los productos que predominan en los hogares.
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Así lo constata la cesta de la compra con la que el Instituto Nacional de Estadística (INE) elabora el Índice de Precios de Consumo (IPC), que ha registrado en enero máximos de los últimos 30 años al situarse en el 6%. Y lo ha hecho no solo por el encarecimiento de la energía sino también por el alza de los carburantes y lubricantes, y buena parte de la cesta de la compra que se va impregnando de esta espiral inflacionista.
La selección de los productos que componen ese carro 'modelo' se realiza en función del gasto que se hace de cada uno de ellos, para que sean representativos del consumo de los hogares. Por eso, en 2016 el INE incorporó a su alacena los juegos de azar, «algo absolutamente atípico» en opinión del director del Global MBA del Instituto de Estudios Bursátiles, Aurelio García, pero que se incorporó por la importancia que las apuestas tenían en el consumo.
La cesta de la compra se actualiza cada lustro para poder analizar de manera «certera» el gasto de los españoles. Este análisis comenzó en 1936, pero fue en enero de 2002 cuando entró en vigor el sistema de bases actual, que parte de la Encuesta Continua de Presupuestos Familiares y divide en 12 grupos los productos analizados por el INE.
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En esa actualización no solo se incorporan o eliminan productos sino que también cambian las características de la muestra, ampliando los municipios en los que se analizan los productos y el número de precios recogidos. De esta forma, mientras que en 2002 se analizaron 484 productos, este número ha ido aumentando, pasando de los 489 de 2011 a los 955 de la base de 2021.
El sistema utilizado por Estadística está avalado por Eurostat -la oficina de la UE- y, aunque podría revisarse cada menos tiempo, García considera que cinco años «es un periodo lógico» para analizar si los cambios en los hábitos de los hogares marcan una tendencia sostenida en el tiempo. «En 2020 se dejó de viajar. ¿Esto quiere decir que al siguiente año no debemos tomar en cuenta los costes de alojamiento y transporte?», se pregunta el economista jefe para España en BBVA Research, Miguel Cardoso, para defender la actualización cada cinco años. Lo que sí varía año tras año, y periodo tras periodo, es el peso de cada uno de los 12 grupos en los que se dividen los productos para analizar el IPC.
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Mientras que en 2002 el 11% del presupuesto de las familias españolas se destinaba a vivienda, en enero de 2022 aumentó hasta el 14,2%. Otro ejemplo de cómo ha variado el gasto de los españoles se encuentra en el grupo «medicina». En 2002 suponía el 2,8%; dos décadas después, ha aumentado hasta el 4,4%, coincidiendo, entre otras cosas, con la irrupción de la mascarilla higiénica en la cesta de la compra.
Nuevos hábitos
Lo que se mantiene casi invariable es el gasto de los españoles en «alimentos y bebidas no alcohólicas», que representan el 22,6%, una de las partidas más abultadas y que apenas ha varido un punto en los últimos 20 años. Algo similar sucede con la partida a la que menos dinero destinamos, la de bebidas alcohólicas y tabaco, que en dos décadas solo ha pasado de un 3,21% a un 3,1%.
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En las revisiones quedan fuera de la cesta de la compra, como ha pasado con la base 2021 que ha entrado en vigor este mes de enero, productos tan consumidos como el mercado liberalizado de la electricidad, al que están sujetos en torno a 17 millones de consumidores.
Es un asunto que el INE está estudiando incorporar, ya que hay ocasiones en las que no se puede separar de la factura de la luz el precio de la cantidad consumida. García considera que «está bien» que no todos los aspectos energéticos estén incorporados en la inflación, aunque sí debería estar en la subyacente. «Tienen componentes que son atípicos, por lo que podrían incorporar en el dato de inflación aspectos que no reflejaran exactamente la inflación real».
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Más caro
El sistema que utiliza el INE para analizar mes a mes el gasto de los españoles es similar al que se utiliza en países de nuestro entorno. Y lo mismo sucede con algunos de los puntos flacos. Para Cardoso, es «muy difícil» introducir temas de calidad de los productos dentro del análisis de los precios, sobre todo en elementos tecnológicos. «Aunque el precio no lo refleje, si hay una mejora en los bienes tecnológicos que consumimos se puede sobreestimar la inflación, ya que a mismo precio hay un producto mejor». Si fuera el mismo bien, el precio, avisa Cardoso, «habría caído».
Si bien es cierto que en los últimos 20 años la inflación media se ha mantenido prácticamente invariable -en 2002 se situó en un 3,06% y la de 2021 en un 3,09%-, lo que sí ha cambiado en términos absolutos es la inflación total. Entre enero de 2002 y enero de 2022 se ha incrementado en un 49%, entre otras cosas, por los productos incluidos en la cesta de la compra. No obstante, a juicio de García, los sueldos no se han ajustado «en esa medida» a los niveles de inflación.
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En los últimos veinte años, la culpa de la inflación ha sido, principalmente, del precio de los carburantes y la luz. No en vano, en 2011, en plena crisis económica, se registró en un mes de abril un nivel de inflación del 3,8%, también en plena escalada del petróleo. En ese momento, el precio de la luz protagonizó un fuerte crecimiento, del 9,8%, que se acabó estabilizando en 2012.
Ahora, en el último año la electricidad se ha encarecido un 46,4%, incluyendo las rebajas impositivas aplicadas a la factura de la electricidad.
En 2007 sucedió todo lo contrario: la moderación del crudo situó la inflación en el 2,4%, el mínimo desde 2004.
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