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El mercado laboral español está saliendo poco a poco de la tempestad de la crisis, pero todavía lo hace con altibajos . Así, en octubre -según los últimos datos conocidos el viernes pasado- la listas oficiales del paro (antiguo INEM) engordaron en 56.844 personas más tras haber registrada la segunda mayor caída del paro en la UE durante septiembre (-2,4%). Y aunque la contratación indefinida está subiendo, en promedio, casi al triple de ritmo que la temporal, la segunda continúa siendo mayoritaria: apenas uno de cada diez nuevos trabajadores (9,9%) registrados el mes pasado tuvieron el carácter de fijo, 202.542 frente a 1.829.642 con fecha de caducidad laboral concreta.
Con este panorama no resulta extraño que, más allá del sentimiento de conformarse con lo que tienen porque 3,46 millones de personas siguen sin poder encontrar un puesto de trabajo –según el Ministerio de Empleo, pues la Encuesta de Población Activa (EPA) del INE incrementa esa cifra en 270.000 personas-, un número creciente de profesionales aspire a lograr una ocupación mejor y, con ello, mejor remunerada. Y eso que la confianza en no ser despedido es algo menos que en Europa (aquí la tienen dos de cada tres empleados). No obstante, aumentar el sueldo no parece la prioridad para la mayoría de los que se sienten infelices… y no son ya precisamente pocos.
Según la VI Encuesta sobre la Felicidad en el Trabajo elaborado por Adecco, que es a la vez consultora de recursos humanos y uno de los grandes operadores en el mercado de colocaciones temporales, prácticamente uno de cada cuatro empleados en la actualidad se declara infeliz en términos laborales. En concreto, representan el 23,4% de los 19 millones de ocupados que arroja la última EPA al cierre del tercer trimestre, prácticamente cinco puntos más que hace solo dos años y su cota más alta desde finales de 2011.
Y entre lo que más demandan esos empleados insatisfechos destacan, por orden de importancia, el buen ambiente laboral (incluido el compañerismo), la flexibilidad horario para poder conciliar el trabajo con la vida persona y tener un buen jefe, algo que hace solo 12 meses se valoraba solo como la sexta condición por importancia y ahora es ya la tercera. Ganar más dinero ya no aparece en ese podio de prioridades.
De hecho, casi seis de cada diez (el 57,4%) piensa que los profesionales con salarios más altos no son felices en su trabajo precisamente por esa razón (tienen mayores responsabilidades y menos tiempo libre, y en consecuencia mayor estrés), mientras que dos de cada tres (el 64%) renunciaría a un sueldo mejor si a cambio logra mejoras en su felicidad laboral.
Para otros empleados, por el contrario, el concepto de felicidad laboral puede ser algo bastante relativo. Sin embargo, la inmensa mayoría –nueve de cada diez- lo valora mucho a la hora de elegir un determinado trabajo o entrar en una empresa. Para algo más de la mitad (el 51,7%) es, de hecho, algo «fundamental», mientras que casi cuatro de cada diez (38,2%) lo ven «importante pero no decisivo». Solo un 10,1% considera que ese aspecto de su vida influye «poco o nada» al buscar una ocupación.
No obstante, depender laboralmente de uno mismo en vez de ser un asalariado no mejoraría mucho el panorama. Las fuerzas entre quienes piensan que haciéndose emprendedores serían más felices y los que opinan lo contrario están muy igualadas. Para el 37,9% tener un negocio propio sí les permitiría «organizar mejor» su tiempo de trabajo e incluso dedicarse a algo que les guste, pero otro 40,5% opina justo lo contrario porque «tendría demasiadas obligaciones y responsabilidades». Tampoco medidas que para algunos pueden resultar accesorias terminan de mejorar la situación. Por ejemplo, la ampliación del permiso por paternidad es muy positivo para el 39,6%, pero el 45,6% lo ven «insuficiente» e incluso otro 14,6% cree que la felicidad en el trabajo depende de otros factores.
En esta tesitura, el número de personas que buscan otra ocupación, bien para compatibilizarla con la que tienen -esto es, fundamentalmente por motivos económicos para mejorar sus ingresos-, bien para cambiar la actual, se mantiene en niveles altos. De hecho, con una tasa del 12% sobre el total de ocupados es el nivel más elevado en toda la Unión Europea, solo igualado por Suiza y tres puntos por encima del promedio comunitario. Es más, se aproxima poco a poco a las tasas que se alcanzan en las dos mayores potencias económicas mundiales, Estados Unidos (con un 14%) y China (17%). Países nórdicos como Suecia y Dinamarca, muy avanzados socialmente, no pasan del 10%, al igual que Italia, mientras en Japón, otra de las locomotoras de la economía global, se quedan en el 7%.
Son en esta ocasión datos obtenidos por otra consultora y operador de trabajo temporal como Randstad, tras realizar más de 13.500 encuestas a trabajadores de 34 países distintos. Y una de las coincidencias que se observan, al igual que en el estudio de Adecco, es que la falta de entendimiento con los jefes explica casi la mitad de estos intentos de cambio del puesto actual, casi a la par con la falta de expectativas para el desarrollo profesional (en el 52% de los casos) y por encima de poder alcanzar un sueldo mayor (31,7%).
El nivel formativo también cuenta a la hora de decidirse por buscar otro trabajo, a priori mejor. Así, entre los profesionales que cuentan con estudios superiores la tasa de ocupados a la caza de otro empleo sube un 14%, dos puntos por encima de la media en España, mientras que en los tienen un nivel medio de preparación desciende hasta el 8% y entre los que solo disponen de educación básica no pasa del 7%.
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