Ya hay carta y por mucho que el presidente del Gobierno español se empeñe en actuar como si aquí no ha pasado nada, lo cierto es que algo pasa. Porque estas misivas de la Comisión Europea a un Estado miembro no son ni causales ni ... genéricas. Ni todos las reciben ni a todos les dan el tirón de orejas que Madrid acaba de recibir de Bruselas por las dudas que el proyecto de Presupuestos español genera en los funcionarios comunitarios. Por ello, piden aclaraciones antes del día 22, lunes, sobre diferentes asuntos relacionados con los ingresos, la parte más endeble del plan del PSOE y Podemos. Y es que gastar, saben gastar todos. Es demasiado fácil. Lo de ingresar ya es más complicado.
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No entra en detalles y se basa en las grandes cifras. Por ejemplo, recuerda que el déficit estructural estimado es del 0,4% (unos 4.600 millones) cuando la recomendación es del 0,65%. Este apartado, sin embargo, el Gobierno lo cree ganado. La ministra de Economía, Nadia Calviño, lleva meses negociando entre bambalinas con las autoridades comunitarias para lograr la enésima flexibilización fiscal para España. El supuesto pacto oficioso se habría cerrado en una meta fiscal nominal del 2,7% y el 1,8% para 2018 y 2019 (en lugar del 2,2 y el 1,3%), a cambio de impulsar ese ajuste estructural del déficit del 0,4%.
Hay más. El Ejecutivo comunitario advierte de que el Gobierno se ha pasado con el gasto público primario, que crece al 1,7% por encima del 0,6% recomendado. En este sentido, reiteran que no tienen la información suficiente para hacer un análisis más detallado y que «no puede excluir el riesgo de que se desvíe el esfuerzo fiscal requerido». Tanto en el déficit, ojo, como en la deuda pública. Por otra parte, Bruselas cree que este proyecto de Presupuestos sea el que finalmente salga adelante y que, en caso de modificaciones, envíe un actualización a la mayor brevedad posible. Y es que a las rectificaciones del Gobierno en materia impositiva (la última, la del impacto a los autónomos) hay que sumar las cuantías que partidos como el PNV, el PDeCAT o ERC escriban en el cheque en blanco que les pondrá el Gobierno encima de la mesa.
Una de las argumentos positivos que puede esgrimir el equipo de Sánchez es que la carta no la firman los comisarios ni se destina a los ministros. Se trata del segundo escalafón. Por parte de Bruselas, la suscribe el director general de Economía, Marco Buti, y la recibe Carlos San Basilio, secretario general del Tesoro. El mensaje que trasladará a La Moncloa es que en lo político, España no es Italia, que Madrid nada tiene que ver con Roma. Porque una cosa son los tirones de oreja y otra bien diferente que Bruselas tumbe el Presupuesto español, algo que no hará, como aseguran tajantes fuentes comunitarias.
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