En plena crisis por la demanda de gas, crece la importancia de los puntos de regasificación y almacenaje. Bilbao se ha convertido en un centro neurálgico para toda Europa. Es la infraestructura portuaria que más gas licuado ha descargado en España. Los 37 buques que ... han atracado en sus instalaciones entre enero y julio han hecho llegar un 48,5% más. En términos de energía, según Enagás, el equivalente a 38.245 gigavatios-hora (GWh), suficientes para garantizar el consumo anual de 12,9 millones de hogares.
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De todos modos, no es el consumo convencional el que más ha crecido. El boletín estadístico del gas informa de que la demanda en Euskadi para este uso descendió un 6,19% (13.014 GWh), mientras que la dirigida a generación eléctrica se triplicó, aumentando un 205% (7.837 GWh).
48,5%es el porcentaje en que se han incrementado las descargas de gas natural licuado en Bilbao.
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El caso es que Bahía de Bizkaia registró la mayor actividad entre las seis plantas aptas para tratar el gas licuado en el país, superando a las infraestructuras de Cartagena, Huelva o Barcelona, todas ellas de mayor tamaño. En su conjunto, España lidera con un 35% la capacidad de almacenaje y regasificación de toda Europa, lo que le confiere un alto valor estratégico, especialmente cuando los países de la Unión se lanzan a una carrera contrarreloj para reforzar sus medios de aprovisionamiento recibir barcos gaseros. Puertos de Francia como los de Dunquerque y Bretaña, así como el belga de Zeebrugge y el neerlandés de Róterdam, trabajan ya en ampliaciones. Estos dos últimos, con encargos importantes para la ingeniería vasca Sener.
La regulación de algunos socios comunitarios, España incluida, prohibiendo la explotación de yacimientos de gas en su territorio ha condenado a los Veintisiete a depender todavía más de Rusia, hasta el punto de que su presidente, Vladímir Putin, tiene en sus manos el control del 38,6% del gas que consume el continente. Según revela el Statistical Review of World Energy, de los 477,3 miles de millones de metros cúbicos (bcm) que importó Europa en 2021, 184,4 eran rusos -167 a través de gasoducto y 17,4 por metaneros-. De ahí la urgencia con que la UE ha fijado, hasta ahora como recomendación, el descenso del consumo energético en un 7% y la búsqueda de alternativas de suministro como el gas licuado transportado por barco.
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516,2 bcmmiles de millones de metros cúbicos (bcm) es la cantidad de gas licuado que mueven en el mercado los 650 buques gaseros operativos.
extracción
Este movimiento multiplica el protagonismo de las regasificadoras, como la que Enagás y el Gobierno vasco gestionan en Bilbao (Bahía de Bizkaia Gas). Precisamente, en el último debate sobre el Estado de la Nación se acordó, a propuesta del PNV, la construcción de un segundo cargadero para reforzar las instalaciones del Puerto. El gasoducto 'Euskadour', que atraviesa el País Vasco y conecta con Francia a través de Irún, ha estado enviando gas al máximo técnico de su capacidad: 7 bcm desde el mes de abril.
La apuesta por el gas licuado podría ser una solución más rápida que la construcción de nuevas redes de gasoductos entre la Península Ibérica y Alemania. La iniciativa, propuesta por el canciller alemán, Olaf Scholz, ha sido enfriada por Francia, con el doble argumento de tardaría muchos años en ser operativa y resultaría muy cara. Pero numerosos expertos coinciden también en que trasladar 184 bcm -la cantidad de gas que proviene de Rusia- por vía marítima es una tarea complicada. Supondría aumentar en un 35% el tráfico de gas natural licuado (GNL) mundial, desde los 516,2 bcm que se mueven en la actualidad.
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El gas licuado requiere de un complicado proceso -hay que enfriarlo hasta alcanzar los 165 grados bajo cero- para convertirlo en líquido. Los principales exportadores para Europa el año pasado fueron Estados Unidos, Catar, Rusia, Nigeria, Trinidad y Tobago, Guinea Ecuatorial o Argelia. Y reforzar sus infraestructuras con la construcción de nuevos trenes de licuafección tampoco es sencillo. Son obras que superan los 200 millones de euros y que también necesitan tiempo.
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Otro de los retos es la adecuación del parque de barcos gaseros. Hoy suman 650, y el coste por unidad se eleva a unos 200 millones de euros. Los armadores firman los pedidos con las empresas energéticas mediante compromisos de uso durante quince años. En ese tiempo, van cobrando tasas por los viajes, que la demanda ya está disparando: más de 165.000 euros diarios.
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El incremento del tráfico de GNL que supondría derivar a ese mercado el gas que se deja de recibir de Rusia elevaría su volumen hasta los 700 bcm, lo que a su vez exigiría aumentar la flota con 229 nuevas embarcaciones. Traducido a euros, una inversión de 45.800 millones. Mucho dinero en un escenario tan inestable.
La otra opción es la búsqueda de nuevos mercados, y ahí Estados Unidos es el gran vencedor. Sus exportaciones se han multiplicado por 23 en cinco años y a las pocas semanas de la invasión rusa de Ucrania cerró un acuerdo para aumentar sus ventas a Europa. La UE mirá también a Irán, donde busca recuperar el pacto nuclear que levante los embargos. Pero la última palabra. igualmente, la tiene EE UU.
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