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Sergio Llamas
Lunes, 31 de marzo 2025, 01:18
Hay un busto de Mercurio, dios romano del comercio, esculpido en piedra a la entrada de la sucursal que tiene el Banco de España en ... Bilbao. Aunque ejerce desde hace cien años como centinela de la Gran Vía, si pudiera hablar seguramente reconocería que nunca tanta gente había atravesado sus puertas como en los dos últimos años. Y los datos le darían la razón.
La fiebre desatada por las letras del Tesoro sigue sin remitir y ha dejado cifras históricas. «Si comparamos el número de operaciones que se hicieron entre 2022 y 2024, el crecimiento en esos dos años ha sido de un 2.082%», cifra la directora de la entidad, Lucía Fuentes. Un resultado que supone prácticamente multiplicar por 22 las compras anteriores.
La pasión por la deuda publica se desató a finales de diciembre de 2022 y creció como una tormenta, fruto del choque de dos frentes encontrados. Por un lado una subida de tipos que despertó la ambición de los inversores a la caza de apuestas seguras que pusieran en valor sus ahorros. Por otro, la reticencia de las entidades financieras a la hora de actualizar las remuneraciones de sus cuentas corrientes o depósitos a plazos.
El resultado fue una lluvia de clientes que formaron largas colas a las puertas de la entidad, hasta el punto de tener que habilitar un sistema de citas previas que todavía sigue vigente. De hecho, admite Fuentes, la sucursal de Bilbao se mantiene -sin contar la sede de Madrid- como la que más vende de toda España, a un público formado por vascos, cántabros y riojanos.
«El interés de la gente se mantiene constante y la actividad que seguimos viendo aquí es muy parecida», asegura la directora de la sucursal, con una salvedad. Después de dispararse las nuevas suscripciones en 2023, el año pasado comenzaron a relajarse en favor de las reinversiones que ya suponen la mayoría de las operaciones (el año pasado se multiplicaron por cinco y representan en la actualidad más de seis de cada diez operaciones).
10.000 operaciones
más hubo en 2023 respecto a 2022, cuando se desató la fiebre de las letras.
6.700 cuentas
nuevas se han abierto los dos últimos años, un trámite necesario para comprar letras.
Así, los más interesados en adquirir deuda pública son mayoritariamente los mismos que ya invirtieron en letras, y que vuelven a hacerlo cuando recuperan sus fondos. Tanto es así que la apertura de cuentas nuevas, ahora ya más relajada pero no desaparecidas -siguen entrando ciudadanos de forma habitual a informarse en las ventanillas-, se multiplicó por nueve entre 2022 y 2023. En concreto, para aportar más datos a lo que supuso esta euforia, se dispararon un 833%.
Los vascos son de letras. Lo son, al menos, mucho más que de bonos (de 3 o 5 años) y de obligaciones (a 10, 15, 30 y 50 años) del Estado, y lo son sobre todo de las que están fijadas a un plazo de 12 meses. «Suponen la mitad de todas las demandadas. La otra mitad se reparte entre las de 3, 6 y 9 meses», explica Fuentes.
Los intereses quizás ya no son tan suculentos como cuando tocaban techo en 2023 y 2024, pero siguen atrayendo a los ahorradores. En las últimas subastas, celebradas el pasado día 11, las letras a tres meses el interés marginal se colocó en el 2,379%, el menor desde enero de 2023 y por debajo del 2,445% anterior. Las de nueve meses, en cambio, subieron del 2,257 al 2,281%. Las próximas tendrán lugar este abril, el día 8 (a 6 y 12 meses) y el 22 (a plazos de 3 y 9).
Además de la rentabilidad, el motivo de que su éxito se mantenga, razonan en la entidad, «es que siguen dando un tipo de interés atractivo y hay muchas personas ya familiarizadas que quieren continuar reinvirtiendo», detallan. Se trata de un público, mayoritariamente de edad avanzada, acostumbrado a acudir a la deuda del Estado en los años 80. La desindustrialización vivida en Euskadi durante aquellos años animó a muchos trabajadores a invertir sus indemnizaciones en este tipo de fórmulas.
La sucursal goza de tradición pero también quiere mirar a las nuevas generaciones. En las últimas semanas ha acercado a estudiantes de 16 años los riesgos que pueden suponer las inversiones recomendadas a través de las redes sociales. El lema de la campaña es 'Dar ese like no te renta, cuida tu dinero'.
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