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El agro vasco espera recibir este año 43 millones de euros en ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC) europea, en línea con lo que se viene asignando a Euskadi. La cantidad inicialmente presupuestada para toda España asciende a 4.975 millones, aunque los ... números definitivos no se conocerán hasta junio de 2024.
En esta ocasión, han sido 7.463 los baserritarras que han pedido ese apoyo, un 3,7% menos que el año pasado -en España el descenso es del 4%-, en un sector que vive entre la espada y la pared por el alza de costes y la imposibilidad de repercutir la inflación en sus precios.
En el sindicato agroganadero vasco ENBA defienden que las ayudas de la PAC son un sistema «sin el que no se puede vivir». El coordinador de la organización, Xabier Iraola, advierte que esos apoyos «llegan a suponer entre un 20% y un 30% de los ingresos de nuestros baserritarras». «Se trata de un sistema perverso en el que quien aparece siempre como un pedigüeño es el productor, cuando en realidad el que está siendo subvencionado de manera permanente es el consumidor», razona.
El portavoz de ENBA reivindica la necesidad de pagar «lo que se tiene que pagar» para «mantener y soportar los costes», mientras lamenta que al tiempo que se defiende «que la alimentación de nuestra familia tiene que ser saludable, cuando toca pagar preferimos gastar nuestro dinero en ir de vacaciones varias veces al año, en ropa de marca o en un iphone para nuestro hijo», una situación que no se repite con la luz o la gasolina. Fruto de todo este contexto, al final los baserritarras terminan trabajando «a pérdidas» y sin conseguir garantizar un relevo generacional.
En una línea similar se expresa Jorge Garbisu, director de Agricultura y Ganadería del Gobierno vasco, que cree que «la PAC es una red de apoyo muy importante para un sector que atraviesa una época de gran inestabilidad que apunta a ser duradera».
Garbisu denuncia que «se ha valorado muy poco al sector» y advierte que «la época de los alimentos baratos ya no volverá nunca». Además, pone sobre la mesa una paradoja que ya se ha denunciado en otros ámbitos, como el de la automoción o los carburantes. Se trata de la disyuntiva entre la apuesta por la defensa del Medio Ambiente y la sostenibilidad.
«Bruselas está acentuando el desequilibrio entre el papel medioambiental que debe jugar el sector agrario y la necesidad de mantener una producción que no haga a la UE dependiente de terceros países. Es un debate que cada vez cobra más fuerza y habrá que hilar fino sobre dónde poner el acento y los límites del 'pacto verde' para el sector agrario», afirma. En este sentido, Garbisu lamenta también que se está imponiendo «una excesiva burocracia» a los baserritarras. Por contra celebra que la nueva PAC «avanza en la subsidiariedad y deja por fin cierto margen a los Estados, lo que es muy bueno».
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