Urgente Grandes retenciones en la A-8, el Txorierri y la Avanzada, sentido Cantabria, por la avería de un camión
Un camionero espera junto a los camiones parados. H. R.

«El baño más próximo está a un kilómetro y es un cuchitril»

«Nos sentimos rehenes de un conflicto laboral en el que nosotros no podemos hacer nada», dicen los camioneros sobre la huelga de estibadores

Helena rodríguez

Martes, 20 de octubre 2020, 01:21

«Estoy aquí desde el viernes por la mañana y no sé cuánto más me queda esperar. El baño más cercano es un cuchitril y está a casi un kilómetro». Es el testimonio de unos de los casi 800 camioneros «atrapados» en el puerto de ... Bilbao debido a la huelga en la estiba. El paro arrancó el pasado día 9, pero «desde finales de la semana pasada nosotros lo sentimos más», confirma Koldo, uno de los transportistas que lleva con su vehículo parado desde el viernes a mediodía.

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Son las 13.15 de este lunes y un breve paseo por la zona da una idea de la situación. Las hileras de tráilers aparecen en distintos puntos. Entre grúas, en los viales interiores, en aparcamientos... En el grupo en el que Koldo tiene su camión, se pueden contar hasta 9 interminables filas. Entre ellas, paseando, charlando y desesperados, los profesionales. «Dan paso para descargar o cargar con cuentagotas y, como mucho, nos dicen que avancemos 20 o 30 metros», detallan.

Los más afortunados, los habituales que disponen de pase para entrar y salir libremente de las instalaciones, pueden ir a casa a dormir. Algunos son de otras provincias o países y tiene menos suerte. Es el caso de Ramiro, un portugués de 48 años que ha cruzado media Península con su mercancía. «Llegué el jueves por la tarde y me han ido moviendo de una fila a otra; pero avanzar, poco», cuenta. Desde entonces no ha salido del puerto. Come y duerme en el camión y para asearse un poco, deja a otro compañero cuidándole el vehículo porque ir y volver al aseo «es un poco aventura». «Hay uno, está muy lejos y no voy a decirte cómo está eso», denuncia con gesto de asco.

Sus compañeros lo confirman y señalan el camino al módulo en el que está el pequeño sanitario a lo lejos en el horizonte. En dirección contraria y algo más cerca «hay un sitio de oficinas con una máquina de café, pero es que somos 800». Acostumbrados a pasar media vida en la carretera, llevan mantas, latas y hasta infiernillos para emergencias, pero las horas ya son días y pesan. «La comida se acaba y algunos compañeros que viven aquí nos han traído cosas», cuenta Ramiro.

Ni pensar en las pérdidas

Jon se une a la tertulia y se ofrece a hacer con EL CORREO una ruta en su coche por la zona. La distancia al wc es ciertamente significativa. Al volante, el camionero, que vive en Sestao, cuenta que «gracias a que soy de aquí puedo dormir en casa y traerme el 'tupper' con las alubias que me prepara la mujer», explica. Como sus colegas, se siente «rehén de un conflicto laboral que respetamos, faltaría más, pero en el que no podemos hacer nada». No quiere «ni pensar» en el dinero que este parón -en su caso desde el viernes por la tarde- puede hacerle perder. «Somos autónomos. Estar aquí es perder un dineral y ya venimos muy tocados por el confinamiento», dice con tono preocupado. «Los precios de los viajes son más bajos que en 2009 y los gastos son mayores», clama. Otros de los temores es que les manden a otro puerto. «Hay compañeros a los que han desviado a Santander o a Gijón, y como allí no dan abasto, hay quien se ha quedado colgado en Asturias», cuentan.

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A las 19.57 horas, Jon avisa: «He entrado y cargado». Pero la «pesadilla» no acaba, porque en un par de días, tendrá que «volver a hacer cola».

Helena Rodríguez

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