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Ante la pregunta de ¿a quién quieres más, a papá o a mamá, a BBVA o al Banco Sabadell?, la patronal vasca Confebask ha decidido ... mantener silencio. Es un silencio táctico. Tampoco las organizaciones territoriales Cebek, SEA y Adegi se han atrevido a tomar posición en esa batalla que se libra en el mercado financiero y que, por el momento, está atascada a la espera de que el 'vigilante de la playa' de la libre competencia, la CNMC, adopte una decisión definitiva.
Según fuentes consultadas por EL CORREO, el asunto se ha abordado de pasada en las respectivas juntas directivas, casi en formato velocidad de meteorito, y ni siquiera ha sido necesario abrir un debate o una reflexión profunda sobre el asunto. En la cabeza de los responsables institucionales de la patronal está clara la idea de que deben mantenerse de perfil, como que no va con ellos. Aunque sí va y en bastantes aspectos.
Aunque solo BBVA tiene su sede social en el País Vasco, lo cierto es que ambas entidades financieras figuran como 'afiliadas' a las organizaciones empresariales vascas. Pero es que además un alto porcentaje de sociedades mercantiles en Euskadi tienen relaciones con BBVA y Sabadell al mismo tiempo, en esa doble relación que es tan habitual en el ámbito mercantil: depositar la tesorería pero también disponer de crédito. Hay que tener en cuenta que los dos bancos tienen una presencia destacada en la actividad financiera en el País Vasco. En el caso de BBVA por razones de origen de la entidad y en el del Sabadell porque en 2012 absorbió el Banco Guipuzcoano.
Así las cosas, fuentes de la patronal vasca aseguran que se ha adoptado la decisión de no hacer declaraciones sobre el asunto y mantener la más estricta neutralidad en el proceso. Pero esa es la vertiente institucional, la que está vinculada a la diplomacia de las organizaciones patronales. No está tan claro que en la base de esas organizaciones la sensación sea la misma, aunque hay coincidencia en señalar que una hipotética fusión de los dos bancos no es un tema de gran preocupación en el sector. La idea clave es que nadie cree que vayan a cambiar mucho las cosas para los clientes si hay o no hay integración en una única entidad. «Por definición las empresas prefieren que haya la competencia más amplia que sea posible en el sector bancario, siempre que se mantengan entidades solventes y fuertes. Si no está en peligro la fortaleza del sector o de un banco concreto, más competidores significa también más opciones de conseguir buenas condiciones. Una concentración excesiva siempre va en contra de los intereses de los empresarios», advierten sin embargo fuentes del sector.
Y va a ser precisamente el mercado de las empresas, especialmente de las pequeñas y medianas, el terreno de juego en el que se va a decidir la siguiente etapa del proceso de autorizaciones de la opa. La CNMC ha iniciado ya la 'Fase 2' del estudio -aún está por ver a quienes admite participar como parte interesada y todo apunta a que no serán muchos actores- y ya se sabe que hay dos elementos en los que van a poner la lupa. Uno de ellos es el de terminales de venta -los equipos para realizar los pagos con tarjetas que se ven en cualquier comercio, bar o restaurante-, ya que BBVA y Sabadell juntos concentrarían algo más del 30% de la cuota de mercado en España. El otro, el auténtico epicentro de la batalla, va a ser precisamente la concentración de negocio en las pymes, ya que en algunas regiones -especialmente en Cataluña y Valencia-, tendrá cotas importantes.
Mientras tanto, y quizá para que no se apague la llama en una opa que se antoja dilatada y trufada de complicaciones burocráticas y sobre todo políticas, BBVA ha lanzado una campaña de publicidad que hasta el momento ha fijado su mensaje en atraer el favor de los accionistas del Sabadell -el de los inversores propios ya lo tiene porque respaldaron la operación de forma abrumadora en una junta extraordinaria- y también de los empleados de ambos bancos.
Es éste otro 'punto caliente', de ahí que los sindicatos UGT y CC OO anunciasen la presentación de alegaciones ante la CNMC -hay rumores de que van a ser rechazadas porque el organismo solo atiende problemas de competencia, no de carácter laboral-, ya que algunas estimaciones no oficiales pero bastante certeras sitúan en torno a 4.000 empleados el ajuste de plantilla que se generaría tras la hipotética fusión.
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