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2023 plantea nubarrones en lo económico. Un frenazo en el crecimiento, en el mejor de los casos, si no se convierte en una recesión técnica. Analistas y gobiernos coinciden en ese diagnóstico, y los bancos están reaccionando. ¿Cómo? Aumentando hasta niveles récord su liquidez, para ... tener la disposición de dinero suficiente con el que hacer frente a los extraordinarios que puedan presentarse en las próximas semanas.
Las advertencias de los reguladores del mercado financiero se incrementan en dos sentidos: sobre el deterioro de los créditos prestados por los bancos y sobre la necesidad de provisionarlos ante eventuales problemas en su devolución. Aunque los ratios de mora se sitúan todavía en porcentajes más que aceptables -un 3,8% en el crédito y por debajo del 2% en las hipotecas-, el presidente del Consejo de Supervisión del BCE, Andrea Ernia, advertía esta misma semana de que la exposición a la energía y al sector inmobiliario requerían «particular atención», por los efectos en la calidad de los créditos.
Hace cinco días, en idéntica línea, el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, pedía «prudencia» a las entidades financieras y prevenía sobre la necesidad de «aumentar la capacidad de resistencia» utilizando los beneficios que están obteniendo por la subida de tipos de interés para reforzar los balances e incrementar provisiones.
La traducción es rápida en las cajas de los bancos: sus gestores están acumulando fondos ante el horizonte que se abre. Los balances de los activos líquidos -el dinero al que se puede recurrir de modo inmediato- está en máximos históricos. Estos recursos se han incrementado un 26% desde 2017 en el caso de las principales entidades con sede en el País Vasco -BBVA, Kutxabank y Laboral Kutxa-, hasta alcanzar los 288.161 millones de euros.
El banco presidido por Carlos Torres es, evidentemente, el que presenta un volumen más importante: 212.000 millones, en el marco de su negocio conjunto en España. Hablamos de un 27,4% más que en 2017. Mientras, la entidad surgida de las antiguas cajas de ahorro de Euskadi ha aumentado estos recursos un 19,7%, hasta sumar 47.361 millones. Por su parte, Laboral Kutxa presenta el mayor crecimiento -un 30,9%- en lo que denomina recursos de financiación. Se elevan a 28.500 millones.
Estas cifras provienen en buena medida de las cuentas corrientes de ciudadanos, empresas y administraciones públicas. Depósitos que contienen el dinero de los clientes y que en la comunidad autónoma, gracias al ahorro generado durante la pandemia, han alcanzado una magnitud sin precedentes, que supera los 98.000 millones de euros.
La acumulación de liquidez viene favorecida también por la subida de los tipos de interés, que en la zona euro cerrarán 2022 por encima del 2% para tratar de frenar la escalada de precios. Estos indices han estado en cero, incluso en negativo, durante los últimos años, impactando de lleno en el negocio bancario y generando un cuadro atípico que ha cambiado sus modelos de gestión y provocado un severo ajuste en los costes de oficinas y personal.
El alza de tipos ha estimulado la llegada de ingresos frescos a las entidades financieras, que, ya en el tercer trimestre, constataron una subida importante de sus beneficios. El BBVA registró unas ganancias de 4.842 millones hasta septiembre, un 46% más que en el pasado ejercicio. En el caso de Kutxabank, el crecimiento fue del 42%, cuantificado en 250 millones. Laboral Kutxa, con datos correspondientes al primer semestre del año y antes del impacto de la subida de tipos, aumentó sus beneficios un 25%; en números, 65 millones de euros.
Un escenario de ganancias en el que deja también su impronta el euríbor. A comienzos de año cotizaba al -0,5% y ahora se acerca al 3%, lo que ha encarecido la hipoteca media hasta en 300 euros mensuales. Sin embargo, los grandes bancos comerciales mantienen firme su negativa a retribuir los intereses de las cuentas corrientes y depósitos de los clientes. Su objetivo es seguir generando liquidez para afrontar con garantías la incertidumbre de los próximos meses, sobre los que sobrevuela también el impacto final del nuevo impuesto a la banca: el 4,8% de los ingresos por comisiones e intereses.
Aunque las entidades financieras ya han anunciado una batería de recursos judiciales «nada más pagar», lo cierto es que han conseguido salvar del gravamen este ejercicio. La norma afectará a los cursos de 2023 y 2024, pero no tocará los beneficios obtenidos en 2022.
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