El secular carácter emprendedor de los vascos resiste a duras penas el viento de los nuevos tiempos. El estado del bienestar, que ha reducido la necesidad de 'buscarse la vida' con proyectos empresariales propios, el miedo a un fracaso penalizado por la sociedad o la cada vez peor reputación de los empresarios, son una amenaza para el emprendimiento en Euskadi.
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Así lo creen los cuatro empresarios -presidentes a su vez de distintas asociaciones y clústeres empresariales- participantes en una de las mesas redondas del Foro de Autoempleo organizado por EL CORREO y conducida por Manu Alvarez, corresponsal económico del diario. El debate giraba en torno al emprendimiento como motor de desarrollo y facilitador de una triple transición: social, tecnológica-digital y medio ambiental.
«El principal efecto contrario al emprendimiento es la aversión al riesgo, junto al hecho de que estamos en una sociedad que no siempre valora adecuadamente al empresario», opina Ángel Echevarría, presidente del Comité de Sistemas de Información y vicepresidente de la asociación de industrias de conocimiento y tecnologías aplicadas (GAIA).
Tamara Yagüe, presidenta de la Federación Vizcaína de Empresas del Metal (FVEM), pone sobre la mesa otro tipo de «rechazo social», el que genera el fracaso empresarial. «El emprendedor no sólo busca rentabilidad económica, sino también una emocional. Cuando fracasa se siente mal internamente y además, socialmente no está bien visto», valora. Yagüe también anima a «trabajar» la cultura del emprendimiento «desde la infancia».
El estado del bienestar «no genera a veces el incentivo para que la gente emprenda», agrega por su parte Xabier Caño, presidente del clúster de industrias de medio ambiente (Aclima). A Caño le preocupa «la aversión al riesgo o la dificultad para comprometerse a crear empleo más allá del de uno mismo. Estamos en un momento de bienestar relativamente bueno y cuando no hay una necesidad real, el autoaprendizaje no está a la altura».
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Más allá del rechazo que pueda suscitar en la sociedad, el fracaso empresarial suele lleva aparejada una consecuencia mucho más material. «No es ya que la sociedad entienda mal ese fracaso, sino que el banco te va a matar. Yo hipotequé todo cuando empecé. Y ese es el peligro, que el banco se quede con todo lo que tienes», sostiene Asier Albizu, fundador de Biolan y presidente del Basque Health Cluster, la asociación que engloba a las empresas de biociencias y la salud.
Precisamente el de la financiación es otro punto crítico en el camino del emprendedor, desde el inicio hasta la consolidación del proyecto. «Los bancos ayudan, pero sólo avalando (los créditos) personalmente. Si eres joven y no tienes dinero, normalmente te avalan tus padres. Por eso los emprendedores son personas muy valientes», apostilla Tamara Yagüe.
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«Hay que fortalecer la colaboración con las 'startups' para que la industria siga arraigada»
«En Bizkaia tenemos el valor diferencial de la 'coopetición' entre empresas y 'startups'»
«La legislación europea hace muy difícil innovar y generar actividad en el sector de la salud»
«Las ayudas públicas son muchas en el arranque de las empresas, pero no tanto en su consolidación»
Xabier Caño, de Aclima, valora positivamente «el ecosistema de ayudas e incentivos públicos (créditos blandos, ayudas fiscales, etc.)» en los primeros pasos del emprendedor. «Pero no sé hasta qué punto sucede los mismo en la consolidación. En esa fase de desarrollo hay cierta soledad», sostiene.
Otro gran obstáculo al que en demasiadas ocasiones se enfrentan los emprendedores es el de la burocracia. En el caso del ámbito de la salud, «las grandes corporaciones nos llevan a una legislación que hace muy difícil emprender», se lamenta Asier Albizu. «Y en todo lo que se refiere a la compra pública, estamos muy lejos de otros países, porque compramos por precio, aunque a las empresas se nos exige mucha regulación», añade.
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Xabier Caño menciona un problema recurrente en el sector industrial. «Una empresa que quiera instalarse en un terreno tiene que enfrentarse a una locura de actividad. Le obligan a tener un enfrentamiento permanente con las autoridades municipales», asegura. «O lo solucionamos o no podremos generar industria».
Tamara Yagüe, de la FVEM, pone el acento en la necesaria «colaboración de empresas y 'startups'». Porque, entiende, estas últimas «no nos están comiendo la tostada. Tenemos que aprender a trabajar juntos». Ese es, a su juicio, «uno de los éxitos del emprendimiento para focalizar y arraigar nuestra industria».
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Ángel Echevarría corrobora esta opinión y sostiene que en Bizkaia «tenemos un valor diferencial muy importante, que es la 'coopetición', la capacidad de colaborar y competir entre emprendedores y empresas. Es algo que hemos conseguido sumando, atacando mercados globales, etc.». Y que requiere «generosidad por ambas partes».
El vicepresidente del clúster GAIA se pregunta si, frente al énfasis de las administraciones públicas en animar a los jóvenes a que se autoempleen, «no sería más lógico que la gente empiece por ser empleada para conocer bien el mercado. Y después de adquirir esas habilidades, que no te las enseñan en ningún sitio, ser capaces de ver cómo lo harían por su cuenta, qué matices le darían a su proyecto». La pregunta, reconoce, «es compleja».
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