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enrique marazuela
DIRECTOR DE INVERSIONES BBVA BANCA PRIVADA
Viernes, 27 de abril 2018
Vaya por delante que llevo más de treinta años trabajando en los mercados financieros y nunca he visto un escenario despejado; siempre ha estado lleno de incertidumbres. Y es que invertir consiste en prever el futuro, lo cual no deja de ser un deseo más ... que una habilidad. Usamos el análisis, pero no debemos magnificarlo, ya que sirve para proyectar la realidad presente porque el futuro siempre tiene una parte del pasado; el problema es que el futuro no es todo pasado. Dicho esto, hay algunas amenazas que nos parecen más preocupantes que otras.
La principal amenaza en estos momentos es el de una guerra comercial y las consecuencias que pueda tener. Las guerras comerciales son malas para todos, todos pierden, aunque no todos pierdan lo mismo. La guerra comercial tiene un componente adicional y es que, como es lógico, afectará al comercio mundial, a su esquema multilateral, y con ello a la globalización. La globalización ha sido un fenómeno que nos ha permitido en las últimas décadas lograr mayores niveles de bienestar a nivel global, impulsando la economía y moderando la inflación. Por lo tanto, una guerra comercial tendrá como consecuencia un menor crecimiento, una mayor inflación y una menor innovación.
No obstante, tal y como reza el título de esta columna, es una amenaza, no una realidad. Nuestra posición base es que no va a haber guerra comercial, sino que estamos frente a una negociación dura, en las que las partes quieren marcan posiciones distantes, pero son negociaciones al fin y al cabo, y que esto se solucionará con un acuerdo suficientemente satisfactorio para todas las partes implicadas. Por lo tanto, estaremos sometidos a la volatilidad de las incertidumbres que vayan apareciendo en este proceso y que no parecen pocas, pero la negociación tendrá un fin aceptable para todos.
Otro tipo de amenaza es la subida de los tipos de interés. Nosotros pensamos que estamos en una situación un tanto atípica de tipos de interés y que estos deberían ir a niveles más neutrales, y superiores, desde el punto de vista de política monetaria, sobre todo con el momento cíclico en el que estamos. Y esto lo decimos tanto de las tasas rectoras de los bancos centrales como de los rendimientos de los bonos. Pero eso es una cosa y otra muy distinta es que la subida de tipos vaya a ser tan vertical y tan inexorable que destruya el momento económico actual.
Nuestra visión es que los bancos centrales están en su zona de confort y que los datos de inflación les dejan suficiente hueco como para que la normalización de su política monetaria sea tan gradual y paulatina como sea necesario para que no descarrile el ciclo económico por esta causa. Quizás nuestra tranquilidad respecto a las tasas de inflación esté también en nuestra opinión de que el precio del petróleo se acercará, en el medio largo plazo, a la zona de 50-55 dólares porque las reducciones de la oferta que están llevando a cabo los principales productores distintos de Norteamérica van a ser contrarrestadas, siempre que dejemos pasar el suficiente plazo, por el creciente resultado de la extracción de hidrocarburos de Estados Unidos, que recientemente ha superado la cota de los 10,5 millones de barriles diarios, 2 millones más que en septiembre de 2016.
En síntesis, las amenazas no son más que esto y no realidades y, si bien nos obligan a observarlas, no debemos alterar nuestra situación actual. Y nuestra situación actual es que gozamos de un buen momento de crecimiento global, con una inflación contenida, que permitirá que continúe el buen escenario que está siendo la base del reciente repunte de las cotizaciones de las acciones. Y los bonos no nos gustan.
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