Unos 'riders' esperan la llegada de pedidos en un parque de Bilbao. Ignacio Pérez

La amarga victoria judicial de 300 'riders' de Glovo en Bilbao

La sentencia favorable que lograron en 2021 y que exigía su contratación como asalariados no se tradujo en una mejora de sus condiciones laborales

Ana Barandiaran

Sábado, 7 de diciembre 2024, 00:53

Este lunes se celebra en San Sebastián un macrojuicio de la Seguridad Social contra Glovo por no haber cotizado debidamente por 167 'riders' que trabajaban como falsos autónomos cuando deberían de haber estado contratados como asalariados. El proceso se celebra justo cuando la compañía ha ... dado su brazo a torcer y anunciado, después de múltiples sentencias y millonarias sanciones, que regularizará a todos sus trabajadores en España. Lo que en principio serían buenas noticias suscita un enorme escepticismo en el colectivo, que ya acumula muchas decepciones con esta plataforma. La amarga experiencia de los 300 'riders' que ganaron el juicio en Bilbao es solo un ejemplo. «Mis condiciones no mejoraron a partir de entonces sino que empeoraron», dice el colombiano Carlos.

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El proceso de Bilbao se vivió con gran expectación. Aunque no era el primero de estas características que se celebraba en una comunidad autónoma, lo era para Euskadi y afectaba a un número muy elevado de 'riders'. Nada menos que 300 repartidores se unieron en esta causa contra Glovo, movilizados principalmente por LAB y ELA, con la Seguridad Social como demandante, tras haber probado la Inspección de Trabajo que se les había contratado como 'falsos autónomos'; esto quiere decir que ellos mismos debían cotizar en vez de hacerlo la empresa. En la reclamación se exigía a la plataforma catalana el pago de 343.800 euros por las cuotas no abonadas correspondientes al periodo comprendido entre septiembre de 2017 y 2019 y la contratación de los trabajadores como asalariados.

La sentencia, dictada en mayo de 2021, supuso una contundente victoria. El Juzgado de lo Social número 11 de Bilbao determinó que existe una clara relación laboral por cuenta ajena entre Glovo y sus repartidores frente a la tesis de la compañía de que los 'riders' funcionaban de manera autónoma. No fue una gran sorpresa porque para entonces el Tribunal Supremo ya se había pronunciado en ese mismo sentido. El Superior vasco ratificó el fallo en 2022 y Glovo tuvo que pagar a la Seguridad Social los 344.000 euros exigidos.

Este lunes se celebra en San Sebastián otro macroproceso con 168 repartidores implicados

Pero los afectados no tienen sensación de victoria. «A mí me empezaron a cotizar como asalariado pero solo unas horas a la semana y la Seguridad Social no me devolvió todo lo que yo había cotizado como autónomo», dice Carlos, que empezó a trabajar en Glovo al poco tiempo de que la plataforma desembarcara en Bilbao en 2017. Según explica, él siguió trabajando en las mismas condiciones que antes o más bien peor «porque la compañía empeoró la aplicación». Se refiere a que tras la entrada en vigor de la 'ley rider' en 2021 Glovo modificó el sistema para justificar que los repartidores eran autónomos y, en vez de repartir el servicio por horas, estableció una especie de puja por los pedidos, de forma que el más barato se lo llevaba. Ese método, sumado a la entrada masiva de inmigrantes sin papeles que alquilaban las cuentas, hizo bajar la remuneración. Eso sí, quien trabaja a destajo aún puede juntar 1.500 euros o más.

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La mayoría de los veteranos que participaron en el juicio han dejado la plataforma o la tienen solo como trabajo complementario. «Yo estoy en Uber y solo trabajo algunas horas para Glovo», apunta el venezolano Luis Miguel, que también formó parte del proceso. Los propios sindicatos son conscientes de que aquella victoria judicial tiene muchas sombras. «La Seguridad Social cobró lo suyo pero los 'riders' tenían que solicitar las devoluciones de sus cuotas de autónomos de forma individual. Y la compañía solo les dio de alta como asalariados por unas horas a la semana», reconoce Iñigo Alonso, del departamento de Servicios Privados de LAB. Otro problema fue que Glovo se acogió al convenio de mensajería y no al de hostelería como ellos reclamaban. «Tratamos de iniciar nuevos procesos judiciales pero nadie siguió. Es un sector en el que hay mucha rotación», explica. No es de extrañar que con estos antecedentes haya escepticismo ante los cambios que se avecinan.

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