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El mundo ferroviario vive una transformación, la globalización de los mercados está configurando una liga de grandes conglomerados industriales, en los que China parecía estar tomando la delantera en solitario, especialmente de la mano del grupo CRRC, mientras que Occidente parecía estar perdiendo el tren. ... La reacción ha llegado de la multinacional francesa Alstom que ya intentó hace un par de años fusionarse con la alemana Siemens, operación que truncó la Comisión Europea hace ahora exactamente un año al estimar que distorsionaba la competencia en Europa en materia de señalización y trenes de alta velocidad.
Tras este revés, Alstom no se ha quedado quieta y en esta ocasión ha aprovechado la debilidad que atravesaba la multinacional canadiense Bombardier -que en 2019 tuvo unas pérdidas de 1.607 millones de dólares (1.482 millones de euros) y arrastra un fuerte endeudamiento- para adquirir su negocio ferroviario (Bombardier Transportation) en un acuerdo valorado entre 5.800 y 6.200 millones de euros.
Con esta adquisición Alstom configura un nuevo grupo con una facturación de 15.500 millones, una cartera de pedidos de unos 75.000 millones de euros y una plantilla global de unas 76.000 personas.
La multinacional francesa abonará el precio en efectivo. El banco canadiense CDPQ (Caisse de dépôt et placement du Québec) principal acreedor de Bombardier destinará unos 2.700 millones de euros para adquirir el 18% del capital de Alstom y se convertirá así en su primer accionista individual. A cambio, Alstom se compromete a incrementar su presencia en la región de Québec y a ubicar la sede de Alstom América en Montreal, desde donde se dirigirán las operaciones y la expansión en el continente. Asimismo, la compañía creará en la región un centro de excelencia para diseño e ingeniería con el objetivo de crear soluciones de movilidad sostenible.
Competidores
La vertiente española de la operación tiene implicaciones directas para unas 2.800 personas. La multinacional francesa tiene una plantilla de unas 2.000 personas y su factoría principal en Barcelona, además de varios centros de I+D, mantenimiento y señalización, aunque ninguno de ellos en el País Vasco (donde si estuvo hasta 2015 cuando vendió su planta de Ortuella a General Electric, multinacional americana que después la cerró e instalación que ha encontrado una segunda oportunidad de la mano de la vasca Ingeteam). Por su parte Bombardier cuenta en España una plantilla de unas 800 personas y su principal fábrica está en Trapagaran, en la que trabajan más de 180 personas y que tiene un volumen de negocio anual que ronda los 120 millones de euros.
Pero hay otra vertiente vasca en estos cambios del mercado. La ferroviaria guipuzcoana CAF ha de competir directamente con Alstom o Bombardier, así como con los nuevos gigantes asiáticos. En este contexto y a raíz de la operación de Alstom, el presidente de CAF, Andrés Arizkorreta, que ayer recibió el galardón de Empresa del Año, en los premios 'Euskadi Avanza' organizados por EL CORREO en colaboración con Banco Sabadell, destacó como CAF ha duplicado su tamaño en cinco años, hasta facturar 2.600 millones gracias a su apuesta tecnológica y a la estabilidad de su accionariado.
El mayor accionista de control de CAF son sus trabajadores (con el 25%), seguido de Kutxabank (14%) y también cuentan con el Gobierno vasco (1,2%). A pesar de que el peso del Ejecutivo es minoritaria el presidente de CAF indicó que si en el futuro la compañía «emprende proyectos estratégicos tener accionistas con fondos no viene nada mal».
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