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Maria Margarete Gosse ha viajado a Euskadi por primera vez esta semana, después de asumir en agosto el cargo de embajadora de la República Federal ... de Alemania en España. El martes intervino en una jornada organizada por EL CORREO y Petronor y a partir de ahí fue encadenando encuentros dentro de una apretada agenda. Se reunió con el lehendakari y la consejera Arantxa Tapia, visitó la fábrica de Mercedes -principal inversión alemana en la comunidad-, el Colegio Alemán y el Guggenheim. Se lleva la imagen de que «esta es una región muy orgullosa de lo que ha conseguido y tiene razones para ello». Asume sin problemas que Alemania se equivocó al «confiar demasiado en Rusia», pero defiende el giro que ha dado.
- Acaba de cumplirse un año de la invasión de Ucrania y no se atisba el final a la guerra.
- Desde luego, no parece que vaya a terminar a corto plazo.
- ¿No ve posible una salida negociada?
- Todos queremos salir de la guerra lo más pronto posible, los primeros los propios ucranianos. Pero Putin exige como condición para negociar que se le ceda el territorio invadido. Eso no es una base para negociar. Rusia ha violado el derecho internacional con su agresión.
- Decía en la jornada del martes que no entiende cómo hay ciudadanos europeos que puedan estar 'cansados' de la guerra.
- Claro que hay efectos de la guerra como la subida de precios de la energía. Pero no tienen nada que ver con lo que están sufriendo los ucranianos. Y lo que está en juego es mucho; si se pierde la guerra, se pierde Ucrania. Y perdemos también nosotros porque es una guerra contra nuestros valores y contra la democracia. Por eso hay que prestarle apoyo todo el tiempo que haga falta.
- La invasión de Ucrania ha puesto en evidencia la alta dependencia de Alemania del gas ruso. Suponía algo más del 60% del suministro. ¿Nadie advirtió el peligro?
- En Alemania ha habido mucho debate en torno a ese asunto y todavía lo hay. Creo que, efectivamente, hemos confiado demasiado en Rusia. Ha prevalecido la esperanza de que, si integrábamos a Rusia en los negocios, sería un país más fiable y estable. Pero nos hemos equivocado y muchos políticos lo han reconocido abiertamente. Ha sido una gran decepción.
- La imagen de Schröder en el consejo de la petrolera rusa Rosneft y en la sociedad del gasoducto Nord Stream ha quedado como símbolo de ese error.
- Es un excanciller y no había posibilidad legal de prohibirle estar en esos puestos.
- ¿No ha habido voces en contra de llegar a esa dependencia?
- Hay que tener en cuenta la influencia de la 'Ostpolitik' (la política a favor de normalizar relaciones con Alemania Oriental), que contribuyó a la caída del Muro. Ha habido toda una generación de políticos de Alemania marcados por esa visión. Pero también había oposición por parte de Polonia y los países bálticos, que han sido críticos con nuestra posición respecto a Rusia. Después de la invasión ha habido miembros del Gobierno que han reconocido la necesidad de escuchar más a nuestros socios del este de Europa.
- Alemania al menos ha reaccionado rápido y ya no importa nada de gas ruso ¿no?
- En pocos meses hemos conseguido ser independientes del gas, el petróleo y el carbón rusos.
- ¿Cómo lo han conseguido?
- Con mucho esfuerzo colectivo. Recurriendo a otros proveedores de gas como Noruega, Países Bajos o Canadá. No teníamos terminales para recibir gas natural licuado por barco, pero las hemos construido en un tiempo récord. También se han tomado medidas de ahorro.
- Y han reactivado centrales de carbón y alargado la vida de nucleares.
- Efectivamente. En el caso de las nucleares, sin embargo, hablamos solo de una prórroga hasta mediados de abril.
- ¿Puede suponer la guerra un cambio en la política energética alemana?
- No, no cambian nuestros objetivos de reducir emisiones y alcanzar la neutralidad en carbono en 2045.
- ¿Qué papel va a jugar el hidrógeno?
- El hidrógeno verde, obtenido con renovables, va a ser clave para la industria. Creo que España tiene un gran potencial en este ámbito y que puede ser un socio muy fuerte para la industria alemana.
- ¿Qué imagen se lleva de Euskadi?
- He visto una región muy orgullosa de lo que ha conseguido y tiene motivos para ello. Ha afrontado un gran proceso de cambio al pasar de la industria pesada a una economía de servicios.
- Ha visitado la planta de Mercedes en Vitoria, donde se acaba de comprometer una inversión de 1.200 millones. ¿Qué le ha parecido?
- Impresionante. Creo que es un buen ejemplo de lo que puede conseguir una inversión en un sitio como el País Vasco. Me ha parecido que los trabajadores explicaban apasionados y orgullosos el funcionamiento de la fábrica. Eso me ha gustado.
- En la industria de automoción vasca hay preocupación por el ritmo tan rápido que está imponiendo la UE en la transición al coche eléctrico.
- No es un tema en el que sea una experta.
- La otra gran inversión de una multinacional alemana en Euskadi es Siemens-Gamesa, que atraviesa graves dificultades. Ha puesto a la venta la mayoría de plantas en España.
- No me corresponde comentar decisiones empresariales.
- Alemania es un socio clave para Euskadi y hay mucho temor a que entre en recesión. ¿Cuáles son las perspectivas?
- Las previsiones tan pesimistas que había en verano no se han cumplido. Las medidas que se han tomado han evitado ese escenario tan negativo. Es probable que Alemania encadene ahora dos trimestres de contracción, pero se espera crecimiento positivo a lo largo de 2023. Hay que destacar también la resistencia de los mercados laborales. Tenemos el empleo en máximos, con 45,5 millones de ocupados, y las empresas siguen buscando personal.
- Las empresas vascas también se quejan de que no encuentran profesionales. ¿Cómo afronta Alemania este reto?
- Con nuestro modelo de Formación Profesional Dual. También se ha recurrido a la inmigración. Intentamos abrir las puertas sobre todo para los trabajadores cualificados, pero también para gente a la que formamos en Alemania.
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