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Hacía ocho años que el saldo de las cuentas corrientes de los vascos no daba un bajón tan considerable. La subida de precios que ha tensionado el gasto de familias y empresas y la búsqueda de rentabilidad por la falta de remuneración que los bancos ... siguen sin dar al ahorro ha provocado un descenso en el último semestre de 2022 de casi 2.000 millones. Un síntoma que alerta del cambio de escenario económico provocado por la inflación y que empieza a erosionar el colchón que estaba manteniendo el gasto doméstico.
La economía vasca se empieza a comer el ahorro embolsado durante la pandemia. Y es que en 2020, por el confinamiento obligado, y después con las limitaciones de horarios y movimientos el saldo de las cuentas de empresas y particulares ascendió hasta los 89.765 millones en junio de 2022, 9.700 millones más que antes de la llegada del covid. Un remanente que ha servido para mantener el consumo durante los meses posteriores a la invasión rusa de Ucrania que ha generado una crisis de precios sin precedentes con el consiguiente parón en la recuperación y la desaceleración económica.
Según los últimos datos del Banco de España, el saldo de los depósitos del sector privado en Euskadi descendió en el último semestre del pasado año en 1.869 millones de euros, dejando el total en 87.800 millones. Diciembre suele ser un mes en el que las cuentas corrientes ven cómo se saca dinero para ajustar las aportaciones a planes de pensiones y otras figuras en busca de ventajas fiscales. Pero aun así, la reducción del saldo no tiene precedentes en la serie histórica hasta 2014.
Los precios, que han elevado el coste de la cesta de la compra hasta en un 15% y que han dejado el IPC subyacente -que registra la evolución más estructural sin atender a productos frescos y energía- en un histórico 7,5%, han dejado notar su presión. Se presentan, así, como una de las principales causas de este cambio de tendencia.
El consumo doméstico, como ya señaló el Gobierno vasco en las última revisión de crecimiento económico para Euskadi, se resiente y reduce el 1,4% de aumento que se preveía en septiembre a un 1% en la corrección que se realizó el 16 de marzo. Es uno de los síntomas de enfriamiento económico y una de las razones que explican este fenómeno.
La búsqueda de rentabilidad para el dinero embolsado es otro motivo que ha empujado a los ahorradores a sacar el dinero de sus cuentas. La falta de remuneración de depósitos ha llevado a muchos clientes a buscar ubicaciones para su dinero más suculentas como la amortización total o parcial de sus hipotecas. Los vascos redujeron en 2022 en 900 millones sus hipotecas tal y como afloran los bancos en el saldo vivo de estos créditos en Euskadi, con un descenso del 2% sobre el total de 55.000 millones que se acumulan pendientes de pago en las hipotecas.
Además, la compra de vivienda registró en 2022 un año récord en la última década. Las más de 22.000 hipotecas suscritas en Euskadi el pasado año han sido uno de los principales destinos de las cantidades que salieron de los depósitos.
Por contra, el saldo de las cuentas corrientes de la Administración pública presenta un paisaje muy diferente. El aumento de las recaudaciones de las haciendas forales, que en 2022 fue del 10%, más de los remanentes de tesorería de partidas de los presupuestos no ejecutadas, así como los fondos europeos transferidos al País Vasco, pero todavía no ejecutados, han elevado el saldo de los depósitos de las instituciones en más de mil millones, un 11% del total de 9.838 millones.
Y es que la cantidad que atesoran las administraciones públicas vascas en sus cuentas corrientes no tiene precedentes en la serie histórica y supone duplicar los fondos que había en 2019, entonces un total de 4.799 millones de euros.
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