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erlantz gude
Sábado, 19 de enero 2019, 21:47
Una marea de cerca de 30.000 personas respondieron este sábado al llamamiento del movimiento pensionista vizcaíno para conmemorar con una marcha por Bilbao el primer aniversario de unas protestas que arrancaron en el ya histórico 15 de enero de 2018. No hubo grandes novedades ... en una manifestación que arrancó desde la sede de Confebask, en el número 50 de Gran Vía, a fin de clamar contra la «precarización a la que ciertas organizaciones empresariales someten a grandes sectores de la sociedad, especialmente jóvenes y mujeres». Aunque una vez allí, los manifestantes no dirigieron su ira hacia la patronal.
Las consignas de los mayores se repitieron: pensiones «dignas» y blindaje por ley del incremento de las prestaciones conforme al IPC -que el movimiento, con eje en Bilbao, arrancó al Gobierno del PP, tras un lustro de subidas del 0,25%-. No faltaron otras más exigentes, como la aprobación de una pensión mínima de 1.800 euros.
El colectivo vizcaíno, que, pese a su estrecha colaboración con las plataformas de Álava y Gipuzkoa, no se vio secundado con marchas en sendos territorios, logró movilizar a un elevado número de personas: unas 30.000, según el Ayuntamiento. Y aunque muy lejos de las 115.000 que sacó a la calle en la histórica protesta del pasado marzo, la cifra se situó en los estándares en los que aspira a desenvolverse el movimiento territorial. Esta capacidad se extiende a las concentraciones de los lunes frente al Ayuntamiento de la capital vizcaína, que pese al lógico bajón con el paso del tiempo se mantienen pujantes.
Se trata de un caso inédito en el país. Incluso en la comunidad, ya que ni Álava ni Gipuzkoa han logrado un poder de convocatoria equiparable. La prudencia, no obstante, se ha instalado en el movimiento vizcaíno: si hace un año osó convocar dos marchas en mayo -una propia y otra en respuesta al llamamiento de la coordinadora estatal-, en esta ocasión los mayores del territorio han preferido recular ante la convocatoria nacional del 2 de febrero a fin de no mermar su decreciente poder movilizador.
Lo que es una constante, y ayer se volvió a confirmar, es que la petición de apoyo de los jubilados a otros colectivos cae en saco roto. Ni jóvenes o colectivos de mujeres, a los que han instado a acudir a las marchas para aportar un carácter transversal a las protestas, asistieron en cantidades significativas. «Es un objetivo que nos marcamos», decían tres jóvenes miembros de Izquierda Revolucionaria que trataban de vender ejemplares del periódico 'El Militante' en la cola de la manifestación. Así, los rostros veteranos fueron una vez más predominantes.
El grupo bilbaíno de jóvenes contra la precariedad Eragin se sumó con su pancarta. Apenas una docena de simpatizantes aguardaba frente al Palacio foral para fundir su pancarta con una protesta en la que se sucedían las de colectivos de muncipios de la Margen Izquierda y la Zona Minera, con una importante presencia de clase trabajadora. Entre los clásicos cánticos, como el '¡Manos arriba! Esto es un atraco', se distinguían los diferentes grupos musicales que amenizaban la marcha, desde txistularis a gaiteros, pasando por la ya tradicional y sonora batucada feminista.
Al llegar al Ayuntamiento, donde un par de jóvenes recibió a la muchedumbre al son de la txalaparta, los mayores leyeron un comunicado que en línea con la protesta del lunes conmemoró el año de lucha. El documento, aprobado en la reunión del jueves en Vitoria con el resto de plataformas vascas, además de la navarra, destacó el trabajo que se viene haciendo y repasó algunos logros fruto de la presión como la suspensión del Índice de Revalorización, fijado en la reforma de 2013 y que determinaba la subida anual del 0,25%, sobre la que pivotaron las protestas los primeros meses, además de instar a mejorar las prestaciones de viudedad.
Los mayores recordaron no obstante que la revalorización conforme al IPC solo está garantizada hasta 2019, tras el acuerdo alcanzado por el Gobierno del PP y el PNV, y peligra con numerosas voces que alertan de su insostenibilidad dado el débil estado de la Seguridad Social, la actual pirámide demográfica y la precariedad laboral.
Por tanto, lejos de relajarse se conjuraron para «un año clave en nuestra lucha». Las elecciones municipales, forales y europeas en el mes de mayo o el anuncio del Gobierno central de acordar antes de verano una nueva fórmula para revalorizar las pensiones marcan el calendario del colectivo, que en aras de mantener el pulso estudia «nuevas formas reivindicativas». La próxima, el 8 de marzo, Día de la Mujer.
Las plataformas de Álava y Gipuzkoa descartaron movilizarse este fin de semana. Sobre ambos colectivos también pesa el riesgo de un pinchazo, ante el menguante número de manifestantes, y de hecho en el comunicado que redactó el colectivo alavés para la reunión interprovincial del jueves se pedía cautela a la hora de programar las marchas. Con todo, algunos mayores acudieron por su cuenta a la manifestación bilbaína. Algunas muestras: los autobuses fletados desde Vitoria y San Sebastián o el grupo desplazado desde el Valle de Ayala, que desfiló tras su propia pancarta.
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