Un derecho de todos los vascos

La ciudadanía vasca ha mostrado históricamente una firme voluntad de gobernarse a sí misma, es decir, de administrar responsablemente sus recursos. Y en este sentido, el Concierto Económico ha sido y es fundamental en nuestra autonomía. Sin embargo, defender nuestro autogobierno y Concierto implica necesariamente cuestionar lo que se ha hecho con ellos en las últimas décadas y, con especial intensidad, en estos últimos meses: un campo de disputa partidista entre la voluntad recentralizadora e incumplidora de los partidos que gobernaban en Moncloa y el intento del PNV de hegemonizarlos.

Tratar de patrimonializar partidariamente lo que es de todos nunca es una buena defensa. De hecho, que unos y otros lo hayan usado de forma recurrente como moneda de cambio en otro tipo de acuerdos políticos (aprobación de Presupuestos o investiduras) ha deteriorado su legitimidad y valor social hasta el punto de ponerlos en riesgo. Lo que era un derecho de todos los vascos y vascas ha acabado por percibirse como la gracia o el favor de solo una parte.

En la Euskadi del presente, afirmar nuestra capacidad de autogobierno en materia fiscal, afirmar la pertinencia del Concierto, no puede dejarse en manos de una parte. Como tampoco puede ser un fin en sí mismo, algo abstracto, vacío y desconectado del día a día de la ciudadanía. Hoy el Concierto Económico debe ser una forma colectiva y plural de reafirmarnos en un futuro de prosperidad, igualdad de oportunidades y cohesión social. Porque el Concierto es uno de los mejores instrumentos con que contamos para gobernarnos a nosotros y nosotras mismas con el fin, sencillo y profundo, de mejorar las condiciones de vida presentes y futuras de la gente que vivimos en este territorio.

Defender el Concierto es convertirlo en algo compartido, es vincularlo al desarrollo y la solidaridad territorial. Hoy el Concierto debe ser un instrumento transparente puesto al servicio de la mayoría y no del interés de una parte.