A Joselyn Brea (Venezuela, 1994) no se le olvida la frase que le dijo su madre antes de ganar su primer Mundial de Duatlón, allá ... por 2011 en Gijón. «Ellas son iguales que tú, la única diferencia que existe es que tienen otro idioma y viven en distintos países, por lo demás lo tienen todo igual». Era su forma de animarla frente a la escasez de medios con la que viajó a España en busca de un sueño que 12 años después mantiene vivo y alimenta con otros dos títulos mundiales y con nuevos éxitos, ahora en el atletismo, como el que logró hace una semana en Ortuella. En el circuito de Las Balsas, la hispano-venezolana se proclamó campeona de España de cross tras superar a las grandes especialistas y confirmó que su apuesta por correr marcha por buen camino. «El reto es ser olímpica en París'2024 y pondré todo de mi parte para lograrlo», afirma en conversación con EL CORREO.
Pese a su trayectoria en el deporte español y las marcas que posee, su victoria en el barrizal de Las Balsas no dejó de ser una sorpresa. Con la camiseta de Galicia, superó en la llegada a favoritas como Cristina Ruiz, Irene Sánchez Escribano, Laura Luengo, Irene Pelayo, Carolina Robles, Naima Ait Alibou... Era su primer gran éxito en el atletismo tras una temporada invernal donde no había corrido en campo a través. «Cierto, era la primera carrera de cross y me costó adaptarme a la superficie, pero poco a poco lo fui haciendo, remonté posiciones y me hice con el título», rememora Brea, que tiene su residencia en Pontevedra «aunque me muevo mucho. Suelo ir a Colombia, a Venezuela, a diferentes lugares para entrenar, pero sí, la considero mi casa porque ahí también viven ahora mis hermanas y mi madre».
Puede sorprender esta vida errante, pero en realidad es parte fundamental de la trayectoria de una deportista que siendo una adolescente dejó Venezuela para apostar fuerte por sus ambiciones. Brea, que se formó en atletismo y ciclismo en la escuela, vio en el duatlón la especialidad que mejor se adaptaba a sus características y donde más disfrutaba. Fruto de ese rendimiento llegó al equipo nacional con el que en 2011 puso rumbo a Gijón para disputar el Mundial de duatlón, siendo todavía junior. Una odisea que se puede resumir en que Brea y sus compañeros llegaron «un viernes sin dinero, sin la inscripción pagada, sin dónde quedarnos a dormir y sin comida, no teníamos absolutamente nada». Si lo lograron fue gracias a la ayuda de uno de los voluntarios de la organización. Eso sí, en el día de la competición, pese a todos los sufrimientos previos y a la escasez de material con respecto a sus rivales, Joselyn recordó la frase de su madre –«son iguales que tú»– y se convirtió en campeona del mundo junior.
El tremendo éxito impulsó su carrera deportiva, pero Brea se dio cuenta que en Venezuela lo iba a tener imposible. Así que en 2014, tras acudir de nuevo a España a otro Mundial (esta vez a Pontevedra), Joselyn decidió que no volvería a casa. «Tuve miedo porque fue una decisión que tomé en horas. Mi avión salía al día siguiente y tenía que decidir. Lo primero que hice fue llamar a mi mamá y decirle que me iba a quedar. No sabía dónde iba a dormir, no sabía qué iba a comer porque no tenía dinero y había traído ropa para cuatro días. Pero mi entrenador Omar González dijo que me iba a ayudar y me dieron ropa, me dieron de comer y me adoptaron cuando se me acabó el permiso de residencia». Un problema importante, porque en ese momento Joselyn dejó de correr las pruebas populares que le permitían ganar dinero para sobrevivir.
Por fortuna, los peores momentos fueron quedando atrás. Brea renovó el permiso de residencia y con el dinero que fue acumulando tanto en competiciones de atletismo como de duatlón terminó por reunir a su familia en Pontevedra. «Era muy, muy duro para mí estar lejos de ellas y estar sola en un lugar en donde no tienes ningún familiar. Es muy duro por lo que he pasado, pero también me ha hecho más fuerte», admite. De hecho, explica que ha sido un gran aprendizaje de vida. «Como hemos pasado tantas cosas, ahora vemos las cosas de otra manera, aunque sea malo no es tan malo como lo que hemos vivido. Vemos las cosas desde una perspectiva que a lo mejor otras personas que no han pasado por esa necesidad o por esas situaciones, les cuesta mucho más adaptarse. Los momentos difíciles son los que más te enseñan para el futuro».
En su nueva vida lejos de Venezuela, Brea intentó apostar por el triatlón e incluso llegó a ganar en Zarautz en 2017, «pero la natación no era lo mío. Era frustrante porque lo intentaba pero no avanzaba, hasta que llegó un punto en que decidí que me decantaba por el duatlón y por el atletismo, que me daba mucha más satisfacción», admite. Tanto es así que sumó dos nuevos mundiales a su palmarés. Mientras tanto, solicitó la nacionalidad española en 2014 y tuvo que esperar cinco años hasta obtenerla. Pero surgió un nuevo problema que resolver. «Si quería competir con España a nivel internacional tenía que estar tres años sin competir, algo que no me podía permitir porque estaba en mi mejor momento deportivo». La solución fue seguir competiendo a nivel internacional con Venezuela, que es lo que hace a día de hoy, mientras que desde el pasado año ya opta a títulos de España, siendo el de Ortuella el primero de su palmarés.
Centrada en el atletismo, dentro de dos semanas buscará su segundo campeonato nacional, el de los 3.000 metros de pista cubierta, mientras que al aire libre se centrará en los 5.000 metros en busca de esa clasificación para los Juegos de 2024. ¿Y el duatlón? «En abril es el Mundial en Ibiza y si me cuadra, iré. Son dos deportes que puedo compaginar, pero tengo claro que ser olímpica es ahora mi sueño. Si lo logro, ya me plantearé nuevas cosas en mi vida».
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