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Los rayos de sol del (pre) invierno son inigualables. Penetraban entre los árboles de la campa de Mendizabala y calentaron y adornaron la postal de la salida de la Media Maratón de Vitoria patrocinada por ELCORREO. 44ª ediciones y una emoción in crescendo. Tras el ... parón de la pandemia y las restricciones del año pasado, había ganas de correr, de celebrar y de disfrutar con toda la cuadrilla. Y no defraudaron.
El tráfico del calentamiento arriba y abajo por Portal de Lasarte era intenso desde media hora antes del pistolazo de salida. Un desfile de atuendos invernales, con chubasquero incluido como en el caso de Jorge Luján. «Para cortar el viento. A la que empezemos me lo quito». El madrileño, de mirada desconfiada cuando escuchó que hacía buena mañana, debutaba en la decana alavesa y descubrió junto a su amigo Luis Simó una ciudad fascinante. «De Bilbao y San Sebastián todos hablan maravillas y hemos estado y están muy bien. Pero Vitoria a su lado parece una desconocida y hemos descubierto que es maravillosa», defendían con ímpetu. Con elogios también para el público. «La fama es que los vascos insuflan mucho ánimo» y para el recorrido sin apenas desnivel de la prueba.
Llegados de La Rioja, Navarra, Burgos y 30 provincias más, con mayoría (casi el 50%) de Álava, y casi todos procedentes de la Behobia donostiarra. El calendario de pruebas populares guía a los casi 3.000 atletas inscritos como es el caso de María Peralta y Oiane Sarasketa. Amigas de Eibar y Aretxabaleta, la primera afrontaba la prueba de preparación para su incursión en 2023 a los 42 kilómetros de una maratón y la segunda sumar una nueva «experiencia» remarcando también la ruta llana.
Ander Barrio, la primera liebre, la de 1 hora 20 minutos, daba más detalles a los atletas interesados. «Saldremos fuerte los dos primeros kilómetros que son cuesta abajo. Luego constante hasta el 17, que reduciremos por la subida del puente de las vías, para tratar de recuperar el ritmo en las Universidades». Una cadencia demasiado elevada para Abel Fernández y Javi Ramos. El propósito de estos dos colegas de Amurrio no era una gran marca, si no visibilizar la lucha contra las enfermedades de la Esclerosis lateral amiotrófica (ELA, ataca a las neuronas, tronco cerebral y médula espinal) y la ataxia telangiectasia (genética y neurodegenerativa) y su asociación AEFAT.
«Además de que la recaudación general va para el pueblo Saharaui, nos gusta también tener nuestro apoyo individual». Cada uno con un pancarta en la espalda y una bandera para cruzar la meta, Fernández puede presumir de haber corrido muchas maratones con un traje de Spiderman. «No he visto ninguna peli pero en la primera carrera que corrí, quedamos en ir disfrazados y yo me compré este en un bazar. Con los años lo he ido encontrando ya ropa térmica más acorde», relataba.
Cada uno con sus triunfos personales. Leire Monge empezó a correr este año y estaba «nerviosa» por su debut. «Es lo mejor para desconectar del trabajo». Y más con la buena compañía de sus amigos Ione Septien y David Salazar, ambos con más experiencia. Todos ellos formaron parte de la interminable hilera de participantes que desfilaron por las calles de Vitoria tras el pistoletazo de salida. Más de un minuto de diferencia entre los primeros y los últimos en la salida, todos con una sonrisa en la boca ante el jaleo del público.
En el Paseo de Cervantes, 15 minutos más tarde, se producía la salida de los 'txikis'. Aquí los nerviosos eran padres como los de Izan y Aimar. «A ver si no se tropiezan», deseaban con una sonrisa. Enérgicos, puro entusiasmo, la centena de chavales salieron como un disparo haciendo sufrir al guía, en bicicleta, en su lucha por mantener la cabeza de la prueba. Con la enternecedora imagen final de los progenitores acompañando la carrera de los más rezagados al final de los 650 metros.
Aunque más conmovedora era la imagen de la pequeña Naia, amarrada a su peluche y a una pancarta que rezaba «aupa aitite». Guillermo, su abuelo de 65 años, acabó su maratón número 40 hace pocas semanas. Su mutua complicidad presidió el paso por Portal de Castilla. Aunque la mayoría de espectadores se reunió en la intersección de Micaela Portilla con la Avenida Gasteiz. Malen y Inhar, mucho más atrevidas, esperaban a su padre Mikel tendiendo la mano a cada corredor en una fraternidad que es una de las señas de identidad de la prueba.
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